miércoles, 7 de diciembre de 2016

La Avenida de Colón y la Plaza de los Reyes Católicos

     Una vez concluida la construcción del Lido San Telmo se observó rápidamente que era imprescindible acometer la urbanización de la zona, pues el vetusto camino de los Tarajales de Martiánez resultaba inadecuado y poco útil, para facilitar el acceso de los visitantes a las modernas instalaciones recién inauguradas del Lido San Telmo. Por otra parte, había que utilizar la misma ruta tanto para la ida como para el regreso, lo que planteaba un serio problema, porque el camino, aparte de ser de tierra y bastante incómodo por su irregular piso, carecía de la holgura suficiente para permitir el cómodo paso de dos coches por determinadas zonas.
          Todo ello propició que se efectuase la planificación de la urbanización de la zona anteriormente comentada, pues lo primero y más inmediato, era facilitar el tránsito rodado y ello sólo podía hacerse construyendo una nueva carretera más amplia que el viejo camino, que estuviese dotada de las comodidades de una avenida moderna. Paralelamente, se llevó a cabo la construcción de la Plaza de los Reyes Católicos, frente al Lido San Telmo, con el claro objetivo de facilitar la circulación por la nueva vía abierta, pues en la zona cercana al Lido se creaba un embudo entre la ida y la vuelta, que complicaba la fluidez del tráfico.
El Paseo de Martiánez o Paseo de los Tarajales
       El Paseo de Martiánez, también llamado Paseo de los Tarajales, era un camino de tierra que conducía desde la Plazoleta de San Telmo hasta la Ermita de San Carlos. El camino estaba separado de la playa por un muro no excesivamente alto, que de trecho en trecho tenía aberturas que permitían descender hasta la playa.
El Paseo de los Tarajales, en la zona próxima al Lido San Telmo. Años 50. Foto de autor anónimo.
Pegado al muro y dentro de la playa, se plantaron en la últimas décadas del siglo XIX toda una serie de tarajales, a los que se debe el nombre común del paseo. Por el otro lado, estaba la enorme finca de plataneras de los hermanos Pedro y Sebastián Fernández Perdigón, que como comenté en una crónica anterior, antiguamente había pertenecido a Francisco García Gutiérrez, quien fue el primero que le puso un muro después del terrible aluvión de 1826. 
Paseo de los Tarajales, en la zona cercana a la Plaza de San Telmo. Años 50. Foto de autor anónimo.
El camino carecía de luz eléctrica, a pesar de que en las primeras décadas del siglo XX, los hermanos Gustavo y Guillermo Wildpret Duque pusieron con permiso municipal y a su costa, una instalación luminosa que alumbraba desde la Plaza de San Telmo hasta el Thermal Palace, a fin de facilitar el acceso de los clientes a su hermosa instalación de recreo. Luego, cuando sobrevino la decadencia provocada por la Primera Guerra Mundial y tuvieron que desmontar el Thermal Palace, quitaron a su costa, toda la instalación eléctrica.
La zona, por su belleza natural, fue incluso escogida para la filmación de escenas de películas, tal como ocurrió con la titulada “La Habanera”, dirigida por Douglas Sirk e interpretada por Zarah Leander, Ferdinand Marian y Karl Martell, entre otros [1]. Parte del film se grabó "entre la ermita de San Telmo, zonas de Santa Cruz de Tenerife y varias fincas de La Orotava  que por entonces era un lugar turístico de gran popularidad entre los alemanes", explica Fernando Gabriel Martín Rodríguez, Catedrático de Historia del Cine de la Universidad de La Laguna. A continuación, muestro un fotograma de la citada película y el cartel anunciador, y al final de la crónica doy el enlace para aquellos que quieran ver un fragmento de la película con escenas rodadas en nuestro pueblo.
Fotograma del film La Habanera (1932), parte del cual se grabó en la zona de  San Telmo. 
Cedida por Bernardo Cabo Ramón.



Cartel del film La Habanera,  dirigida por Douglas Sirk1937
En la siguiente foto se ve el viejo Paseo de los Tarajales con su muro y al fondo, el casco del Puerto de la Cruz, 
Paseo de los Tarajales y al fondo la torre de Nª Sª de la Peña de Francia
                        Años 50. Foto de autor anónimo.  
