En
la crónica anterior narré con detalle el incendio sufrido en el Hotel Taoro,
que afectó gravemente a dos de las alas de la hermosa construcción y provocó importantes
daños en su estructura. Comento en esta nueva crónica la iniciativa llevada a cabo por Adolfo Wildpret, quien poco
tiempo después del incendio del Hotel Taoro, ya estaba gestionando la reapertura del viejo Hotel
Tacoronte, que anteriormente había sido más conocido con el nombre de Hotel Camacho. Sabemos que lo
reformó y lo volvió a poner en marcha, justo hasta que la reconstrucción del
dañado Hotel Taoro, permitió a la Familia Wildpret volver a llevar nuevamente
la gestión de este último hotel.
Narro
asimismo, las repercusiones que el incendio y la destrucción parcial sufrida
por el Hotel Taoro tuvieron en la sociedad tinerfeña, pues rápidamente se
alzaron públicamente voces en la prensa reclamando la reconstrucción del
emblemático hotel, que finalmente fue llevada a cabo por los accionistas de esta sociedad.
Los
Wildpret y el Hotel Camacho de
Tacoronte
Después del
incendio y del parón experimentada por el Hotel Taoro, dos de cuyas alas
resultaron muy dañadas en el incendio narrado en la crónica anterior, la
Familia Wildpret no se cruzó de brazos, sino que inició sus gestiones a fin de
conseguir proseguir en el negocio de la actividad hotelera que venían
desempeñando desde 1914 con la gerencia de este emblemático hotel.
Poco
tiempo después de ocurrido el incendio del Hotel Taoro, acaecido como ya
comenté el 10 de mayo de 1929, Adolfo Wildpret que estaba desempeñando una
importante función en este hotel del cual era gerente su padre Gustavo
Wildpret, inició gestiones para volver a poner en marcha el antiguo Hotel
Camacho, situado en Tacoronte, a fin de retomar la actividad la actividad hotelera
de la familia.
Hotel Tacoronte. Foto publicada por
Rafael Llanos Penedo
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En un recorte del
periódico La Prensa de fecha 6 de junio de 1929, es decir, a menos de un mes de haber
acaecido el incendio del Hotel Taoro, aparece un anuncio comunicando a los
veraneantes, la próxima apertura del Hotel Tacoronte, que se esperaba tuviera lugar
para mediados del mismo mes. Al final del anuncio se decía:”Para pedidos de habitaciones y encargos, dirigirse al gerente Adolfo
Wildpret” [1].
Poco
tiempo después, concretamente el 2 de julio de 1929, aparece un suelto en el
periódico La Prensa, dando cuenta de la inauguración del Hotel
Tacoronte, en un acto en el que según la crónica del periódico: “se sirvió un almuerzo íntimo, al que asistieron
numerosas personas de esta localidad y una representación de los más
importantes diarios de isla”.
El acto fue presidido por el alcalde de
Tacoronte, señor Domínguez, y sentados en la mesa de presidencia estaban Germán Reimers
Wildpret, Carlos Reimers Wildpret, Luis Wildpret, y entre otros, Coroliano Guimerá, Guillermo Camacho, y los señores García Palenzuela, Gómez Landero, Zurita
y Vera y Martí, como representantes de la prensa tinerfeña [2].
Fachada del Hotel Tacoronte. Foto de autor
anónimo
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Las
obras de puesta a punto de la infraestructura del hotel no duraron mucho y así,
finalmente, el martes, nueve de julio
del mismo año, aparece un nuevo anuncio comunicando la apertura del Hotel
Tacoronte. Como la lectura del anuncio puede ser difícil, la transcribo:” Tiene el gusto de informar a su distinguida
clientela que ya se halla abierto dicho hotel, teniendo montado un restaurante
bajo la dirección de un afamado “chef”de cocina. Precios económicos para
hospedaje. Todos los domingos, a las 5 de la tarde, GRAN THE DANZANT, amenizado
por un jazz-band. Para pedidos a
la gerencia, teléfono interurbano” [3].
No
he podido encontrar noticias en la prensa relativas a la marcha de esta nueva
aventura empresarial emprendida por la Familia Wildpret, pero si he podido
confirmar que una vez el Hotel Taoro fue reconstruido y vuelto a poner en
marcha, esta familia cesó en la gestión del Hotel Tacoronte, lo que pone de relieve que sólo fue un paréntesis exigido por los trabajos de reconstrucción del Hotel Taoro .
