Narro
en esta nueva crónica el comienzo de la transformación de la Playa de
Martiánez, que empezó con la construcción en 1958 de las instalaciones de la
llamada Piscina de San Telmo, llevada a cabo por la iniciativa privada del
constructor portuense José Manuel Sotomayor Carmona, quien después de elevar en
1957 su solicitud al ayuntamiento para llevar a cabo la construcción, obtuvo el
permiso pertinente, concluyéndose las obras a finales de 1958 y siéndole
concedida una concesión de estas nuevas instalaciones por un periodo de
cincuenta años.
Muestro que a pesar de haber solicitado el permiso de obras el citado contratista, desde el comienzo se sabía que estaba unido a un socio Rudolf David Gilbert, quien en los primeros momentos no figuraba en los tramites iniciales presentados al ayuntamiento portuense.
Muestro que a pesar de haber solicitado el permiso de obras el citado contratista, desde el comienzo se sabía que estaba unido a un socio Rudolf David Gilbert, quien en los primeros momentos no figuraba en los tramites iniciales presentados al ayuntamiento portuense.
La Piscina de San Telmo
El contratista
José Manuel Sotomayor Carmona dirigió una instancia al ayuntamiento portuense con
fecha seis de noviembre de 1956, solicitando que se le otorgase una concesión
administrativa, para la construcción y explotación de una piscina natural y sus
anexos, en una zona de la Playa de Martiánez situada en la trasera de la Ermita
de San Telmo, concretamente, en la zona conocida como Charco de los Piojos.
Costado oeste de la Playa
de Martiánez. Años 50. Foto de I. Bello Baeza
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Tal como comenté en una
crónica anterior, el nombre de la zona se debía a que durante la época estival,
la Playa de Martiánez y en particular, el espacio anteriormente citado, se
llenaba de lo que popularmente se conocía como “mujo”, palabra incorrecta pero
ampliamente utilizada en nuestro pueblo, pues la acepción correcta sería
“musgo” y que en realidad eran sargazos. La zona tenía una gran belleza
natural y la playa, a esta altura, solía tener en determinadas épocas
del año, particularmente en los veranos, una cierta cantidad de arena, mezclada con piedras de tamaño
relativamente grande.
Charco de los Piojos y
Ermita de San Telmo. 1906. Foto de autor anónimo,
coloreada por Rafael Afonso
Carrillo
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Tengo gratísimos
recuerdos de este paraje, pues todos los años, llegado el mes de septiembre,
íbamos mis padres, mi hermano Felipe (dep) y yo, a esta zona, donde mi padre y
yo cogíamos erizos por los charcos vecinos, que luego comíamos en la arena, eso
sí, teniendo buen cuidado de guardar las cáscaras vacías en una cereta, cuyo
contenido tirábamos luego al mar, pues mi padre me enseñó que en ningún caso se
dejaban estos restos en la arena, ya que podrían dañar a las personas que luego
pasasen por este lugar y además, los restos de los erizos constituían un excelente engodo para los peces de la zona. En
la foto anterior se puede apreciar la zona en cuestión y particularmente el
llamado Charco de los Piojos.
Se ha especulado con la idoneidad de haber permitido la construcción de una piscina de uso privado en un espacio marítimo de uso público, pero a fuer de sinceros, he de añadir que la zona en cuestión, aparte de ser un recreo para la pesca de los jóvenes, no ofrecía excesivos alicientes, pues la mayor parte del año carecía de arena y era un gran pedregal, con piedras de diversas dimensiones, algunas de ellas de considerable tamaño, tal como puede verse en la siguiente fotografía de la zona.
Se ha especulado con la idoneidad de haber permitido la construcción de una piscina de uso privado en un espacio marítimo de uso público, pero a fuer de sinceros, he de añadir que la zona en cuestión, aparte de ser un recreo para la pesca de los jóvenes, no ofrecía excesivos alicientes, pues la mayor parte del año carecía de arena y era un gran pedregal, con piedras de diversas dimensiones, algunas de ellas de considerable tamaño, tal como puede verse en la siguiente fotografía de la zona.
Pedregal del costado oeste de la Playa de Martiánez. Foto de autor
anónimo
coloreada por Rafael Afonso
Carrillo.