La construcción de la Avenida de Colón
Poco tiempo después de haber terminado la construcción del Lido San Telmo, el ayuntamiento  portuense a la cabeza del cual estaba D. Isidoro Luz Cárpenter, inició el segundo proyecto, consistente en construir una auténtica avenida, con el objeto de realzar la zona y hacerla más atractiva para los turistas visitantes y de paso, facilitar el acceso tanto al Lido San Telmo, como a las instalaciones hoteleras que ya estaban construyéndose, tales como los hoteles Bélgica, Tenerife Playa, Las Vegas y Valle-Mar, situados los dos primeros en la zona cercana al desaparecido Charco de la Coronela y los otros dos en las cercanías de la Ermita y del recién construido Lido San Telmo.
En abril de 1958, el pleno del ayuntamiento examinó el anteproyecto de urbanización de la nueva avenida a construir sobre el viejo Paseo de los Tarajales, elaborado por el arquitecto municipal Luis Cabrera Sánchez-Real, y después de su examen, acordó formular varias propuestas, consistentes en señalar que el ancho de la vía para el que se estipulaba diecisiete metros, no debía ocupar parte de la Playa de Martiánez y que los metros citados debían ser destinados para aceras interiores en la línea de edificios, la más alejada de la playa, diez metros para una calzada destinada a la circulación rodada, y otros cinco metros de acera exterior, inmediata a la playa, en forma de Paseo Marítimo. Asimismo, se indicó que debía dejarse en la acera exterior, el espacio necesario para la plantación de arbolado con objeto de embellecer la zona.
                       Antiguo Paseo de Martiánez. A la izquierda, en construcción los Hoteles Valle Mar                                                                          y  Las Vegas. 1958. Foto de autor anónimo.
Se celebró una nueva sesión del consejo municipal, en agosto de 1958, en la que el alcalde informó que se había constituido una Junta de Vecinos, integrada por todos los  propietarios de los inmuebles afectados por las obras, que en sucesivas reuniones habían acordado llevar a cabo esta importante mejora para el sector, siempre y cuando el ayuntamiento aportase el 45% del importe de la obra. 
En la citada sesión, el acalde accidental, Juan Méndez Reverón, manifestó que ante la imposibilidad económica de afrontar el gasto de la construcción del nuevo Paseo Marítimo sólo por el municipio, se había formulado una propuesta a la sucursal del Banco Exterior de España del Puerto de la Cruz, para conseguir un crédito suficiente para llevar a cabo tan importante obra. Comunicó que como consecuencia de tales gestiones, el citado banco había otorgado un crédito de 2.000.000 de pesetas, garantizando el ayuntamiento el reintegro del 45% de la cantidad que se invirtiese en las obras y el resto, los propietarios de los inmuebles afectados por la mejora, a excepción de aquellos que aportasen el efectivo directamente. 
Después de su informe, en un pleno al que asistieron doce de los trece miembros que legalmente integraban la corporación, es decir la práctica totalidad, los concejales asistentes acordaron por unanimidad, aprobar la constitución y los estatutos de la Junta de Vecinos formada por los propietarios de los inmuebles situados en la zona de la avenida proyectada así como también, aceptar la propuesta del alcalde de la aportación del 45% del importe de las obras de urbanización de las citadas vías, que se librarían en la proporción correspondiente a las certificaciones de obras expedidas. 
Igualmente se acordó aceptar la apertura de la cuenta de crédito abierta por el Banco Exterior de España de 2.000.000 de pesetas, haciéndose cargo el municipio del abono del 45% del importe de las obras en las condiciones propuestas, que consistían, en una amortización en dos años, por vencimientos trimestrales, sin que surgiera baja alguna en el primer trimestre y teniendo en cuenta que dicho crédito era al 6% anual, más el 0,25 % de comisión y gastos propios de la operación, asignando para la amortización los ingresos pendientes de la carta económica municipal en una cuantía de 50.991,42 pesetas mensuales más los gastos bancarios. El pleno facultó a la alcaldía para la firma de una letra de cambio de 2.000.000 de pesetas, y sus renovaciones trimestrales hasta su total pago.
