Narro
en esta y la siguiente crónica, los aspectos más sobresalientes de la zona de Martiánez de los
siglos XVIII, XIX y las cinco primeras décadas del XX, destacando los hechos que a mi
juicio son más dignos de mención.
Comento el intento de establecer un
puerto marítimo en 1769 en la zona de Martiánez, que todo parece indicar
llegó hasta la Casa Real, pero que no surtió ningún efecto positivo, por lo que
posteriormente, en 1906, aprovechando la visita que Alfonso XIII hizo a
Canarias, en su paso por el Puerto de la Cruz, los balcones, por indicación de
su alcalde, se llenaron de carteles reivindicando la construcción del Puerto de
Martiánez.
También describo las
transformaciones de los cultivos experimentados en los llamados Llanos de
Martiánez, que pasaron por la vid, los cebollinos para terminar con los
plátanos en torno a los primeros años de la década de los 60, dando asimismo
una ligera noción de cómo era el desparecido Bajío de Martiánez y de su riqueza
en flora y fauna.
El
Puerto de Martiánez
La población del
Puerto de la Cruz vivió durante muchos siglos soñando con la construcción de un
muelle que permitiese la salida al mar de los productos cultivados en la zona
norte de la Isla de Tenerife, muy particularmente el vino malvasía, que se
cultivaba en todo el norte de la isla y se embarcaba hacia Inglaterra y América, en los
numerosos barcos ingleses que venían a recogerlos transportándolos en sus
navíos hacia los países citados.
Se barajaron diversas alternativas
para la construcción de un muelle que no es el momento de comentar, pues sólo
voy a citar con cierto detalle el proyecto de construcción del Muelle de
Martiánez, que como su nombre indica se quería construir en la playa del mismo
nombre.
El cronista portuense A. Rixo [1], en
el comentario correspondiente a 1769 de sus Anales, en relación al Puerto de
Martiánez, afirma:“Celebróse una Junta
para mandar dos comerciantes comisionados ante la autoridad competente, a fin
de tratar de la construcción de un muelle, y los Diputados de este Puerto
representaron sobre que se construyese en la Playa de Martiánez (libro municipal,
nº 5, folios 178 y 188).
Un
poco más adelante vuelve a insistir sobre el tema, afirmando:”Parece que la representación acerca de lo
ventajoso que sería la construcción del citado muelle en Martiánez la escribió
el presbítero don José Viera y Clavijo, a nombre de su pariente don Antonio
Nicolás Cabeza [2], Síndico Personero
de este Ayuntamiento, cuyo papel fue dirigido al Comandante General para que lo
elevase al conocimiento de S. M. En efecto S.E. lo verificó y el Rey lo tuvo
presente. En el archivo municipal no existe ni aún copia de tan recomendable
documento, pero obtuvimos esta noticia de una memoria del señor Viera titulada
Historia de mi vida literaria, en la cual, entre las piezas que escribió, numera
dicha representación (también parece que el 3 de junio de este mismo año 1769,
se hallaba dicho señor Viera en este
pueblo, donde tuvo ocasión de observar el paso de Venus por el disco del Sol).
Indícase la fecha de 18 de mayo en que fue presentada la solicitud en Cabildo
General [3].
Probablemente, el proyecto de muelle
a que se refiere A. Rixo como elaborado por Viera y Clavijo, podría ser el que
se encuentra en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, que está reproducido
en la página 607 del libro “Apuntes para
la Historia de la Antiguas Fortificaciones de Canarias” [4], que a
continuación muestro:
Mapa del Puerto de la Cruz y la Playa de Martiánez. Dibujo anónimo. Hacia
1769.
Archivo Histórico Nacional. Madrid.
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La
zona en la que estaba proyectado construir el citado muelle se encuentra muy próxima
al Acantilado de Martiánez, justamente en la desembocadura del barranco del
mismo nombre, lo que da una idea de lo poco acertada de la propuesta, pues cada
vez que se produjera un aluvión del citado barranco, el hipotético puerto
construido hubiera sufrido serios problemas.