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En
el escrito presentado al ayuntamiento por José Manuel Sotomayor Carmona, se
especificaba que la superficie total de playa a ocupar era de aproximadamente
5.000 m2. Esta petición fue examinada en un pleno del ayuntamiento
portuense [1] y aprobada por unanimidad, con las condiciones de que el término
de la concesión administrativa seria de 50 años, contados a partir del acta que
se levantaría a la terminación de las obras proyectadas, la duración de las
cuales no podría exceder de un año, y que una vez finalizado el tiempo de la
concesión, la obra revertiría al ayuntamiento, con todas las instalaciones en
condiciones normales de uso.
No se fijó un
canon anual por la ocupación de los terrenos, por cuanto se consideró que el
ayuntamiento quedaba suficientemente compensado con la reversión de las obras una
vez finalizado el plazo de la concesión, considerándose que el de importe de la
obra realizada podría ser estimado en alrededor de 700.000 pesetas.
Finalmente, el
ayuntamiento se comprometía a verificar todas las gestiones necesarias para
que, en el caso que hiciese falta el permiso del Ministerio Público, como así ocurrió, lo tramitaría, si bien, el canon que por imperativos legales estableciese el Estado un canon al Ayuntamiento, éste sería repercutible en el concesionario, en lo que afectaba a
la zona marítima terrestre. Asimismo, se indicaba
que en un futuro la obra podría quedar vinculada a un hotel que la iniciativa
privada tenía proyectado construir en los alrededores de esta zona.
Zona oeste de la Playa de
Martiánez. Se ve la techumbre del Thermal Palace. 1920.
Foto de autor anónimo, coloreada por Rafael Afonso Carrillo.
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Se
desprende de lo comentado, que la obra, después de la concesión de 50 años a
José Manuel Sotomayor Carmona, debería haber quedado vinculada al Hotel Las
Vegas, que por aquella época ya era un proyecto bien definido y que muy poco
tiempo después ya estaba en construcción. Como es bien sabido, esta última
cláusula jamás se cumplió, de tal modo que después de terminada la concesión, la
Piscina de San Telmo, con todas sus instalaciones, pasó a ser nuevamente
explotada por el ayuntamiento.
En
una sesión ordinaria del ayuntamiento portuense celebrada a finales de enero de 1957 [2], se informó al pleno del
proyecto del concesionario José Manuel Sotomayor Carmona (1927-1996), elaborado
por Juan Davó, con la dirección técnica de los arquitectos Félix Sáenz Marrero
y Juan la Roche Izquierdo.
En
el ayuntamiento se conservan unas especies de bocetos hechos a mano alzada, que curiosamente están fechados en mayo de
1952, con el título de "Proyecto de Urbanización y Piscina en el Sector de
Martiánez del Puerto de la Cruz", lo que nos indica claramente que el proyecto
de construir una piscina natural en la zona empezó a madurar desde comienzos de
la década de 1950, aunque su ejecución no se llevó a cabo hasta 1958.
Dado el tamaño grande del plano no he podido reproducirlo en su totalidad en una sola copia, por lo que pongo varios fragmentos que ilustran los comentarios que a continuación realizo.
Plano elaborado en 1952, para la construcción de una piscina natural en
Martiánez.
Proyecto de Urbanización
y Piscina en el Sector de Martiánez.
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Leyendas
que acompañabas a los planos. En el de izquierda, se lee
Santa Cruz de Tenerife, mayo de 1952.
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En el segundo de los documentos anteriores se aprecia que el título encaja plenamente con el proyecto presentado, pero si examinamos con cuidado el margen inferior del plano puede verse que los planos tenían fecha de 1952, es decir, los planos estaban hechos seis años antes de la solicitud, cosa que no deja de ser curiosa y chocante.
A continuación expongo otro plano en que se refleja la zona completa de la playa, desde la zona de la Piscina de Martiánez (a la izquierda del plano), los Llanos de la familia Fernández Pergigón (en la zona central) y finalmente, a la derecha del plano, la zona de San Telmo, con la Ermita y el edificio a construir.