Además, atendiendo a la propuesta formulada por la Junta de Vecinos, se acordó aprobar la adjudicación de la obra al contratista Luis Díaz de Losada, por el presupuesto de 2.135.151,45 pesetas, más los honorarios del arquitecto y el coste del desmonte, ascendiendo toda la obra al montante total de 2.431.478,21 pesetas, indicándose no obstante, que dichas obras deberían estar supervisadas por los técnicos municipales. 
Los detalles técnicos de la obra
La obra se hizo manteniendo el trazado del antiguo paseo, cuyo suelo fue nivelado, asfaltado y aumentado de anchura. A ambos lados de la nueva avenida se construyeron dos aceras, cuyo suelo se cubrió con pavimento multicolor, siendo la acera más cercana a la zona de la playa, mucho más ancha que la otra. Estas aceras se extendían desde el Lido de San Telmo, hasta aproximadamente el lugar donde se hallaban las antiguas Piscinas de Martiánez.
Los trabajos dieron comienzo el 14 de octubre de 1958, fijándose un plazo para la ejecución de obra de un año, pero a finales de ese mes, en una junta celebrada el 28 de octubre, el alcalde comunicó a los concejales, que con motivo de las obras de urbanización de la Avenida de Colón, se habían presentado problemas incidentales que convenía ir resolviendo para no interrumpir los trabajos. Se refería a las propiedades particulares de varios propietarios de la zona, que al efectuar el desmonte en sus proximidades, se había comprobado la falta de cimentación necesaria para mantenerlas, habiendo llegado alguno de ellas a amenazar ruina inminente.
Añadió, que aunque el contratista estaba dispuesto a participar en el gasto de reconstrucción de los muros para que quedaran debidamente consolidados, creía necesario ponerlo en conocimiento de esta corporación, que acordó dar su conformidad a la demolición del muro de la Piscina de San Telmo por su estado ruinoso y de aquellos otros que se encontraban en las mismas condiciones.  
   Esta medida, que supuso un incremento del coste de la obra de urbanización de la vía que comunicaba las Piscinas de San Telmo con la zona este de la Playa de Martiánez, además anulaba el acuerdo municipal tomada durante la construcción del Lido San Telmo, en el que se había acordado mantener el muro primitivo y no aumentarlo en altura, señalando que “el muro detrás de las cabinas de baño se  realizará la obra de conformidad con esta Alcaldía, para evitar le quiten la vista a los viandantes del camino que conduce a la Playa de Martiánez”
Con la demolición del muro, exigida por su estado de ruina, aunque se contradijo el acuerdo, se mantuvo su espíritu, pues al no levantarse un nuevo muro en sustitución del derribado, no existía ningún impedimento para que los viandantes pudieran ver desde la Avenida todo el interior del Lido San Telmo.

El Lido San Telmo, con el muro protector ya derribado. 1960. Foto de autor anónimo.
   Una vez resueltos estos problemas, el adelanto de las obras fue tal, que la nueva avenida en su conjunto y a falta de perfilar pequeños detalles, estaba terminada a mediados de diciembre de 1958, es decir, aproximadamente, un poco más de dos meses y medio, tiempo muy inferior al año de plazo suscrito en el contrato inicial.  A pesar de la escasa calidad de la imagen, pongo esta foto para mostrar la resonancia que la construcción de la Avenida de Colón tuvo en la isla, tal como lo acredita esta foto publicada en portada del periódico La Tarde, el 28 de noviembre de 1958. 
Comienzo de la construcción de la Avenida de Colón. Foto de Fregel publicada en La Tarde.
En la fotografía siguiente publicada en un número extraordinario del periódico la Hoja del Lunes, se muestran una imagen de la nueva avenida en construcción, que permite ver que lo primero que se realizó fue la amplia acera con mosaicos multicolores. En mitad de la calzada, se puede ver examinando un detalle de la foto anterior, montículos de grava situados sobre el pavimento, probablemente, porque la fotografía hecha por el fotógrafo portuense Imeldo Bello Baeza, fue hecha poco tiempo antes de procederse al asfaltado de la citada Avenida.  
  Construcción de la Avenida de Colón. Se aprecia asimismo, la Piscina de Martiánez, el Hotel Bélgica
terminado y el Tenerife Playa en construcción. Foto de I. Bello Baeza cedida por Rafael Llanos.