Las
repercusiones del incendio
Conviene citar para
cúmulo de desdichas, que la Familia Wildpret como arrendatarios del Hotel Taoro,
tenían contratada una póliza de seguros para el hotel, a la que habían dado de baja pocos días antes de que
ocurriera el incendio, como era habitual cada vez que terminaba la temporada, pues
el Hotel Taoro solía cerrar sus puertas por falta de clientela desde mayo hasta octubre, época conocida como temperada baja. En noviembre se retomaba nuevamente la actividad, pues volvía a comenzar la temporada alta con la llegada de clientes extranjeros procedentes de Europa. Dadas la
pérdidas sufridas y la falta de una cobertura económica por un seguro de
accidentes, se comprende que los tiempos posteriores al incendio del Hotel
Taoro, que casi coinciden con el desmantelamiento del Thermal Palace, fueron
una época verdaderamente difícil desde el punto económico para la Familia Wildpret.
Para
dar a entender las repercusiones que tuvo el incendio del Hotel Taoro en la
sociedad del Valle de la Orotava y de Tenerife en general, voy a añadir algunos
comentarios aparecidos en la prensa. Así, en los días siguientes al incendio,
la prensa tinerfeña entró en valoraciones sobre lo que significaba para la isla
la desaparición del más emblemático hotel que poseía y que a fuerza de trabajo
se había hecho con un considerable prestigio nacional y extranjero. A
continuación, voy a comentar resumidamente los artículos que aparecieron en la
prensa hablando del siniestro, de sus consecuencias y muy particularmente, de
cuál debía ser el camino a seguir para recuperar el pulso perdido.
El periódico La Prensa, en un artículo
titulado “La apremiante necesidad de
reconstruir el Hotel Taoro”, después de pulsar la opinión de Martín
Rodríguez Llanos, que hasta hacía poco tiempo había sido presidente del Comité
Provincial de Turismo, escribía que éste afirmaba: “es preciso tener en cuenta que el hotel destruido pertenecía a una
Sociedad constituida por figuras de relieve y prestigio en la vida insular, a
las cuales corresponde, no sólo por derecho propio, sino también por deberes
ineludibles de posición y patriotismo, tomar la iniciativa de la gestión que
convenga realizar. Para llevarla a cabo, deben y pueden esperar que el país
entero secunde sus esfuerzos, puesto que no a ellos, sino a todo Tenerife,
interesa directamente que el Hotel Taoro no sólo vuelva a ser lo que fue, sino
mucho más de lo que era, lo que por necesidad imperiosa del país y de sus
aspiraciones turísticas es preciso que sea, y que sea lo antes posible.
Efectivamente, ante
todo debemos confiar en la gestión y en el entusiasmo de esos señores,
prohombres de relieve indudable, cuyo prestigio y solvencia son la mayor
garantía de la bondad y finalidad patriótica de sus intenciones. Pero tras ello,
sería necesario pensar que la obra a realizar es algo realmente arduo, no al
alcance de todas las posibilidades, sin una ayuda entusiasta, desinteresada y
consciente de todos. Es preciso ir con urgencia a la reconstrucción del Taoro.
El país entero lo reclama y sus necesidades, cada día mayores, no se conforman
sólo con la edificación de un hotel igual al construido, sino que van más allá,
y exigen un establecimiento moderno, dotado de todas las exigencias de confort
más refinado. Reconocemos que el intento no es pequeño ni la empresa sencilla;
por eso creemos que debe ser empeño de todos, puesto que es interés general que
tal hotel exista como debe existir, respondiendo a la necesidad que, aún
insuficientemente, llenaba ese edificio que acaba de ser destruido por las
llamas”.
El artículo proseguía mezclando la
opinión editorial con la declaraciones de entrevistado, tal como vemos a
continuación: “Primeramente, como dice el
señor Rodríguez y Díaz-Llanos, los propietarios del hotel son los llamados a
actuar o a iniciar, al menos, las gestiones precisas para lograr que tal anhelo
sea una realidad en el más breve plazo y hemos de confiar en que lo harán con
el mayor interés. Después, el Valle de la Orotava, principalmente afectado por
la desgracia. Luego, la isla entera, y aún, junto con ella, podría entrar en la
obra el capital extranjero, que también algunas compañías extrañas,
especializadas, pudieran formar parte de la empresa, con pleno derecho, puesto
que extranjeros también habrían de ser luego los elementos que la sostuvieran,
contribuyendo al creciente auge y esplendor del gran Hotel del Valle.