Los planos estaban acompañados de un texto,
titulado “Documento número 1. Memoria” de seis páginas, que trataré de resumir,
contando sólo lo que afecta a la obra prevista, pues su contenido se extiende a zonas de la Playa de Martiánez, relativamente alejadas de esta zona. La memoria anterior tenía una introducción titulada"Consideraciones Generales", que por su interés reproduzco parcialmente:”Es de todos conocida la gran
importancia que desde el punto de vista turístico, tiene el Puerto de la Cruz,
municipio situado en la costa norte de la Isla de Tenerife. Sus principales
atractivos son, un clima delicioso todo el año y la belleza de sus alrededores.
Rodeado en más de la mitad de su contorno por el mar, se multiplican los
lugares pintorescos en pequeños recorridos. Como único inconveniente, dentro de
sus múltiples atractivos, figura la carencia de una amplia y segura playa que
permita realizar los baños y deportes marítimos con entera seguridad.
Para
evitar este inconveniente se construyó hace una quincena de años una bella
piscina frente a la Playa de Martiánez. Aunque concebida con amplitud, la gran
afluencia de bañistas en estas últimas temporadas, la han hecho en la actualidad
insuficiente. Además, por estar construida dentro de un recinto cerrado por
tres lados, desde sus terrazas no se disfruta plenamente de las bellezas del
paisaje.
Playa y Piscina y en medio, los Llanos de Martiánez. Bordeándolo todo el Paseo de los Tarajales y abajo, a la derecha, la piscina a construir frente a la Ermita de San Telmo. |
Con el objeto de resolver estos
inconvenientes, al Ayuntamiento del Puerto de la Cruz nos ha encomendado la
redacción del presente proyecto. El problema planteado tiene varias posibles
soluciones, la creación de una playa artificial, la construcción de una nueva
piscina del tipo de la existente o la ejecución de una piscina que pudiéramos
llamar natural.
La primera solución, o sea la
creación de una playa artificial por medio de obras exteriores marítimas,
presenta el inconveniente de su alto coste, debido a la importancia que
tendrían tales obras, a causa de los violentos temporales que en invierno se
suelen presentar en esta costa, en gran parte desabrigada.
La
construcción de una piscina del tipo de la existente (segunda solución) sería
aceptable, dados los inconvenientes de la playa artificial, si no hubiese otra
posibilidad. Por eso nos hemos decidido por la tercera solución, o sea construir una piscina en la orilla, de
forma que, en parte, se llene y se vacíe aprovechando las mareas.
Dentro
de esta solución caben dos variantes. La primera es avanzar desde la línea de
marea media hacia el mar, construyendo un muro protector y la segunda construir la
piscina desde esa línea hacia adentro, o sea excavando. La primera variante
tiene el mismo inconveniente ya dicho de la importancia que habrían de tener
las obra exteriores para resistir los más violentos temporales.
En
cambio, la variante, que como solución definitiva hemos adoptado, de construir
la piscina excavando el terreno natural hasta la profundidad necesaria, tiene
la gran ventaja de poderse realizar las obras en seco la mayor parte del tiempo
y de no necesitar la constante reparación de averías.
Para
la ubicación de la variante adoptada hemos elegido la Punta de Martiánez, que
reúne las siguientes ventajas: una pendiente suave y uniforme, la existencia de
una cadena de escollos mar adentro que sirven de rompeolas, por lo que llega el
agua ya muerta a la orilla y, sobre todo, su amplio contorno y dilatado
horizonte.
Dada
la gran extensión de la zona, se pueden reunir las ventajas del baño apacible
en la piscina, con las de la naturaleza libre de la playa. Por ello hemos
presentado lo que llamamos piscina
natural, pues se logra sólo agrandando y uniendo entre sí varios de los
pequeños charcos existentes, mediante la correspondiente excavación en la roca,
en la forma que se detalla en los planos.
El
inconveniente que pudiera representar la transformación de tan privilegiado
lugar de la naturaleza quedará resuelto al poco tiempo, ya que la flora y la
fauna marina revertirán rápidamente los nuevos bordes con los mil colores que
tienen actualmente las rocas".