                            Detalle ampliado de la foto anterior, donde se aprecia  la acera ya terminada                                                                                   y la calzada a punto de ser asfaltada.
En cuanto a los datos técnicos de la obra realizada, la nueva avenida tenía una longitud  de cerca de un kilómetro, con una anchura de luz de diecisiete metros, de los que diez metros y medio correspondían a la carretera para los vehículos, con dos calzadas, y el espacio restante, se destinaba para dos aceras, una interior, situada más lejos de la costa de dos metros de anchura y la otra exterior, paralela a la costa, de cinco metros de anchura. 
La Avenida de Colón ya terminada, vista desde La Paz. 1959. Detalle de una foto de I. Bello Baeza
Para terminar la nueva vía, se asfaltaron 7.947 metros cuadrados de calzada, que previamente fueron cubiertos por una cantidad igual de encachado de piedra, ya que por la configuración especial del terreno, el firme no se había colocado sobre arena. Se instalaron veinte y cuatro farolas de dos brazos y una de cuatro, para proporcionar a la nueva avenida la luz necesaria, pues en cuanto se acabaron de construir los nuevos hoteles, con sus nuevos carteles luminosos, terminaron por dar al conjunto un excelente aspecto.
Igualmente, se completó el paseo colocando una red de aguas y varios pozos ciegos de desagüe, ya que la fisionomía especial del terreno hizo innecesaria la realización de obras más amplias para el alcantarillado. Para terminar con los datos técnicos, diré que se colocaron 2.847 metros cuadrados de losetas multicolores a lo largo de las dos aceras de la nueva avenida.
Terminando la instalación eléctrica en la Avenida de Colón. Autor anónimo.
                     La Avenida de Colón y la entrada al Lido San Telmo. 1958. Foto de autor anónimo,                                                                             cedida por Bernardo Cabo Ramón.

                               Avenida de Colón con las adelfas recién plantadas. Foto de autor                                                                                           anónimo cedida por Bernardo Cabo Ramón.

La inauguración de la Avenida de Colón y sus repercusiones
La prensa tinerfeña se hizo eco de este evento y así el periódico La Tarde publicó en su número del miércoles 19 de diciembre, concretamente en la página tres, un amplio reportaje elaborado por el periodista Almadi (acrónimo con el que escrbía Álvaro Martín Díaz), que realizó una entrevista al alcalde portuense D. Isidoro Luz Carpenter, quien contestando a sus preguntas, comentó que el coste de la construcción de la Avenida de Colón había sido de dos millones seiscientas mil pesetas, de las que los propietarios de la zona abonaron un millón y el ayuntamiento el resto.
En un pleno municipal el alcalde Isidoro Luz Cárpenter expuso a los miembros de la corporación, que la Junta Directiva del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), le había formulado una propuesta para que se denominara una calle de las que tenía que ser objeto de urbanización en el sector de Martiánez, con el nombre del primer Almirante de Castilla Cristóbal Colón, al que se le debe, junto al esfuerzo de los Reyes Católicos, el descubrimiento del Nuevo Mundo. Se acordó aceptar la propuesta y dar el nombre de Avenida de Colón al paseo, que partiendo de la Plazoleta de San Telmo, llegaba hasta la altura de la Piscina de Martiánez.
La implicación del IEHC en el realce de la inauguración de la Avenida de Cristóbal Colón, fue mucho más allá del mero hecho de haber propuesto el nombre del descubridor de América a la nueva Avenida, sino que por la misma época de la inauguración de la nueva avenida, la junta directiva del IEHC organizó una serie de tres conferencias en su sede social, la primera de la cuales llevaba por título “Colón a través de sus biógrafos”, impartida la Licenciada en  Historia de América y Presidenta de la Institución Analola Borges, a la que siguió “Cristóbal Colón y Dª Beatriz de Bobadilla”, que estuvo a cargo del profesor de la Facultad de Letras e historiador colombino D. Alejandro Cioranescu y finalmente, la tercera, que fue impartida por el catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna, el eminente historiador D. Elías Serra Rafols. El IEHC insertó el siguiente anuncio en el periódico la Tarde, para dar a conocer a los socios de la institución y al público en general,  la celebración del citado ciclo de conferencias.   
