miércoles, 12 de octubre de 2016

La reconstrucción del Hotel Taoro

En la crónica anterior narré con detalle el incendio sufrido en el Hotel Taoro, que afectó gravemente a dos de las alas de la hermosa construcción y provocó importantes daños en su estructura. Comento en esta nueva crónica la iniciativa llevada a cabo por Adolfo Wildpret, quien poco tiempo después del incendio del Hotel Taoro, ya estaba gestionando la reapertura del viejo Hotel Tacoronte, que anteriormente había sido más conocido con el nombre de Hotel Camacho. Sabemos que lo reformó y lo volvió a poner en marcha, justo hasta que la reconstrucción del dañado Hotel Taoro, permitió a la Familia Wildpret volver a llevar nuevamente la gestión de este último hotel.
Narro asimismo, las repercusiones que el incendio y la destrucción parcial sufrida por el Hotel Taoro tuvieron en la sociedad tinerfeña, pues rápidamente se alzaron públicamente voces en la prensa reclamando la reconstrucción del emblemático hotel, que finalmente fue llevada a cabo por los accionistas de esta sociedad.
Los  Wildpret  y el Hotel Camacho de Tacoronte
       Después del incendio y del parón experimentada por el Hotel Taoro, dos de cuyas alas resultaron muy dañadas en el incendio narrado en la crónica anterior, la Familia Wildpret no se cruzó de brazos, sino que inició sus gestiones a fin de conseguir proseguir en el negocio de la actividad hotelera que venían desempeñando desde 1914 con la gerencia de este emblemático hotel.
Poco tiempo después de ocurrido el incendio del Hotel Taoro, acaecido como ya comenté el 10 de mayo de 1929, Adolfo Wildpret que estaba desempeñando una importante función en este hotel del cual era gerente su padre Gustavo Wildpret, inició gestiones para volver a poner en marcha el antiguo Hotel Camacho, situado en Tacoronte, a fin de retomar la actividad la actividad hotelera de la familia. 
Hotel Tacoronte. Foto publicada por Rafael Llanos Penedo
En un recorte del periódico La Prensa de fecha 6 de junio de 1929, es decir, a menos de un mes de haber acaecido el incendio del Hotel Taoro, aparece un anuncio comunicando a los veraneantes, la próxima apertura del Hotel Tacoronte, que se esperaba tuviera lugar para mediados del mismo mes. Al final del anuncio se decía:”Para pedidos de habitaciones y encargos, dirigirse al gerente Adolfo Wildpret” [1]. 
          Anuncio publicado en La Prensa en junio de 1929
           Poco tiempo después, concretamente el 2 de julio de 1929, aparece un suelto en el periódico La Prensa, dando cuenta de la inauguración del Hotel Tacoronte, en un acto en el que según la crónica del periódico: “se sirvió un almuerzo íntimo, al que asistieron numerosas personas de esta localidad y una representación de los más importantes diarios de isla”
           El acto fue presidido por el alcalde de Tacoronte, señor Domínguez, y sentados en la mesa de presidencia estaban Germán Reimers Wildpret, Carlos Reimers Wildpret, Luis Wildpret, y entre otros, Coroliano Guimerá, Guillermo Camacho,  y los señores García Palenzuela, Gómez Landero, Zurita y Vera y Martí, como representantes de la prensa tinerfeña [2].
  Fachada del Hotel Tacoronte. Foto de autor anónimo
Las obras de puesta a punto de la infraestructura del hotel no duraron mucho y así, finalmente, el martes, nueve de julio del mismo año, aparece un nuevo anuncio comunicando la apertura del Hotel Tacoronte. Como la lectura del anuncio puede ser difícil, la transcribo:” Tiene el gusto de informar a su distinguida clientela que ya se halla abierto dicho hotel, teniendo montado un restaurante bajo la dirección de un afamado “chef”de cocina. Precios económicos para hospedaje. Todos los domingos, a las 5 de la tarde, GRAN THE DANZANT, amenizado por un jazz-band. Para pedidos a la gerencia, teléfono interurbano” [3]. 