Después de esta
larga y prolija explicación del por qué de la elección del modelo de piscina y
del lugar de ubicación, se entra en detalles más técnicos, pero a mi juicio de
notable interés, por lo que voy a incluirlos aunque sólo sea resumidamente.
”La
carrera de marea varía desde 0,60 metros en las mareas muertas a 2,70 metros en
las vivas equinocciales. Se proyecta ahondar 1,35 metros, por debajo de la
línea de marea media, con lo que el fondo de la piscina quedaría al nivel de la
bajamar viva o equinoccial, lo que permitiría su inspección y reparación.
Para
lograr la limpieza se construirá un canal hasta el mar libre, que irá provisto
de una compuerta, para impedir el vaciado de la piscina si no se desease. En
las pleamares vivas el agua cubrirá los bordes de la piscina y para
materializarlos se proyecta la construcción de unos jalones que definan
claramente los límites que no deben pasarse sin peligro.
En
iguales condiciones, pero de inferior tamaño y profundidad, se proyecta
construir una piscina para niños, también indicada en los planos. Partimos de
una superficie de 1.000 m2, con lo que podrá utilizarse la piscina
para 400 bañistas, ya que se admite como necesario un coeficiente de 2,50 m2,
por cada uno. Dado el volumen de desmonte preciso y su precio, calculamos en
150.000 pesetas el presupuesto de ejecución material de la piscina.
Para
que sirva de complemento a la piscina, se proyecta la construcción de un pequeño
edificio, cuyas características se detallan en los planos. La parte mayor está
destinada a vestuarios y en el resto se proyecta un bar-restaurante y una pista
de baile y también la construcción de un trampolín adecuado para el
salto. El presupuesto del edificio para los servicios lo calculamos en 550.000
pesetas.
A continuación,
la memoria entra a considerar como un complemento obligado de la edificación
de la nueva piscina, cuyo proyectado trampolin nunca llegó a construirse, la urbanización exterior de todo el Sector de Martiánez,
pero este aspecto me llevaría mucho más lejos de lo que pretendo en esta
crónica, que quiero limitar a la construcción de la Piscina de San Telmo, que
poco tiempo después ya empezaría a ser conocida como Lido San Telmo.
En
realidad, aunque siempre figuró como único peticionario José Manuel Sotomayor,
la obra del Lido fue construida por éste en sociedad con Rudolf David Gilbert, personaje
que si bien nunca apareció en los documentos oficiales en los momentos
iniciales, fue su socio en todo el proyecto y como veremos más adelante, acabó como único concesionario, pues
terminó comprando los derechos a su socio, José Manuel Sotomayor Carmona en 1963.
Pronto
comenzaron las obras de construcción de las piscinas del Lido San Telmo,
ocupando una parte de los terrenos de la Playa de Martiánez, concretamente la
zona que se extendía desde el Charco de los Piojos, en dirección hacia la parte
este. Esta fue sin duda la primera obra importante llevada a cabo en la Zona de
Martiánez y la precursora de lo que más tarde iba a ser el Complejo Martiánez.
Pocos
meses después, concretamente en mayo de 1957, el ayuntamiento otorgó la
autorización [3] para la construcción de un edificio, destinado a
bar-restaurante, en el solar anexo a las piscinas, en base a un proyecto elaborado
por los técnicos, que fue aprobado por unanimidad. Como
anécdota, citaré que en las actas municipales se recoge una frase que dice
literalmente “si bien, en el muro detrás
de las cabinas de baño se realizará la obra de conformidad con esta Alcaldía, para
evitar le quiten la vista a los viandantes del camino que conduce a la Playa de
Martiánez”. Se aprecia que se pretendía garantizar la visión del nuevo
balneario piscina como reclamo turístico de los viandantes que pasaban por el
vetusto Paseo de Martiánez camino de la playa del mismo nombre.
En las imágenes siguientes se va mostrando la evolución de las obras acometidas, tanto en lo que respecta a la construcción del vaso para la piscina, como en lo relativo al edificio destinado a vestuarios, bar-restaurante y sala de baile. En la primera vemos el vaso marino, los vestuarios a la izquierda y el edificio, a la derecha y en la segunda imagen se ve prácticamente lo mismo, pero con la obras más avanzadas.