Imagen de la Playa de Martiánez, con la desembocadura del barranco del
mismo. En torno a 1910. Fragmento
de una foto de Marcos Baeza Carrillo coloreada por R. Afonso Carrillo.
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Playa de Martiánez, en la zona próxima al acantilado del mismo nombre.
Foto de autor anónimo coloreada por R. Afonso Carrillo.
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Para
ayudar a entender el plano anterior, describiré someramente la situación utilizando las
mismas letras que en él figuran en su parte superior derecha.
Leyenda del mapa del Puerto de Martiánez
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El
puerto planteado se apoyaba por su lado oeste en los llamados Riscos de la
Restinga (A, B, C) y por el este en el Acantilado de Martiánez, extendiéndose
hasta la altura de la llamada Laja de la Sal (F). La anchura en el borde de la
playa (AE), sería de 450 varas (unos 335 metros) y para entendernos mejor, la
posible rada abarcaría desde el muro del antiguo Charco de la Soga, hasta el borde del
Acantilado de Martiánez.
El
cierre de este Puerto estaba provisto se hiciese construyendo un dique sobre
las rocas del Restinga, hasta aproximadamente la altura de la Laja de la Sal,
un saliente rocoso del Acantilado de Martiánez, situado aproximadamente a la
altura del actual Hotel Semíramis, sobre el cual este hotel, construyó una
piscina de uso privado, puesto que acceso a ella sólo podía hacerse a través
del citado hotel, ya que este establecimiento consiguió el permiso de la
Dirección de Costas para su uso privado, y el citado permiso finalizó en 2008.
Vista de la Laja de la Sal desde el Acantilado de Martiánez. Foto cedida por Bernardo Cabo Ramón |
La Playa de Martiánez vista desde la Laja de la Sal. Foto publicada en el
periódico
Diario de Avisos (15-IX-2014) |
En
los Anales de A Rixo, en la crónica correspondiente a 1856, se afirma:“Desde el día 12 de diciembre (1856) convocó el Sr Alcalde. D. Tomás Fidel
Cólogan una Junta particular de vecinos para oír sus dictámenes acerca de la
conveniencia de construir un muelle por considerarse la medida más eficaz para
hacer revivir este decaído puerto mar. Concurrió también el que esto escribe (es
decir A. Rixo) y opinóse por lo manifestado por los
concurrentes marítimos de haber sido más ventajosa la obra y de menos gasto
construyéndolo en el Bajío de Martiánez, idea que también consta la tuvo este
ayuntamiento en 1768 y lo suministré en un apunte, para que la boca del barranco
quede sirviendo de Puerto. Por tanto se comisionó a los mismos sujetos a fin de
sondear dicho veril e informar poco más o menos de la posibilidad del proyecto,
con indicación del gasto, etc. Y el Alcalde, al tomar algunas noticias de los
señores ingenieros existente hoy en Santa Cruz, éstos le descubrieron y
confirieron privadamente un primoroso plano que con el mismo objeto y en el
propio punto de Martiánez había sido levantado por el Ingeniero de su Majestad,
don Andrés Amat de Tortosa, pero no tenía puesta la fecha. Sin embargo, puesto
que está allí diseñado el Castillo de San Carlos, cuyo fuerte sabemos fue
edificado del año 1769 adelante, claro está que después de esta época es que
hubo de ser levantado el expresado plano. Es obra muy grande, rematado con una
fortaleza por martillo, por lo que inferimos haber sido determinación del Rey
Carlos III, quien tantas defensas y mejoras se dignó erigir en estas islas”
[5].
No
he podido encontrar más información acerca de este plano que comenta A. Rixo
levantó A. Amat de Tolosa, pero sabemos por los Anales que en 1857, es decir,
un año después: “en 15 de marzo ya se
recibió orden del gobierno dirigida a D. Nicolás Benítez de Lugo, para proceder
al estudio de la construcción del muelle intentado en el Barranco de Martiánez,
aunque antes de eso se habrá ido ganando tiempo en hacer algunas sondas y
reconocimientos oportunos” [6].