Prosiguió
sus manifestaciones el ex-presidente del Patronato de Turismo, declarándonos
que él mismo, particularmente, se halla dispuesto a participar en la obra y
como él, con gran seguridad, cuántos hijos del país se encuentran en
condiciones de hacerlo, tratándose, como se trata, de algo realmente
fundamental, esencialísimo, para el porvenir de la isla.
El artículo concluía
afirmando:”Triste resulta, nos dijo,
sobre las ruinas todavía humeantes del Taoro, suscitar estas cuestiones de
mezquino interés; pero preciso es hacerlo, y hacerlo con el mayor empeño y voluntad, pues en saber aprovechar estos
momentos de dolor y comprensión de la indudable desgracia, depende todo el
éxito de la empresa. A la prensa corresponde sostener latente el fuego sagrado
del entusiasmo, hasta que un acuerdo se adopte y la obra se encauce.
Entretanto," pensemos, -llenos de optimismo-, que se hallan interesados en
la cuestión las figuras más prestigiosas del país, y que de su sano interés y
patriotismo puede y debe esperarse todo [4].
Vemos
claramente que se abogaba por la reconstrucción del hotel siniestrado, dando
para ello varias sugerencias, entre ellas la ampliación de capital de la
compañía privada, incluso dando entrada, si fuese preciso, a capital extranjero.
También el periódico El Progreso se ocupó del tema en un extenso artículo del cuál extracto este largo párrafo:“Destruido por un reciente siniestro pavoroso, el Taoro no puede dejar de ser mucho tiempo el renombrado Gran Hotel para continuar siendo lo que hoy: unas cuantas paredes chamuscadas y unos montones de escombros renegridos, en la cima de una prominencia florecida. No, el Gran Hotel Taoro tiene que volver a ser lo que fue: un soberbio establecimiento, honra de todo Tenerife. Ahora, más que nunca, que se labora con ardor por el fomento de la corriente turística, no debe privarse a ésta de tan suntuoso lugar de hospedaje, reposo y esparcimiento apacible y halagador. De aquellos escombros tiene que surgir de nuevo bello, imponente y dominador el Gran Hotel Taoro, como si la montaña en que se asentaba hubiese experimentado una floración gigantesca e incitante, de resurrección de pasados esplendores. Ya hemos dicho que el Taoro era una prestigiosa institución de Tenerife. Por patriotismo, pues, en primer lugar, aquel establecimiento tiene que ser reedificado con la mayor rapidez. En tal sentido el clamoreo es general. ¿Cómo debe acometerse la tarea de reconstruirlo? En primer lugar, las personas que hoy poseen las acciones de la sociedad propietaria—todas ricas—, son las que preferentemente se hallan obligadas a la inmediata reconstrucción del Gran Hotel. Vemos que alguna persona —quizás existan más— manifiesta que está dispuesta a contribuir con su caudal a la reconstrucción. Una ampliación del número de acciones, para dar cabida a estas aportaciones y no hacer excesivamente oneroso el desembolso a los accionistas actuales, creemos que sería determinación acertada. Pero entendemos que al Estado se le debe pedir una subvención para esa tarea, ya que la obra es de interés general, para el fomento de! turismo; y que su utilidad no es casi otra que satisfacer el espíritu patriótico del país, brindando al forastero los servicios de uno de los más espléndidos hoteles de España, y, desde luego, el más sorprendente de Canarias Algo de esto, por mediación del Patronato Central de Turismo, ha hecho el Estado en poblaciones de la Península, donde, nos parece, hasta ha llegado a construirse con dinero de la nación grandes hoteles. Además, dado el carácter de interés insular que posee el Gran Hotel, entendemos que a la reconstrucción debe aportar alguna suma este Cabildo. No son los intereses de una empresa los que se encuentran en litigio y con subterfugios pretendemos que sean puestos a salvo. No. Lo que indicamos, lo que señalamos, es que se tiene que apelar a todos los recursos hábiles para que pronto el Gran Hotel Taoro vuelva a erguirse magnífico e invitante en aquella altura que domina uno de los más bellos espectáculos que la Naturaleza brinda al hombre. Para prestigio y por decoro de Tenerife, el Taoro tiene que resurgir gloriosamente de sus propias cenizas [5].