                            Anuncio del IEHC  en el periódico La Tarde de un ciclo de conferencias con                                                motivo de la inauguración de la Avenida de Colón.
La inauguración de la Avenida de Colón se hizo el 20 de diciembre de 1958, con asistencia de las máximas autoridades provinciales militares, como el Capitán General de Canarias D. José María López Valencia, y civiles como el Gobernador Civil D. Santiago Galindo Herreros, siendo el primero el encargado de cortar la simbólica cinta que teóricamente daba paso a la nueva avenida y el segundo el que descubrió la placa con el nombre “Avenida de Colón”, que fue puesta sobre la pared externa del Lido San Telmo.
            Inauguración de la Avenida de Colón por el Gobernador Civil D. Santiago Galindo                                                                Herreros en presencia de D. Isidoro Luz Cárpenter. 20-XII-1958. Autor anónimo.
El periódico La Tarde se hizo eco de la inauguración de la Avenida de Colón, insertando una foto de la Avenida hecha por el fotógrafo portuense Fregel en su primera página y dedicando una reseña al acto en los términos siguientes:“El sábado vivió el Puerto de la Cruz una jornada de gran emoción cívica y popular, con motivo de la inauguración de una obra de gran transcendencia urbana. Se hallaban presentes el Capitán General de Canarias, Teniente General D. José María López Valencia, el Gobernador Civil D. Santiago Galindo Herreros así como otras autoridades. Asimismo, concurrieron al acto, el arquitecto de la obra. D. Luis Cabrera Sánchez-Real y el contratista de la misma D. Luis Díaz de Losada.
Numeroso público se congregó a lo largo de la Avenida, que lleva el nombre de Cristóbal Colón. Se hallaba presente la corporación municipal en pleno, ocupando lugar preferente las señoras esposas de las autoridades. Ofició el acto el Superior de los Agustinos y el alcalde D. Isidoro Luz Cárpenter pronunció breves palabras de agradecimiento a las autoridades y a los técnicos, así como a los dueños de los terrenos por su valiosa colaboración.
El Gobernador Civil también expresó  su gratitud a cuantos han colaborado con el alcalde en esta obra, con las que se demuestra que no existen dificultades para una empresa, cuando el entusiasmo y el patriotismo se ponen a su servicio. Destacó las dotes políticas que concurren en el Sr. Luz Cárpenter, las que ha puesto en el servicio de su pueblo. Sus palabras fueron subrayadas con grandes aplausos.
Seguidamente, a los acordes del Himno Nacional, ejecutado por la Banda Municipal, el Capitán General cortó la cinta simbólica que cerraba el paso a la nueva avenida y el Gobernador Civil descubrió la lápida que da el nombre del Descubridor de América a la bella vía.
Las autoridades y representaciones se trasladaron a la Piscina de San Telmo, donde se sirvió un “lunch”, teniéndose toda clase de atenciones con los presentes”.
Al día siguiente de la inauguración el mismo periódico La Tarde, publicaba en su primera página una nueva foto de la Avenida de Colón, poniendo como píe de foto estas palabras:”La Avenida de Colón del Puerto de la Cruz, inaugurada en la tarde de ayer, abre jubilosas perspectivas hacia el porvenir turístico de la isla entera. La graciosa curva de su trazado, la amplitud de su paseo junto al mar, la esbeltez de las farolas y el colorido del sencillo barandaje, armonizan con el todo urbanístico que allí crece en grandes hoteles y con el alborozo musical del oleaje próximo que revienta, como nieve en la playa”.   
 A partir de ese momento, la Avenida de Colón se constituyó en el lugar escogido por los portuenses y visitantes para pasear, muy especialmente en el verano, porque a la bondad del clima se unía la espectacularidad que revestían las puestas de sol contempladas desde la Avenida de Colón.
A continuación pongo dos fotografías en blanco y negro de la Avenida de Colón, poco tiempo después de su inauguración, realizadas por el fotógrafo portuense Imeldo Bello Baeza.
                            Avenida de Colón. 1959. Foto de I. Bello Baeza.
                 Avenida de Colón. 1959. Foto de I. Bello Baeza.