En
1865, es decir, nueve años después de la reunión comentada anteriormente, siendo alcalde el mismo Tomás F. Cólogan, A. Rixo comenta:”el
ayuntamiento renovó la solicitud para
que se lleve a efecto la construcción del muelle en la Playa de Martiánez, cuyo
expediente se remitió para Madrid en el correo Almogovar, salido el 23 de julio
y cuya noticia fue publicada en el
periódico El Guanche, nº 539, del día 3 de agosto” [7].
En
1860 vuelve a comentarse en los Anales el tema del Puerto de Martiánez y A.
Rixo dice al respecto:”habiéndose sabido
que el gobierno había convenido en cooperar con cierta sumas para la
construcción del muelle de Santa Cruz de la Palma, y también para otro en la
Villa de Gáldar, isla de Gran Canaria, se reunieron algunos vecinos en nuestro
Puerto a fin de que recordando las solicitudes anteriores se reprodujese la
súplica a S. M. por igual gracia. En efecto, el Ayuntamiento con fecha 20 de
julio hizo una representación motivando los antecedentes o circunstancia por
que somos acreedores a que aquí se lleve a efecto esta utílisima obra.
Remitióse dicho documento según es de ley por conducto del Gobernador Civil,
quien exigió antes que todo le dijese el Ayuntamiento los medios con que
contaba para el coste de la mitad de la fábrica, puesto que la demás cantidad
la suministra el Estado. Y como dichos medios no era regular calcularlos hasta
saber el importe a que la obra podía ascender, según la inteligencia de los
Ingenieros, para entonces extender poco más o menos los recursos y esfuerzos
del vecindario, no estuvo por eso el señor Gobernador y se devolvió la
representación sin darle curso” [8].
El
añorado Puerto de Martiánez no llegó a construirse, pero los habitantes del
Puerto siguieron soñando con él durante casi siglo y medio después,
exactamente, 137 años, pues en 1906, con ocasión de la primera visita de un
monarca español a las Islas Canarias, el Rey Alfonso XIII las visitó y estuvo
en el Puerto de la Cruz. El alcalde de aquella época D. Melchor Luz Lima,
solicitó a los vecinos del Puerto de la Cruz y lo mismo hizo el alcalde de La
Orotava, que se colgase en los balcones y en todos los lugares bien visibles,
el nombre del Puerto de Martiánez, como una especie de recordatorio al monarca
español, de que el Valle de la Orotava y no sólo el Puerto de la Cruz, seguían esperando por este anhelado proyecto.
Recorte de la foto
anterior que permite leer el mensaje de la bandera española que adornaba
la
vivienda del Dr. D. Víctor Pérez, en el muelle del Puerto de la
Cruz.
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Muestro
a continuación una foto del desaparecido Hotel Victoria de La Villa de la Orotava, en cuya
fachada también se colocó un cartel reivindicativo de la construcción del
Puerto de Martiánez, pues en este momento, los intereses de ambos municipios
eran coincidentes en este punto.
La
reivindicación del Valle de la Orotava para lograr la construcción del anhelado
muelle del Puerto de la Cruz no surtió el efecto deseado y quedó sumida en el
baúl de los recuerdos.
A
este respecto, comento que muy recientemente, concretamente en 2003, con motivo de
la polémica sobre el muelle deportivo y comercial que se postula construir en
la zona comprendida entre el actual muelle del Puerto de la Cruz y Playa
Jardín, en un artículo publicado en 2013 por Noé Ramón en el periódico digital
“canariasahora” [9], se mostró el proyecto del arquitecto Joaquín Galera para la
construcción de un nuevo puerto comercial y deportivo de Puerto de la Cruz, situado a la
entrada del núcleo turístico de la Zona de Martiánez. Según la noticia de la
prensa digital, J. Galera lanzó una propuesta para la construcción de un nuevo
puerto deportivo y comercial, situado a la entrada del núcleo turístico de
Martiánez, y el arquitecto opinaba que su propuesta daba respuesta a una
reivindicación histórica del Puerto de la Cruz.