                   Anuncio publicado en el periódico La Prensa 9-VII-1929, nº 4043
No he podido encontrar noticias en la prensa relativas a la marcha de esta nueva aventura empresarial emprendida por la Familia Wildpret, pero si he podido confirmar que una vez el Hotel Taoro fue reconstruido y vuelto a poner en marcha, esta familia cesó en la gestión del Hotel Tacoronte, lo que pone de relieve que sólo fue un paréntesis exigido por los trabajos de reconstrucción del Hotel Taoro .
Las repercusiones del incendio
         Conviene citar para cúmulo de desdichas, que la Familia Wildpret como arrendatarios del Hotel Taoro, tenían contratada una póliza de seguros para el hotel, a la que habían dado de baja pocos días antes de que ocurriera el incendio, como era habitual cada vez que terminaba la temporada, pues el Hotel Taoro solía cerrar sus puertas por falta de clientela desde mayo hasta octubre, época conocida como temperada baja. En noviembre se retomaba nuevamente la actividad, pues volvía a comenzar la temporada alta con la llegada de clientes extranjeros procedentes de Europa. Dadas la pérdidas sufridas y la falta de una cobertura económica por un seguro de accidentes, se comprende que los tiempos posteriores al incendio del Hotel Taoro, que casi coinciden con el desmantelamiento del Thermal Palace, fueron una época verdaderamente difícil desde el punto económico para la Familia Wildpret.                      
Para dar a entender las repercusiones que tuvo el incendio del Hotel Taoro en la sociedad del Valle de la Orotava y de Tenerife en general, voy a añadir algunos comentarios aparecidos en la prensa. Así, en los días siguientes al incendio, la prensa tinerfeña entró en valoraciones sobre lo que significaba para la isla la desaparición del más emblemático hotel que poseía y que a fuerza de trabajo se había hecho con un considerable prestigio nacional y extranjero. A continuación, voy a comentar resumidamente los artículos que aparecieron en la prensa hablando del siniestro, de sus consecuencias y muy particularmente, de cuál debía ser el camino a seguir para recuperar el pulso perdido.
El periódico La Prensa, en un artículo titulado “La apremiante necesidad de reconstruir el Hotel Taoro”, después de pulsar la opinión de Martín Rodríguez Llanos, que hasta hacía poco tiempo había sido presidente del Comité Provincial de Turismo, escribía que éste afirmaba: “es preciso tener en cuenta que el hotel destruido pertenecía a una Sociedad constituida por figuras de relieve y prestigio en la vida insular, a las cuales corresponde, no sólo por derecho propio, sino también por deberes ineludibles de posición y patriotismo, tomar la iniciativa de la gestión que convenga realizar. Para llevarla a cabo, deben y pueden esperar que el país entero secunde sus esfuerzos, puesto que no a ellos, sino a todo Tenerife, interesa directamente que el Hotel Taoro no sólo vuelva a ser lo que fue, sino mucho más de lo que era, lo que por necesidad imperiosa del país y de sus aspiraciones turísticas es preciso que sea, y que sea lo antes posible.
Efectivamente, ante todo debemos confiar en la gestión y en el entusiasmo de esos señores, prohombres de relieve indudable, cuyo prestigio y solvencia son la mayor garantía de la bondad y finalidad patriótica de sus intenciones. Pero tras ello, sería necesario pensar que la obra a realizar es algo realmente arduo, no al alcance de todas las posibilidades, sin una ayuda entusiasta, desinteresada y consciente de todos. Es preciso ir con urgencia a la reconstrucción del Taoro. El país entero lo reclama y sus necesidades, cada día mayores, no se conforman sólo con la edificación de un hotel igual al construido, sino que van más allá, y exigen un establecimiento moderno, dotado de todas las exigencias de confort más refinado. Reconocemos que el intento no es pequeño ni la empresa sencilla; por eso creemos que debe ser empeño de todos, puesto que es interés general que tal hotel exista como debe existir, respondiendo a la necesidad que, aún insuficientemente, llenaba ese edificio que acaba de ser destruido por las llamas”.
El artículo proseguía mezclando la opinión editorial con la declaraciones de entrevistado, tal como vemos a continuación: “Primeramente, como dice el señor Rodríguez y Díaz-Llanos, los propietarios del hotel son los llamados a actuar o a iniciar, al menos, las gestiones precisas para lograr que tal anhelo sea una realidad en el más breve plazo y hemos de confiar en que lo harán con el mayor interés. Después, el Valle de la Orotava, principalmente afectado por la desgracia. Luego, la isla entera, y aún, junto con ella, podría entrar en la obra el capital extranjero, que también algunas compañías extrañas, especializadas, pudieran formar parte de la empresa, con pleno derecho, puesto que extranjeros también habrían de ser luego los elementos que la sostuvieran, contribuyendo al creciente auge y esplendor del gran Hotel del Valle.
Prosiguió sus manifestaciones el ex-presidente del Patronato de Turismo, declarándonos que él mismo, particularmente, se halla dispuesto a participar en la obra y como él, con gran seguridad, cuántos hijos del país se encuentran en condiciones de hacerlo, tratándose, como se trata, de algo realmente fundamental, esencialísimo, para el porvenir de la isla.
El artículo concluía afirmando:”Triste resulta, nos dijo, sobre las ruinas todavía humeantes del Taoro, suscitar estas cuestiones de mezquino interés; pero preciso es hacerlo, y hacerlo con el mayor empeño y voluntad, pues en saber aprovechar estos momentos de dolor y comprensión de la indudable desgracia, depende todo el éxito de la empresa. A la prensa corresponde sostener latente el fuego sagrado del entusiasmo, hasta que un acuerdo se adopte y la obra se encauce. Entretanto," pensemos, -llenos de optimismo-, que se hallan interesados en la cuestión las figuras más prestigiosas del país, y que de su sano interés y patriotismo puede y debe esperarse todo [4]