Construcción de los vestuarios y al
fondo, el edificio. Foto I. B. Baeza. 1957
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Construcción del vaso de la piscina, los vestuarios y al fondo, el edificio. Foto I. B. Baeza. 1957 |
La siguiente fotografía ya muestra la construcción más avanzada, pues se ve el edificio y los vestuarios casi terminados, la terraza con sus macetones para flores y abajo, en el solarium, ya se ve plantada una palmera.
Fase avanzada de la
construcción. Foto de autor anónimo, coloreada por Rafael Afonso Carrillo. 1957
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En la próxima imagen se ve la fase final de la construcción y apreciamos que el edificio y los vestuarios están prácticamente concluidos, pero que el vaso de la piscina todavía estaba sin terminar.
Fase final de la
construcción. Foto de autor anónimo, coloreada por Rafael Afonso Carrillo. 1957
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En esta otra imagen aérea, se observa una visión de conjunto de la obra ya terminada, apreciándose a la izquierda el alto muro de las fincas de plataneras de los hermanos Fernández Perdigón, a la derecha, el antiguo Paseo de los Tarajales que todavía era de tierra, el muro que delimitaba la Piscina de San Telmo, al que en la imagen se asoman un cierto número de curiosos, los vestuarios, una pequeña terraza y el solario, que en los primeros tiempos estaba cubierto de arena negra extraída de la Playa de Martiánez.
Asimismo, se ve la piscina infantil y la de adultos y la cascada de agua salada que bajaba por las peñas rocosas que separaban la instalación de la llamada Cueva de San Telmo. Si nos fijamos se aprecia que hay coches aparcados alrededor de la Ermita de San Telmo, hecho éste que luego comentaré con más detalle.
Las Piscinas, el solario de arena y los paseos para poder caminar. 1958.
Foto de autor anónimo, coloreada por Rafael Afonso Carrillo.
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En la sesión plenaria
del ayuntamiento de fecha de 6 de febrero de 1958 [4], se dio cuenta al pleno
municipal de la terminación de la construcción de las Piscinas de San Telmo,
dándose el visto bueno a las obras por unanimidad. En esta primera fase, tal
como se recogía en el proyecto, se construyeron dos piscinas, una pequeña para
niños y otra mayor para adultos, situada a la derecha de la primera y más centrada, así como un edificio moderno dotado de bar-restaurante, sala de fiesta
con pista de baile y un pequeño escenario para la orquesta.
Sala de fiestas de las Piscinas de San Telmo. 1958. Foto de autor
anónimo, cedida por Bernardo Cabo Ramón.
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El conjunto, que fue
inaugurado el 13 de noviembre de 1958, hizo en poco tiempo cambiar las
costumbres de los jóvenes portuenses de aquella época, que antes de la
construcción de las Piscinas de San Telmo, durante los días festivos y los
domingos, paseaban y daban vueltas a la Plaza del Charco, pero que después de la
inauguración de las citadas piscinas, empezaron a ir a ellas para bailar las
tardes y noches de los domingos y días de fiesta.
Terrazas superior e inferior, sin arena y con la cascada cayendo
sobre
las rocas. Años 60. Foto de autor anónimo
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La
instalación también estaba provista de vestuarios, adosados al muro externo
pegado al antiguo Paseo de los Tarajales y en un nivel ligeramente superior a
la zona de baño, para que los usuarios de la piscina pudieran cambiarse
cómodamente. Igualmente se dotó a la instalación de una pequeña cascada, que
corría sobre la peña rocosa que separaba las piscinas de la llamada Cueva de
San Telmo, situada debajo de la ermita del mimo nombre y hasta cierto punto,
adosada a las piscinas.
El
agua corría sobre las rocas y caía sobre la piscina, como puede apreciarse en
las fotos anteriores. Sin embargo, durante un cierto tiempo, no se terminó de
construir el espacio acotado inicialmente, sino que se tardaron varios años en llevar
a cabo la construcción de la tercera
piscina para adultos y en ampliar la terraza solarium.