Este
puerto, según su promotor, ofrecería un atraque idóneo para las embarcaciones
que comunicasen el norte de Tenerife con la isla de La Palma y en su proyecto
se contemplaba que dispondría de aparcamientos de embarque de vehículos,
guaguas y camiones, una estación marítima, paseos y zona de ocio. Una
importante ventaja sería la comunicación directa con la autopista sin
interferir con el tráfico de la ciudad.
El arquitecto criticaba que por medio del modelo
elegido para construir esta obra, la empresa privada se apropiaba y beneficiaba durante 30 años del mejor y único suelo público que dispone la ciudad junto al
mar y no ofreciera un atraque comercial para las comunicaciones con la isla de La
Palma. En su opinión, el nuevo podía generar una amplia
área de actividad comercial y aparcamientos, en detrimento de la zona turística
y comercial de Martiánez, lamentando asimismo el arquitecto de que la obra fuera
a incrementar los problemas de accesibilidad y circulación en la zona citada.
Proyecto de Puerto en
Martiánez. Autor Joaquín Galera, según
el periódico digital
canariasahora del día 25-5-2013.
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Los
Llanos de Martiánez en el siglo XIX
Como
todos los portuenses conocemos, con el nombre de Llanos de Martiánez se designó
a lo largo de los siglos XIX y XX, toda una extensa zona de cultivo, que
abarcaba desde el Paseo de Aguilar y Quesada, hasta la Ermita de San Telmo,
bordeando toda la costa, y subiendo paralelo a la calle de La Hoya hasta el
mencionado Paseo de Aguilar y Quesada. Comento a continuación, algunos de los
incidentes que afectaron a la zona, cambiando su fisionomía, a lo largo de los siglos XVIII, XIX y la
primera mitad del XX. Utilizaré
para ello los atinados y certeros comentarios que el cronista portuense A. Rixo
hace en sus Anales, señalando con la correspondiente cita, la pagina en la que se encuentra el comentario.
Así, en 1817, “los pudientes emprendieron cercar todo el
Paseo o Vuelta de Martiánez con una pared de piedra y barro encalada y además
se hizo un poyo que fue nombrado como de los patrones, aludiendo a que varios
jugadores de cartas habían señalado un cierto tanto por ciento de sus ganancias
para este y otros objetos públicos” [10].
En
1838 afirma que: “los días 23 y 24 de
enero hubo en el Puerto de la Cruz un gran mar de leva, que a las horas de la
mar llena, tanto de día como de noche, el mar enfurecido hizo un notable
destrozo en toda la ribera del Puerto de la Cruz. En los Llanos de Martiánez,
el mar subió por los sembrados que miran al naciente más de 30 varas, y quince
varas por la parte de los que caen al norte, acabando de arrasar la pared de
aquel paseo, llevándose la cruz que señalaba la sepultura de los náufragos de
1826. El mar estaba tan encrespado que saltó saltó por encima de la Batería de
San Telmo, la cual encharcó, dejando dentro un jurel de mediano tamaño y
separando un pedazo de la pared de entrada por haber movido los cimientos de
roca viva” [11].
Resulta
interesante reseñar el comentario que hace el crónica portuense A. Rixo en
relación a las costumbres de nuestro pueblo, y así señala en las observaciones
que formula al final del año 1860 en su obra, comenta, “Otra mudanza que se advierte en los usos y costumbres de nuestro
pueblo, es que durante la tres primeras décadas del corriente siglo, las damas
principales casi no se ocupaban sino de hacerse recíprocas visitas, disponer
buenas comidas, y después al balcón o las ventanas, por la tarde al Paseo
constante de Martiánez, y a la noche a las tertulias donde también solía haber
mesa de juego, música y pérdida de tiempo. Pero sus hijas y aún las pocas
ancianas que de aquella época nos quedan, menos ricas y más racionales, no
siguen la misma huella y se las ve ocupadas en las tareas domésticas, cuidando
de sus intereses rurales, particularmente después de introducido el cultivo de
la cochinilla, que ejercita a muchas familias de todas clases”[12].