Vemos claramente que se abogaba por la reconstrucción del hotel siniestrado, dando para ello varias sugerencias, entre ellas la ampliación de capital de la compañía privada, incluso dando entrada, si fuese preciso, a capital extranjero.
También el periódico El Progreso se ocupó del tema en un extenso artículo del cuál extracto este largo párrafo:“Destruido por un reciente siniestro pavoroso, el Taoro no puede dejar de ser mucho tiempo el renombrado Gran Hotel para continuar siendo lo que hoy: unas cuantas paredes chamuscadas y unos montones de escombros renegridos, en la cima de una prominencia  florecida. No, el Gran Hotel Taoro tiene que volver a ser lo que fue: un soberbio establecimiento, honra de todo Tenerife. Ahora, más que nunca, que se labora con ardor por el fomento de la corriente turística, no debe privarse a ésta de tan suntuoso lugar de hospedaje, reposo y esparcimiento apacible y halagador. De aquellos escombros tiene que surgir de nuevo bello, imponente y dominador el Gran Hotel Taoro, como si la montaña en que se asentaba hubiese experimentado una floración gigantesca e incitante, de resurrección de pasados esplendores. Ya hemos dicho que el Taoro era una prestigiosa institución de Tenerife. Por patriotismo, pues, en primer lugar, aquel establecimiento tiene que ser reedificado con la mayor rapidez. En tal sentido el clamoreo es general. ¿Cómo debe acometerse la tarea de reconstruirlo? En primer lugar, las personas que hoy poseen las acciones de la sociedad propietaria—todas ricas—, son las que preferentemente se hallan obligadas a la inmediata reconstrucción del Gran Hotel. Vemos que alguna persona —quizás existan más— manifiesta que está dispuesta a contribuir con su caudal a la reconstrucción. Una ampliación del número de acciones, para dar cabida a estas aportaciones y no hacer excesivamente oneroso el desembolso a los accionistas actuales, creemos que sería determinación acertada. Pero entendemos que al Estado se le debe pedir una subvención para esa tarea, ya que la obra es de interés general, para el fomento de! turismo; y que su utilidad no es casi otra que satisfacer el espíritu patriótico del país, brindando al forastero los servicios de uno de los más espléndidos hoteles de España, y, desde luego, el más sorprendente de Canarias Algo de esto, por mediación del Patronato Central de Turismo, ha hecho el Estado en poblaciones de la Península, donde, nos parece, hasta ha llegado a construirse con dinero de la nación grandes hoteles. Además, dado el carácter de interés insular que posee el Gran Hotel, entendemos que a la reconstrucción debe aportar alguna suma este Cabildo. No son los intereses de una empresa los que se encuentran en litigio y con subterfugios pretendemos que sean puestos a salvo. No. Lo que indicamos, lo que señalamos, es que se tiene que apelar a todos los recursos hábiles para que pronto el Gran Hotel Taoro vuelva a erguirse magnífico e invitante en aquella altura que domina uno de los más bellos espectáculos que la Naturaleza brinda al hombre. Para prestigio y por decoro de Tenerife, el Taoro tiene que resurgir gloriosamente de sus propias cenizas [5].
       El incendio sufrido por el Hotel Taoro y su cierre por los graves daños sufridos durante el siniestro, afectaron no sólo a la comunidad tinerfeña, sino también a la colonia extranjera residente en el Valle de la Orotava, parte de la cual se mostró proclive a que se reconstruyera, ofreciendo incluso su desinteresada ayuda económica. Prueba de ello lo tenemos en la crónica del corresponsal portuense de finales del año 1930 en la que después de hacer una crítica a la tardanza en tomar la decisión de reconstruir el Hotel Taoro, afirmaba que “una respetable dama extranjera que residen entre nosotros desde hace algunos años, dijo que estaba dispuesta a contribuir con 25.000 pesetas, sin ningún tipo de interés”. También D. Tomás Reid, afirmó que un señor extranjero que actualmente reside en el Puerto, estaba dispuesto a contribuir con otra importante suma sin solicitar nada a cambio”  Son dos claros ejemplos del aprecio que la colonia extranjera residente en el Puerto de la Cruz, llegó a sentir por el Hotel Taoro y de su grado de implicación en la resolución de  los problemas locales. 
         Citaré por último, un fragmento de la anterior crónica, en la que se pone de relieve el malestar que despertó en la sociedad portuense, la apatía de los accionistas del Hotel Taoro para tomar la resolución de la reconstrucción del hotel,. El suelto dice literalmente lo siguiente:”hemos leído el editorial publicado en La Prensa del viernes último, en el que se ocupa de las expediciones de turistas que nos visitarán el año próximo, así como de las dificultades con que se tropiezan para su alojamiento, por la carencia en esta isla de hoteles para ello. Recuerda con mucho motivo lo mucho que se dijo a raíz del incendio del Gran Hotel Taoro y pregunta con razón sobrada ¿Qué se ha hecho de aquellos proyectos fabulosos de reedificación? ¿De aquellos famosos planes de capacitación hotelera para la isla? Nosotros, sin ninguna autoridad para ello, pero si llenos del más sincero entusiasmo diremos: la reconstrucción del hotel no se hecho por falta de recursos, sino por la apatía e indiferencia con que vienen siendo miradas desde hace algún tiempo, todas aquellas obras de interés general para el progreso y engrandecimiento de nuestra isla [6].  
Por no alargar innecesariamente esta crónica, no detallo los numerosos artículos escritos en la prensa local y alguno incluso en la nacional, en la que se reivindicaba la reconstrucción del Hotel Taoro, que ya dijimos pertenecía a una sociedad privada llamada Sociedad Taoro, de la que era presidente el señor D. Carlos Hamilton. La reconstrucción del Hotel Taoro fue un clamor popular, que tardó casi tres años en dar resultados, pero que finalmente se consiguió.