También el periódico El Progreso se ocupó del tema en un extenso artículo del cuál extracto este largo párrafo:“Destruido por un reciente siniestro pavoroso, el Taoro no puede dejar de ser mucho tiempo el renombrado Gran Hotel para continuar siendo lo que hoy: unas cuantas paredes chamuscadas y unos montones de escombros renegridos, en la cima de una prominencia florecida. No, el Gran Hotel Taoro tiene que volver a ser lo que fue: un soberbio establecimiento, honra de todo Tenerife. Ahora, más que nunca, que se labora con ardor por el fomento de la corriente turística, no debe privarse a ésta de tan suntuoso lugar de hospedaje, reposo y esparcimiento apacible y halagador. De aquellos escombros tiene que surgir de nuevo bello, imponente y dominador el Gran Hotel Taoro, como si la montaña en que se asentaba hubiese experimentado una floración gigantesca e incitante, de resurrección de pasados esplendores. Ya hemos dicho que el Taoro era una prestigiosa institución de Tenerife. Por patriotismo, pues, en primer lugar, aquel establecimiento tiene que ser reedificado con la mayor rapidez. En tal sentido el clamoreo es general. ¿Cómo debe acometerse la tarea de reconstruirlo? En primer lugar, las personas que hoy poseen las acciones de la sociedad propietaria—todas ricas—, son las que preferentemente se hallan obligadas a la inmediata reconstrucción del Gran Hotel. Vemos que alguna persona —quizás existan más— manifiesta que está dispuesta a contribuir con su caudal a la reconstrucción. Una ampliación del número de acciones, para dar cabida a estas aportaciones y no hacer excesivamente oneroso el desembolso a los accionistas actuales, creemos que sería determinación acertada. Pero entendemos que al Estado se le debe pedir una subvención para esa tarea, ya que la obra es de interés general, para el fomento de! turismo; y que su utilidad no es casi otra que satisfacer el espíritu patriótico del país, brindando al forastero los servicios de uno de los más espléndidos hoteles de España, y, desde luego, el más sorprendente de Canarias Algo de esto, por mediación del Patronato Central de Turismo, ha hecho el Estado en poblaciones de la Península, donde, nos parece, hasta ha llegado a construirse con dinero de la nación grandes hoteles. Además, dado el carácter de interés insular que posee el Gran Hotel, entendemos que a la reconstrucción debe aportar alguna suma este Cabildo. No son los intereses de una empresa los que se encuentran en litigio y con subterfugios pretendemos que sean puestos a salvo. No. Lo que indicamos, lo que señalamos, es que se tiene que apelar a todos los recursos hábiles para que pronto el Gran Hotel Taoro vuelva a erguirse magnífico e invitante en aquella altura que domina uno de los más bellos espectáculos que la Naturaleza brinda al hombre. Para prestigio y por decoro de Tenerife, el Taoro tiene que resurgir gloriosamente de sus propias cenizas [5].
El
incendio sufrido por el Hotel Taoro y su cierre por los graves daños sufridos
durante el siniestro, afectaron no sólo a la comunidad tinerfeña, sino también
a la colonia extranjera residente en el Valle de la Orotava, parte de la cual
se mostró proclive a que se reconstruyera, ofreciendo incluso su desinteresada
ayuda económica. Prueba de ello lo tenemos en la crónica del corresponsal
portuense de finales del año 1930 en la que después de hacer una crítica a la
tardanza en tomar la decisión de reconstruir el Hotel Taoro, afirmaba que “una
respetable dama extranjera que residen entre nosotros desde hace algunos años,
dijo que estaba dispuesta a contribuir con 25.000 pesetas, sin ningún tipo de
interés”. También D. Tomás Reid, afirmó que un señor extranjero que actualmente
reside en el Puerto, estaba dispuesto a contribuir con otra importante suma sin
solicitar nada a cambio” Son
dos claros ejemplos del aprecio que la colonia extranjera residente en el
Puerto de la Cruz, llegó a sentir por el Hotel Taoro y de su grado de
implicación en la resolución de los
problemas locales.
Citaré por último, un fragmento
de la anterior crónica, en la que se pone de relieve el malestar que despertó
en la sociedad portuense, la apatía de los accionistas del Hotel Taoro para
tomar la resolución de la reconstrucción del hotel,. El suelto dice
literalmente lo siguiente:”hemos leído el
editorial publicado en La Prensa del viernes último, en el que se ocupa de las
expediciones de turistas que nos visitarán el año próximo, así como de las
dificultades con que se tropiezan para su alojamiento, por la carencia en esta
isla de hoteles para ello. Recuerda con mucho motivo lo mucho que se dijo a
raíz del incendio del Gran Hotel Taoro y pregunta con razón sobrada ¿Qué se ha
hecho de aquellos proyectos fabulosos de reedificación? ¿De aquellos famosos
planes de capacitación hotelera para la isla? Nosotros, sin ninguna autoridad
para ello, pero si llenos del más sincero entusiasmo diremos: la reconstrucción
del hotel no se hecho por falta de recursos, sino por la apatía e indiferencia
con que vienen siendo miradas desde hace algún tiempo, todas aquellas obras de
interés general para el progreso y engrandecimiento de nuestra isla [6].