El
comentario nos permite conocer que en las primeras décadas del siglo XIX, el
Paseo de Martiánez era un lugar frecuentado por las damas de la buena sociedad
portuense que iban allí por las tardes a pasear cogiendo las brisas del mar.
En 1847 la corporación
municipal presidida como alcalde por D. Andrés González de Chaves “había cedido el permiso a D. Francisco
García Gutiérrez de tapiar el camino, o pública serventía, que había sido siempre
para transitar desde la esquina de arriba de la batería de San Telmo hasta las fuentes
y huertas de Martiánez, cuyos llanos atravesaba en dirección norte, sur y este,
percibió cosa de trescientos pesos corrientes
por ello, del don Francisco, los
cuales invirtió en pintar la sala
consistorial, adornarla con un nuevo sitial, mesa de caoba, silla y bancos de ídem
forrados de damasco” [13].
En
1852, “aprovechando la estación húmeda,
mandó el alcalde constitucional Álvarez Rixo a hacer un plantío de más de 150 taroyes
o tarajales en el contorno del Paseo de Martiánez, que de su misma orden había
murado, según compromiso con don Francisco García Gutiérrez”, [14]. D.
Francisco era el propietario de estos terrenos y de la hermosa casa que pocos
años después se convirtió en el Hotel Martiánez.
En
1859, “siendo de necesidad para la
seguridad del tránsito seguro la recomposición del muro que resguarda el camino
de Martiánez se puso ahora por obra con servicio vecinal” [15]. La mayor parte de la orilla de
la playa que lindaba con el mencionado muro, concretamente desde la Ermita de
San Telmo, hasta la Ermita de San Carlos, estaba cubierta por un gran número de
tarajales, cuya utilidad cara a los bañistas que buscaban su sombra para
resguardarse de los rayos solares era más que discutible, porque de sus ramas
caían gotas de agua, probablemente procedentes de la condensación de los
vapores del agua de mar, que manchaban las ropas de los incautos que se
sentaban debajo de ellos.
En
1863, el alcalde D. Tomás Fidel Cólogan “se
había preocupado de replantar los tarajales del Paseo de Martiánez, pues sólo
quedaban diez de los muchos que se habían plantado por el alcalde A. Rixo en
1852, ya que la barbarie de la gente había ido destrozando los restantes” [16].
Respecto
a la plantación de tarajales iniciado por A. Rixo todavía hay una nueva reseña
en los Anales y así, en 1871 se comenta que en febrero “volvióse a podar la arboleda de tarajales del Paseo de Martiánez, cuya
leña valió al Ayuntamiento … pesos corrientes, y sirve de dato para demostrar que se pueden proporcionar algunos
arbitrios al municipio a fin de que todo no gravite sobre los bolsillos de los
vecinos. Había comenzado este plantío previendo su futura utilidad el Alcalde
Constitucional Álvarez Rixo en 1851; el populacho fue arrancando la mayor parte
pero se repusieron con muchos más por el Alcalde D. Tomás F. Cólogan, ayudado
por el celo patriótico de D. Tomás López, los años 1864 a 1867”[17].
Tarajales en la Playa de Martiánez. Foto de autor anónimo.
Años 40
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Entiendo
la defensa que hace A. Rixo de los tarajales como pequeña fuente de ingreso de
las escasas y mermadas arcas municipales, pero estos árboles, aparte de servir
como provisión de leña, para poco más eran útiles, pues con la maresía goteaban
de sus ramas abundantes gotas de un líquido terroso, parte agua y parte de un
exudado del árbol, que manchaba permanentemente todo lo que se encontrara
debajo de los árboles, por lo que tampoco eran excesivamente útiles para resguardar a los playeros del sol.
A.
Rixo comenta en sus Anales [18]: “En 1871
encalló en la Playa de Martiánez un gran pescado que según se dijo era de la
clase de los atunes y venía ya en putrefacción”.