Carlos J. R. Hamilton Monteverde, figura destacada de la Compañía Taoro.
La reconstrucción del Hotel Taoro
         El 21 de febrero de 1932, es decir, casi tres años después de ocurrido el incendio apareció en el periódico La Prensa una convocatoria de Junta General convocada por la que se definía a sí mismo como ”Comunidad de los Bienes que fueron de la Sociedad Taoro”, que por su interés reproduzco literalmente: “Por acuerdo de la Comisión Administrativa de dicha Comunidad “Sociedad de Taoro”, y usando de las facultades concedidas a la misma en la reunión que se celebró por los partícipes de aquella, en la ciudad de La Laguna, a 4 de febrero de 1912, se cita a los expresados señores partícipes, o sea a los acreedores que fueron de la “Taoro”, a quien esta hizo cesión de todos sus bienes por escritura de 16 del propio mes y año, ante el Notario que fue de dicha ciudad, D. Hipólito González Rebollar, a una reunión que tendrá lugar en el salón de actos de la Sociedad “Círculo Mercantil” de esta capital, casa nº 13 de la calle del Doctor Comenge, el día 14-III próximo, a la  hora de las 15, con arreglo a la siguiente ORDEN DEL DÍA: 1º- Dar cuenta del estado en que se encuentra la administración de los bienes de la Comunidad y de las gestiones practicadas por la Comisión, a fin de que por la Comunidad se censuren o aprueben dichas gestiones, así como las cuentas rendidas por el señor Tesorero. 2º.- Presentar proyectos y planos para la reconstrucción, con los medios de que dispone la Comunidad, del cuerpo central y pabellón de la izquierda del Hotel, a fin de obtener su mejor disfrute; cuyos proyectos y planos se someten a la aprobación, para luego emprender las obras en la forma que se acuerde.
           La convocatoria proseguía con un párrafo en el que advertía a los socios que de acuerdo con lo decidido en la reunión citada de 4 de febrero de 1912, la convocatoria se hacía por medio de su publicación en los periódicos de Santa Cruz, no haciéndolo en ninguno del Valle de la Orotava, por no existir en este momento ningún periódico en la zona citada y que en consonancia con lo acordado en la reunión de 1912, se remitía un ejemplar de la convocatoria a cada uno de los asociados por correo certificado [7]. 
Desde la vecina Villa de la Orotava se anunció el comienzo de la reconstrucción del hotel:“Hasta nosotros ha llegado la noticia de que en breve darán principio los trabajos de reconstrucción del Gran Hotel Taoro, conforme al proyecto del arquitecto señor Laredo. Por lo pronto se nos dice…. El edificio que quedará muy modernizado, ofreciendo las comodidades propias de los grandes establecimientos de esta clase, y dotando sus dependencias de magnífico y confortable mobiliario.  La reconstrucción de Gran Hotel Taoro afecta directamente a la fama y prestigio turístico de Tenerife…” [8]. 
Aunque no he conseguido información detallada sobre el resultado de la convocatoria anteriormente descrita, es obvio que los asistentes dieron su voto favorable para la reconstrucción del incendiado Hotel Taoro, pues en marzo de 1932, el corresponsal en el Puerto de la Cruz del periódico La Prensa, escribía lo siguiente:”Como era de esperar, tratándose de una aspiración unánime de la isla, en la junta general celebrada el lunes último por la Comunidad de Bienes del Taoro, se acordó por unanimidad, la inmediata reconstrucción de la parte central de dicho establecimiento, que comprende el amplio salón de fiestas, comedores, cocinas y una amplia serie de habitaciones, que serán dotadas del mayor confort e higiene”[9]. 
El periódico La Prensa aparte de hacerse eco de la anterior noticia añadía la siguiente coletilla:”Al celebrar el comienzo de la obras, rogamos a la Comisión no olvide estudiar con el interés que se merece, la forma de terminar con el asfaltado de la carretera del propio hotel, hasta su entrada en esta población, por ser una mejora que reclama el turismo y el nombre de dicho importante establecimiento” [10].  
La reapertura del Hotel Taoro
En noviembre de 1932 apareció un artículo en el periódico La Gaceta en el que el periodista E. Gómez-Landero y Ballester entrevistó a Gustavo Wildpret, en el que se afirmaba que buena parte del hotel se encontraba aprovechable, en debidas condiciones de confort. Era la parte que en ese momento estaba dedicada al albergue de viajeros, y que comprendía toda el ala derecha del edificio y parte del cuerpo central. Añadía el periodista, que se disponían de unas sesenta habitaciones debidamente acondicionadas, un amplio comedor, instalado en el lugar que ocupaban antiguamente dos amplias habitaciones, un confortable bar con vistas al Puerto de la Cruz y otras dependencias accesorias. 
En cuanto a la parte destruida en el incendio, se encontraba reconstruida una parte del cuerpo central, próximo al ala derecha y se estaba trabajando en el salón de fiestas, amplio  y bien situado, el cual parecía que estaba próximo a terminarse, pues sólo le faltaban algunos detalles de su decorado. En la parte baja de este cuerpo del hotel se había efectuado una importante reforma y así, en el “foyer” de la entrada se instaló una suntuosa escalera de dos tramos, rematada en una central que daba acceso al piso principal y al comedor, en el que en aquel momento se estaba trabajando. La parte izquierda del edificio se encontraba en ruinas, cuando todavía estaba finalizando el año 1932. Se hallaba prevista la inauguración del salón de fiestas para el ocho de diciembre, con la celebración de una cena a la americana, seguida de baile, en el que anunciaban que surgirían agradables sorpresas [11].
       En el siguiente anuncio [12] se ve al binomio Gustavo Wildpret y Enrique Talg, como gerente y director, calentando motores para llevar a conocimiento de la potencial clientela, la reapertura del Hotel Taoro, después de las reformas efectuadas en el hotel y ante la inminencia del comienzo de la temporada: 