Terraza superior con bar e inferior, sin arena. Años 60. Foto de autor anónimo |
Días
antes de la inauguración del balneario de San Telmo, la periodista Olga Darias
publicó en el periódico La Tarde una serie de noticias relacionadas con nuestro
municipio y entre ellas, había un largo párrafo relacionado con Martiánez y la
piscina de San Telmo [5]. Por su interés lo reproduzco parcialmente:”La explanada de Martiánez se ha urbanizado
y además existe el proyecto inmediato de construcción de una gran Avenida hasta
San Telmo. Dos nuevos hoteles se están fabricando y en lo posible, se trata de
reformar continuamente, bares, fachadas, plazas, calles, etc.
Quiero
hablar aparte de esto, de la Piscina de San Telmo, ya que ese será
probablemente su nombre. Las obras estarán finalizadas dentro de muy poco
tiempo y el día 13 será su inauguración oficial. Es cosa que podemos calificar
de “película". Línea y materiales modernos y decoración de un exquisito gusto.
El contorno de la piscina es el del mapa de Tenerife y todos los motivos que la
rodean están inspirados en motivos canarios y en el mar. Así, por ejemplo, las
pantallas, son sombreros de magas, el piso con mosaicos de peces en color, el
risco plantado de cactus, verodes y otras especies; y luego, en la planta baja,
numerosas palmeras en la arena, donde se colocarán pataguas y mesas de vivos
colores”.
El periódico vespertino
La Tarde se hizo eco de la inauguración varios días después, publicando en
primera plana la siguiente foto de Baeza (en blanco y negro) con las
instalaciones terminadas.
Se ve intacto el viejo Paseo de Martiánez. 1957. Foto I. Bello Baeza,
coloreada por Rafael
Afonso Carrillo.
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La inauguración del
Lido San Telmo, también tiene su anécdota, pues para aprovechar mejor el
espacio para aparcamiento de los automóviles, se derribaron los muros que
rodeaban a la antigua Ermita de San Telmo y se empezó a utilizar la explanada
que rodea a la ermita como zona de aparcamientos de coches. Esta decisión se
tomó en un pleno, el que el alcalde D. Isidoro Luz Cárpenter manifestó a los
concejales “que había estado estudiando
el problema que plantearía el aparcamiento de automóviles en el momento de
inaugurar la piscina natural de San Telmo y en su consecuencia, proponía a la
corporación se resolviese el problema concediendo autorización al titular de la
concesión de la piscina para poder dedicar a estacionamiento de automóviles la
Plazoleta de San Telmo, para lo cual se haría indispensable hacer desaparecer
el muro del sur para un fácil acceso de los coches a dicho lugar, si bien se
modificaría la alineación del muro de la finca de plátanos situada en las
proximidades para facilitar al máximo la resolución del problema que dejó
dicho. Pero dicha autorización para quitar el muro debe ser condicionada a que
el titular lo reconstruya cuando tal problema desaparezca y en las condiciones
actuales o en las que se le digan y a su costa. Sometido a votación este
asunto, por no estar incluido en el orden del día, el ayuntamiento previa
deliberación de urgencia, acordó por unanimidad aceptar la propuesta de la
Presidencia en todas sus partes y que se comunicase al concesionario de la
piscina D. José Manuel Sotomayor Carmona en los términos expresados” [6].
Fotografía aérea del Lido con coches aparcados
alrededor de la ermita. 1958.
Foto de autor anónimo, coloreada por Rafael
Afonso Carrillo.
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Esta decisión levantó
fuertes críticas por el carácter histórico tanto de la ermita, como de la
llamada Batería de San Telmo, que existió en el lugar y un decidido y crítico
adversario de la medida adoptada fue el pintor Francisco Bonnín, quien con su
oposición y las voces populares adversas que se levantaron, consiguió que le
medida fuese anulada y se reconstruyera nuevamente en breve plazo el muro.
Francisco Bonnín Guerín (1847-1963) |
Vista aérea de las Piscinas y de la Ermita de San Telmo. Al fondo los
Hoteles
Las Vegas y Valle-Mar. Años 60. Foto de autor anónimo.