Los Llanos de Martiánez empezaron a
cubrirse de color a finales del XII y en las primeras décadas del XX, pues fue
el momento en que adquirió gran fuerza la exportación de cebollinos. Posteriormente
fueron cubriéndose del verde de las plataneras y así estuvieron hasta su
desaparición a lo largo de la década de los 60.
Plantación de cebollinos
en los Llanos de Martiánez. Foto de autor anónimo, coloreada por R. Afonso Carrillo.
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Los Llanos de Martiánez
cubiertos de plataneras. En torno a 1940. Foto de autor anónimo
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El
Bajío de Martiánez en el siglo XX
Comienzo
diciendo que en este apartado voy a tratar tanto del llamado Bajío de
Martiánez, concretamente de la zona de la playa que se extendía desde el final
de la terraza que se hallaba frente a las desaparecidas Piscinas de Martiánez,
hasta las proximidades de la Ermita de San Telmo, como de la zona más habitualmente
utilizada para el baño, que se extendía entre la llamada Carpeta, a los pies
del camino que permitía el ascenso hasta el Acantilado y la Fuente de
Martiánez, hasta aproximadamente la zona en que se situaba la Ermitas de los
Tarajales o de San Carlos.
Desde
San Telmo hasta la zona en que la estuvieron situadas las antiguas Piscinas de
Martiánez, se extendía un camino de tierra popularmente conocido como Paseo de
Martiánez o Paseo de los Tarajales, que por el sur estaba limitado por el muro
de los Llanos de Martiánez y por el norte con un muro de piedras y cemento, que
a trechos tenía unas aberturas con unas pequeñas escaleras que permitían
acceder a la playa desde el paseo, cuyo parte sur estaba plantada tal comentamos
anteriormente de tarajales.
Esta
zona era escasa en arena, pues en su mayor parte eran piedras de muy diferente
tamaño, que iban desde unos pocos centímetros hasta medio metro o más, lo que
hacía difícil el caminar descalzo salvo para los más habituados que ya tenían
los pies endurecidos. Sin embargo, el bajío era enormemente rico en moluscos y
sin demasiados problemas se podían coger pulpos por los charcos así, como
lapas, burgados y erizos.
Costado oeste de la Playa
de Martiánez, con su clásico pedregal. Foto de autor anónimo
.
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Termino la crónica comentando que en la segunda mitad del siglo XIX, la zona del Charco del Molino y aledaños era ampliamente utilizada por los pescadores de caña, para coger la que en aquella época llamábamos "miñoca", término gallego que al igual que otros muchos adoptamos para designar las lombrices de mar, Se guardaban junto con un poco de arena húmeda para facilitar su supervivencia y después de eliminar la arena del mar, se solían mezclar con teja molida, para facilitar su extracción y manejo. Durante la pesca la miñoca se fijaba al anzuelo, pues era una magnífica carnada para las pesca, ya que como permanecían durante un cierto tiempo vivas, se movían y retorcían en el anzuelo atrayendo así los peces.
[1] Anales, p. 82-83.
[2] Anales, p. 82. Al comienzo de los comentarios de 1769, A. Rixo
afirma:”Aquí observaremos que en esta
época estaban tan indeterminadas las atribuciones de los empleados municipales,
que consta como el seis de mayo D. Antonio Nicolás Cabeza, que ya era Personero
también, hacía las veces de Alcalde interino.
[3] Anales, p. 82-83.
[4] Apuntes para la Historia de la Antiguas Fortificaciones de
Canarias. José María Pinto de la Rosa. Museo Militar de Canarias. Ed. Juan Tous
Meliá. 1996, p. 607.
[5] Anales p. 416
[6] Anales p.417.
[7] Anales, p.469
[8] Anales 430-31.
[9] Noé Ramón, periódico digital canarias ahora, 25-5-2013.
[10] Anales p. 261-2.
[11] Anales p. 339.
[12] Anales p. 345.
[13] Anales p. 371.
[14] Anales, p.402.
[15] Anales, p.426.
[16] Anales, p. 459.
[17] Anales p. 505.
[18] Anales p. 506
Muchas gracias por toda esta información sobre mi ciudad y su historia
ResponderEliminarUn trabajo soberbio