Aviso de la reapertura del Hotel Taoro y de la celebración de diversas fiestas. La Prensa 23-XI-1932, nº 8829
      En la navidad de 1932 se organizó una gran fiesta con cena en el nuevo salón, amenizada por la Orquesta Ramos, en la que se repartieron juguetes y las sorpresas típicas de estos festejos. Al terminar la cena hubo baile y se sorteó un magnífico regalo entre los asistentes, recuperando hasta cierto punto las antiguas costumbres [13].
      En el anuncio siguiente [14] se aprecia que el Hotel Taoro prosiguió después de su reinauguración, la costumbre de celebrar brillantes cenas y bailes durante las Fiestas del Carnaval.
    Anuncio de una Brillante Fiesta de Navidad en el Hotel Taoro. Gaceta de Tenerife, 20-XII-1932, nº 7258.
Menú del Hotel Taoro en el Carnaval de 1935. Foto de autor desconocido
En 1950, el general Francisco Franco Bahamonde en compañía de su esposa Dª Carmen Polo y de un amplio séquito, visitó Canarias y pasó como una exhalación por la Punta de la Carretera del Puerto de la Cruz en dirección al Jardín Botánico, donde se le rindió honores, fue recibido y atendido por el por entonces alcalde portuense D. Isidoro Luz Cárpenter y su esposa Dª Magdalena Cullen. Se le ofreció un almuerzo en el hotel y he podido encontrar una minuta del citado almuerzo firmada  por Franco y su esposa, entre otras personalidades.
El General Francisco Franco Bahamonde en el Hotel Taoro, en compañía de su esposa Dª Carmen Polo y  del alcalde portuense Isidoro Luz Cárpenter y su esposa Dª Magdalena Cullen. 1950. Foto de autor desconocido
 