Me ha parecido interesante mostrar diversas imágenes de la citada avenida en diferentes puntos de su recorrido, utilizando para ella las fotos coloreadas por Rafael Afonso Carrillo, pues dan una imagen más real de la belleza y el empaque que tenía la Avenida de Colón en los años siguientes a su inauguración. En la primera de las fotos, vemos la entrada al Lido, el Hotel Vallemar y parte del comienzo de la Avenida de Colón, después de pasada la Plaza de San Telmo, mientras que en la segunda se aprecia la Avenida a la altura del Hotel Vallemar.
 La Avenida de Colón, la entrada al Lido San Telmo y el Hotel Valle-Mar. 1962. Autor anónimo. 
     Avenida de Colón a la altura del Hotel Vallemar. Años 60. Autor 
               desconocido, coloreada por R. Afonso Carrillo.
En esta otra vemos, la avenida a la altura del Lido San Telmo, frente al Hotel Valle-Mar y se puede apreciar la bella panorámica de que se disfrutaba desde la Avenida de Colón en invierno, pudiendo pasear en ropa veraniega, contemplando a lo lejos la ingente mole del Pico Teide nevado.
                                          Avenida de Colón, a la altura del Hotel Vallemar. Al fondo el                                                                                                                Teide nevado. Años 60. Foto de autor anónimo.
En la siguiente, observamos las piscinas del Lido San Telmo casi a la altura de la Avenida de Venezuela.
                           El Lido San Telmo visto desde la Avenida de Colón. Autor desconocido,                                                                                              coloreada por R. Afonso Carrillo
En esta nueva foto, vemos al Lázaro Santana con sus camellos pasando por delante del Hotel Valle-Mar, que se encontraba en sus obras de ampliación:
                                Lázaro Santana  con sus camellos. Autor anónimo. 1959.                                                                                                Restaurada y coloreada por R. Afonso Carrillo.
La siguiente foto es de la zona de la avenida situada delante del Hotel Bélgica: 
Avenida de Colón, frente al Hotel Bélgica. 1965. Autor anónimo, coloreada por R. Afonso Carrillo.
Esta otra, ya abarca la zona situada frente a la desembocadura de la Avenida Familia Bethencourt Molina, es decir, a la altura del Hotel Tenerife Playa y en ella se observa el reloj que se instaló en 1963 en el cruce de las Avenida de Colón con la Avenida del Generalísimo Franco, la actual Familia Bethencourt Molina,
                           Avenida de Colón y el reloj colocado frente al H. Tenerife Playa. 1964.                                                                                 Autor anónimo coloreada por R. Afonso Carrillo.
Finalmente, en esta última podemos contemplar el final de la Avenida de Colón justo en su encuentro con la antigua explanada de la Playa de Martiánez, que subsistió unos años más antes de la prolongación de la Avenida de Colón hasta el Acantilado de Martiánez. 
                         Encuentro de la Avenida de Colón y la vieja Terraza de Martiánez. 1960.                                                                                         Foto de autor anónimo, coloreada por R. Afonso Carrillo.
El entorno de la Avenida de Colón
Un atractivo añadido al agradable paseo por la Avenida de Colón  fue la aparición de bares y cafeterías situadas en la acera más alejada al mar, donde se podía beber unas copas, tomar un helado o un pequeño refrigerio para calmar el apetito y después bailar al compás de música en directo. Entre estas cafeterías mencionaré el Poncho, situado en los bajos del Hotel Bélgica, donde Foronda animaba a los clientes con su alegre música, y también es digna de mención la Cafetería Bar Oasis, posicionada en la esquina frente al Poncho, donde el pianista Leopoldo Ortí (dep), hacía lo propio con la clientela de esta cafetería-bar.
Al lado del Oasis, existió una sala de fiestas llamada Boite los Caprichos, que fue muy frecuentada por los jóvenes y no tan jóvenes de la época. Su entrada estaba situada justamente al lado de la Cafetería Oasis y sin caminar prácticamente más allá de unos pocos metros, se podía pasar de la cafetería a la citada sala de fiestas, pues estaban en la misma acera separadas por una escasa distancia.
 Boite Los Caprichos, al lado de la cafetería Oasis. En torno a 1962. Foto de autor anónimo.