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Pocos días
después de la inauguración, el periodista Almadi publicó en La Tarde un
artículo [7] del que reproduzco el siguiente párrafo final:”Hace tres días que se inauguró la piscina de San Telmo y el alcalde se
mira en ella. ¡Y buenas razones tiene para estar orgullosos! La orquesta al
fondo del salón toca música de baile. A través de las cristaleras se ve el
bailar, el conversar, el reír, el gozar de las gentes. Junto a nosotros, los
señores Sotomayor y Gilbert – soñadores de esta instalación admirable que
realizaron el arquitecto D. Félix Sáenz Marrero y el aparejador Juan Davó – nos
contagian su viva satisfacción. José Manuel Sotomayor tiene 30 años. Hace año y
medio inauguró su primera experiencia industrial. Fue un 13 de julio. Este año
el 13 de noviembre ha inaugurado la piscina de San Telmo. Y me casaré – dice
sonriendo – un día trece también”.
Igualmente, el portuense José Rodríguez Barreto volvía a glosar la construcción realizada, en
otro largo artículo [8] publicado
asimismo en el periódico La Tarde, del que sólo voy a reproducir la parte en
que habla de la Piscina de San Telmo:”Yo
no quiero caer en la adjetivación desatada y delirante, pero ante esta
bellísima realización que es el balneario de San Telmo, llevado a cabo en plena
libertad y rehusando esas formas de compromiso que consisten en recurrir a
antiguos estilos con la vana ilusión de encontrar en ellas – ya muertas- unas
constantes expresivas que nos sirvan todavía. Uno no solamente tiene que
descubrirse con sincero y profundo respeto a sus autores, sino que también,
tiene el deber de no regatear alabanzas y proclamar, sin reservas, el goce que
nos ocasiona la contemplación del bello espectáculo aparecido, como un milagro,
en el lugar pintoresco que la desidia y el abandono habían convertido en un
inmundo basurero y por donde, insensibles e indiferentes, transitaron durante
muchos años mis respetables convecinos.
En
fin que aquel abandonado paraje, situado a espaldas de una vieja y entrañable ermita y de una
centenaria palmera, ha sido modernizado, sin mengua de su pintoresquismo y hoy
cumple una función que, desde el punto de vista de los intereses turísticos,
tiene mucho que ver con el auge y la prosperidad futura de nuestra ciudad.
Para
estímulo de las nuevas generaciones de portuense, este nuevo establecimiento
industrial es un ejemplo de primer orden del que no carecieron enteramente
nuestros abuelos. El ya desaparecido Thermal Palace cumplió también en su
tiempo una importantísima función. Justo es, que las construcciones modernas no
se muestren inferiores a las antiguas en este aspecto ni en ningún otro. Pero
lo mejor que puede subrayarse de la puesta en servicio de este moderno edificio
construido con fines turísticos, es que se debe a la iniciativa privada. Esto
obliga a un examen de conciencia y a reconocer que, a pesar de todos los
pesares, es siempre el superávit - más o menos amplio, más o menos escaso, pero
real de lo mejor sobre lo peor – lo que
salva a nuestra ciudad y la mantiene apta para un brillante recobro. Mi
enhorabuena pues, a D. José Manuel Sotomayor y a D. Rodolfo David Gilbert, que
crearon a su costa, este magnífico balneario de “San Telmo”, tan felizmente
concebido con la valiosa cooperación del arquitecto D. Enrique Sáenz Marrero y
el aparejador D. Juan Davó”.
Poco
tiempo más tarde, en la piscina grande del Lido se construyó una reproducción
de la isla de Tenerife, que era una especie de islote, aprovechado por los
bañistas para, después de haberse subido, lanzarse nuevamente a la piscina.
El Lido San Telmo con la
isla de Tenerife en el centro de la piscina grande. Años 60. Foto de autor anónimo. |
[1] Actas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz (en lo sucesivo AAPC). 10-XI-1956, fº 124v.
[2] AAPC,
23-I-1957, fº 132.
[3] AAPC, 27-V-1957, fº142v.
[4] AAPC, 6-II-1958, fº 132.
[5] La Tarde, 8-XI-1957, nº
9737.
[6] AAPC, 27-V-1957, fº 173-173v.
[7] La Tarde, 18-XI-1957,
nº 9745.
[8] La Tarde, 21-XI-1957,
nº 9748.
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