Recordatorio del almuerzo ofrecido a F. Franco en el H. Taoro. 13-X-1950. A la derecha se ven las firmas                                        de Carmen Polo de Franco y debajo la de Francisco Franco.
Creo que con los datos aportados hasta el momento, se ha podido seguir, aunque sólo sea someramente, el arduo problema que planteó el incendio del Hotel Taoro, el debate que su reedificación provocó en la sociedad y prensa tinerfeña y la feliz conclusión que tuvo, pues después de su apertura siguió funcionando, aunque como tendremos ocasión de comentar a continuación, no sin serias dificultades.
El traspaso de la cesión del Hotel Taoro a Enrique Talg
         La década de los años treinta no fue muy boyante para la economía tinerfeña y tampoco para el negocio hotelero, pues el movimiento de pasajero en tránsito decayó de 65.000 a 44.000 personas [15] y el comercio y la actividad portuaria descendieron, lo que evidentemente afectó negativamente al sector turístico. También corrió el insistente rumor de que varios hoteles tinerfeños estudiaron su cierre definitivo, entre ellos el Hotel Quisisana en Santa Cruz e incluso parece que se pensó en la liquidación del Hotel Taoro, que evidentemente no llegó a producirse.
      En el año 1935, cuando Gustavo Wildpret ya tenía setenta y tres años y su salud estaba quebrantada, decidió traspasar el arrendamiento del Hotel Taoro al que había sido su amigo, y leal colaborador, Enrique Talg Schulz (1894-1962). La colaboración entre ambos se había extendido en el tiempo, desde los años veinte hasta esta época.
         Enrique Talg Schulz (1894-1962), gerente del Hotel Taoro
  Las condiciones del traspaso del arrendamiento fueron el pago de doce mil pesetas y el abono de un interés del tres por ciento anual, sobre el valor del mobiliario reconstruido o adquirido a raíz del incendio ya descrito, que recordemos tuvo lugar en 1929. El importe de estos bienes en conjunto ascendía a 50.000 pesetas, por lo que interés fijado en la cesión ascendía a mil quinientas pesetas anuales.
            Evidentemente, este traspaso fue sometido a la aprobación de los propietarios del hotel, que recordemos estaban asociados en la llamada Comunidad de Bienes Taoro, que lo aceptó sin poner trabas, firmándose el nuevo contrato de arrendamiento entre Enrique Talg y los propietarios del Hotel Taoro en mayo de 1936.
       Los bienes comprendidos en el arrendamiento eran el Gran Hotel Taoro, sus jardines, instalaciones y las acciones de agua que la sociedad poseía. El plazo del contrato era de cuatro años, es decir, hasta septiembre de 1939 y se estipulaba que podría ser prorrogado por dos trienios más, es decir, hasta 1946, estableciéndose la renta de las diferentes anualidades en 32.000, 34.000, 36.000 y 40.000 pesetas, respectivamente.
            Nuevamente, la mala fortuna iba a jugar en contra del Hotel Taoro y su nuevo arrendatario Enrique Talg Schulz, pues de todos es bien conocido que julio de 1936 estalló la Guerra Civil española, con sus desastrosas consecuencias para la sociedad y particularmente para el turismo.
Muerte de Gustavo Wildpret
           Para terminar, sólo me queda añadir, que poco tiempo pudo disfrutar Gustavo Wildpret de esta nueva fase, pues en la mañana del viernes 30 de octubre de 1936, es decir, sólo cuatro años después de la reedificación del Hotel Taoro, y pocos meses después de haber cedido el arrendamiento a Enrique Talg, Gustavo Wildpret fallecía en su casa de Villa Paz, tal como anunciaba el corresponsal de La Prensa en su nota:”En la mañana del viernes dejó de existir en su propiedad “Villa Paz”, en la jurisdicción de este Puerto, nuestro antiguo amigo Gustavo Wildpret Duque, el que durante varios años tuvo a su cargo la dirección del Hotel Taoro, siendo su fallecimiento sentido en todo nuestro Valle. Su sepelio, efectuado a las 11 de la mañana de ayer, se vio totalmente concurrido. A su señora viuda, hijos y demás estimados familiares, les significamos nuestra más sentida condolencia”[16].