En las tardes de verano, la Avenida de Colón era un paseo enormemente agradable, pues permitía ver unas magníficas puestas de sol sobre el horizonte, aunque tengo que añadir, que en la primera fase de la construcción de la Avenida de Colón, ésta sólo llegaba un poco más lejos del Hotel Tenerife Playa, justo donde se encontraba con la vieja Terraza de Martiánez. El paseo en invierno por la Avenida de Colón no era tan agradable, pero para esa época del año siempre se podía optar con tomar unas copas con las cafeterías reseñadas y, con la opción para los que querían bailar, acudir al Lido San Telmo o a  la Boite Los Caprichos.
Creo que con los comentarios anteriores se comprende fácilmente que el centro neurálgico de la diversión, paseo y entretenimiento en las décadas posteriores a la construcción de la Avenida de Colón, fue sin ningún género de dudas el entorno de la Playa de Martiánez, que desplazó a los ya clásicos Golden y Rancho Grande, situados en el entorno de San Telmo.
En el pleno celebrado el seis de abril de 1961, el alcalde dio a conocer las gestiones llevadas a cabo  con motivo de la petición formulada al Ministerio de Obras Públicas en solicitud de los terrenos de la Playa de Martiánez a favor de este ayuntamiento, y el secretario dio lectura íntegra a la resolución del citado Ministerio de fecha 14 de febrero de 1960, denegatorias de la petición cursada, y en la que además de los correspondientes argumentos legales, se calificaba a la Piscina de San Telmo, “de establecimiento nada estético, llamando la atención por los movimientos de tierras y plantaciones de  árboles y sobre las actividades desarrolladas en la zona de la Playa de Martiánez”.
Ante este escrito hasta cierto punto denigratorio para la obra realizada en la construcción de la  Avenida de Colón, la corporación municipal acordó por unanimidad, informar respetuosamente el Excmo. Sr. Ministro de Obras Públicas en lo que se refería al establecimiento de la Piscina de San Telmo, añadiendo diplomáticamente que, al parecer, una defectuosa información había provocado desde ese ministerio, la calificación de nada estética, cuando la realidad es que dicha piscina constituía una de las instalaciones ejemplares en su género de España, hasta el extremo de que había sido objeto de un cartel de la Sección General de Turismo, como el más claro exponente de esta ciudad, declarada de interés turístico el trece de octubre de 1955.
            Además, añadía la respuesta, “este ayuntamiento le informa respetuosamente que los trabajos realizados en la Playa de Martiánez que linda con la Avenida de Colón, se han llevado a cabo en cumplimiento de las más elementales normas de policía urbana sobre limpieza y adecentamiento, por ser uno de los lugares más concurridos de la colonia turística que nos visita y que este ayuntamiento estima conveniente exponer que la conservación y limpieza de los jardines públicos es una obligación municipal”.
            El escrito terminaba añadiendo, “nos place comunicarle que este ayuntamiento ha encargado la redacción del Proyecto de la Playa de Martiánez a técnicos competentes, que se someterá a aprobación del Ministerio de Obras Públicas para garantizar el uso general y público de los terrenos, como recreo y expansión del turismo y de la población, como han venido disfrutándolo desde tiempo inmemorial”.
Curiosamente, el tiempo vino a dar la razón al ayuntamiento, pues en julio de 1961, a menos de un del escrito citado, el alcalde portuense informó en un pleno que el municipio había sido galardonado en el concurso “Por un Tenerife más bello, alegre y optimista” en lo referente al epígrafe siete, alusivo a los jardines municipales, “concretamente por el ornato y la belleza de los jardines de la Plaza de la Iglesia, calle de Quintana y Avenida de Colón. Los premios concedidos al municipio por su labor de embellecimiento de las vías públicas, fueron recogidos por el concejal inspector, Imeldo Bello Baeza, en unión de toda la plantilla de personal del servicio de jardines municipales. Una vez escuchado al alcalde, la corporación municipal mostró su complacencia, felicitó al concejal-inspector citado y ordenó la entrega de los premios en metálico a los jardineros municipales, así como la de diplomas de mérito a los jardineros más destacados de la plantilla, haciendo constar su felicitación a todos los demás.