Nota necrológica de D. Gustavo Wildpret Duque, aparecida en el periódico La Prensa, 1-XI-1936
Epílogo
         Termino con ésta, la amplia serie de crónicas sobre la saga comercial y personal de la Familia Wildpret y de su familia cercana la Familia Reimers, escritas para dar a conocer sus aportaciones, tanto en lo relativo al comercio como en lo concerniente a los inicios del turismo en nuestra isla y su implicación, no sólo en la faceta empresarial, sino también participando en las labores de difusión y organización de esta incipiente actividad, que en los años posteriores se convirtió en el motor de la economía del archipiélago canario..
En mi opinión, me parece un acto de justicia, afirmar que las familias Wildpret y Reimers descritas en estas crónicas, merecen un reconocimiento por su labor en pro de nuestro municipio.

[1]       La Prensa, 6-VI-1929, nº 4018.

[2]       La Prensa 2-VII-1929, nº 4037.  

[3]       La Prensa, 9-VII-1929, nº 4043.

[4]       La Prensa, 11-V-1929, nº 3.997.

[5]       El Progreso, 11-V-1929, nº 7240.

[6]       La Prensa, 28-XII-1930, nº 4480.

[7]       La Prensa, 21-II-1932, nº 6652.

[8]          La Prensa, 13-II-1932, nº 6645.

[9]          La Prensa, 20-III-1932, nº 6676.

[10]       La Prensa, 6-XI-1938, nº 10.600.

[11]     La Gaceta, 23-XI-1932, nº 7235.

[12]     La Prensa 24-XI-1932, nº 8829.

[13]       Gaceta de Tenerife, 20-XII-1932, nº 7258.

[14]       La Prensa 16-II-1934, nº 9184.

[15]     El Hotel Taoro. Cien años de turismo en Tenerife, 1890-1990. Agustín Guimerá Ravina.1991.

[16]       La Prensa 1-XI-1936, nº 9984.

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