La Plaza de los Reyes Católicos
Poco después de la de la inauguración de la Piscina de San Telmo, en un pleno ordinario, el alcalde señaló a los concejales asistentes que con motivo de la puesta en marcha del Lido San Telmo, se había notado un extraordinario incremento de circulación por este sector, lo que hacía necesario adoptar las medidas necesarias para que se urbanizara lo más rápidamente posible la plaza proyectada en el Plan General de Ordenación Urbana, frente a la referida Piscina de San Telmo y la Avenida de Colón, para lo cual era conveniente encargar los proyectos a técnicos competentes. El pleno, después de la oportuna deliberación, acordó por unanimidad encargar al arquitecto municipal D. Luis Cabrera Sánchez-Real el proyecto de urbanización de la Avenida de Colón y a D. Juan Margarit Serrador, el de la Plaza situada frente a la Piscina de San Telmo, encargando a los interesados la rápida realización de los trabajos.   
La mencionada plaza se proyectó y construyó en el tiempo paralelamente a la Avenida de Colón, es decir, en el año 1958. En el costado norte de la plaza quedó el por entonces recién construido Lido San Telmo, al este quedó situado el Hotel Las Vegas y al oeste la Plazoleta de San Telmo. Por el lado sur, se amplió un estrecho callejón llamado de San Carlos, que venía desde la calle de La Hoya hasta la Plazoleta de San Telmo donde posteriormente se hizo la avenida calle que actualmente se denomina Obispo Pérez Cáceres.
Callejón de San Carlos. Foto de autor anónimo. 1961. Cedida por Bernardo Cabo Ramón.
En este callejón estaba la entrada posterior de la popular casa de comidas de Voluciano Izquierdo García y su esposa, Dª Carmen González Izquierdo, apodada cariñosamente como La Gorda por una tradición familiar heredada de sus tías, así como también recuerdo en la misma zona, un molino de gofio.
Dª Carmen González Izquierdo. Foto cedida por Antonio Pérez Carballo.
El callejón era muy estrecho, pero enormemente útil para comunicar la zona de la Plaza de San Telmo con la parte alta de la calle de La Hoya y más allá con la calle Lomito, un estrecho callejón que iba desde la calle Valois hasta la calle de La Hoya.
La plaza quedó terminada y fue inaugurada en diciembre de 1958, al mismo tiempo que la Avenida de Colón y a propuesta del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, se dio a la plaza citada el nombre de Plaza de los Reyes Católicos, lo que está en buena concordancia con el de la Avenida de Colón, pues es bien conocido de todos, la relación y el papel que jugaron los Reyes Católicos y Cristóbal Colón en el descubrimiento de América.
A continuación muestro varias imágenes de la zona en cuestión.
Plaza de los Reyes Católicos. Años 60. Foto de autor anónimo, coloreada por R. Afonso Carrillo.

                                Plaza de Los Reyes Católicos, Lido San Telmo y Avenida de Colón. 1964.                                                                                                   Foto de autor anónimo, coloreada por R. Afonso Carrillo.

                                      Lido San Telmo, Plaza de los Reyes Católicos y Avenida de Colón. 1962.                                                                                                  Autor anónimo coloreada por R. Afonso Carrillo.
 El Paseo de Colón venezolano
No deja de resultar curioso que nueve años después se inaugurase en tierras americanas, concretamente, en 1967 y en Venezuela, otra vía a la que se dio el nombre de Paseo Colón y que esto ocurriese en un municipio llamado asimismo, Puerto de la Cruz. Se trataba de un amplio paseo, ubicado al norte de esta ciudad situada al noroeste de Venezuela, que fue inaugurado el 3 de mayo de 1967.
Fue conocido con ese nombre debido a la plaza que en honor a Cristóbal Colón se levantaba en el lado oriental del paseo. El Paseo Colón fue por mucho tiempo el punto de reunión de las familias venezolanas de Puerto de la Cruz para el encuentro y esparcimiento, y ha sido ampliado y modificado en muchas ocasiones. Hacia el extremo este de la avenida estaba ubicada la plaza con una cruz y en el centro se encontraba un monumento a Cristóbal Colón, el cual fue retirado a principio de la década del 2000.  
[1]     Puede verse ver un amplio fragmento de esta película con imágenes del Puerto de la Cruz de 1932, en el siguiente enlace https://youtu.be/UTFLLkp_w40.