Por
no alargar innecesariamente esta crónica, no detallo los numerosos artículos
escritos en la prensa local y alguno incluso en la nacional, en la que se
reivindicaba la reconstrucción del Hotel Taoro, que ya dijimos pertenecía a una
sociedad privada llamada Sociedad Taoro, de la que era presidente el señor D. Carlos Hamilton. La
reconstrucción del Hotel Taoro fue un clamor popular, que tardó casi tres años
en dar resultados, pero que finalmente se consiguió.
La reconstrucción del Hotel Taoro
El 21 de febrero
de 1932, es decir, casi tres años después de ocurrido el incendio apareció en
el periódico La Prensa una convocatoria de Junta General convocada por la que
se definía a sí mismo como ”Comunidad de
los Bienes que fueron de la Sociedad Taoro”, que por su interés reproduzco
literalmente: “Por acuerdo de la Comisión Administrativa de dicha Comunidad “Sociedad de
Taoro”, y usando de las facultades concedidas a la misma en la reunión que se
celebró por los partícipes de aquella, en la ciudad de La Laguna, a 4 de
febrero de 1912, se cita a los expresados señores partícipes, o sea a los
acreedores que fueron de la “Taoro”, a quien esta hizo cesión de todos sus
bienes por escritura de 16 del propio mes y año, ante el Notario que fue de
dicha ciudad, D. Hipólito González Rebollar, a una reunión que tendrá lugar en
el salón de actos de la Sociedad “Círculo Mercantil” de esta capital, casa nº
13 de la calle del Doctor Comenge, el día 14-III próximo, a la hora de las 15, con arreglo a la siguiente
ORDEN DEL DÍA: 1º- Dar cuenta del estado en que se encuentra la administración
de los bienes de la Comunidad y de las gestiones practicadas por la Comisión, a
fin de que por la Comunidad se censuren o aprueben dichas gestiones, así como
las cuentas rendidas por el señor Tesorero. 2º.- Presentar proyectos y planos
para la reconstrucción, con los medios de que dispone la Comunidad, del cuerpo
central y pabellón de la izquierda del Hotel, a fin de obtener su mejor
disfrute; cuyos proyectos y planos se someten a la aprobación, para luego
emprender las obras en la forma que se acuerde.
La convocatoria
proseguía con un párrafo en el que advertía a los socios que de acuerdo con lo
decidido en la reunión citada de 4 de febrero de 1912, la convocatoria se hacía
por medio de su publicación en los periódicos de Santa Cruz, no haciéndolo en
ninguno del Valle de la Orotava, por no existir en este momento ningún
periódico en la zona citada y que en consonancia con lo acordado en la reunión de
1912, se remitía un ejemplar de la convocatoria a cada uno de los asociados por
correo certificado [7].
Desde la vecina Villa
de la Orotava se anunció el comienzo de la reconstrucción del hotel:“Hasta nosotros ha llegado la noticia de que
en breve darán principio los trabajos de reconstrucción del Gran Hotel Taoro,
conforme al proyecto del arquitecto señor Laredo. Por lo pronto se nos dice….
El edificio que quedará muy modernizado, ofreciendo las comodidades propias de
los grandes establecimientos de esta clase, y dotando sus dependencias de
magnífico y confortable mobiliario. La
reconstrucción de Gran Hotel Taoro afecta directamente a la fama y prestigio
turístico de Tenerife…” [8].
Aunque no he
conseguido información detallada sobre el resultado de la convocatoria
anteriormente descrita, es obvio que los asistentes dieron su voto favorable para la
reconstrucción del incendiado Hotel Taoro, pues en marzo de 1932, el
corresponsal en el Puerto de la Cruz del periódico La Prensa, escribía lo
siguiente:”Como era de esperar,
tratándose de una aspiración unánime de la isla, en la junta general celebrada
el lunes último por la Comunidad de Bienes del Taoro, se acordó por unanimidad,
la inmediata reconstrucción de la parte central de dicho establecimiento, que
comprende el amplio salón de fiestas, comedores, cocinas y una amplia serie de
habitaciones, que serán dotadas del mayor confort e higiene”[9].
El periódico La Prensa
aparte de hacerse eco de la anterior noticia añadía la siguiente coletilla:”Al celebrar el comienzo de la obras,
rogamos a la Comisión no olvide estudiar con el interés que se merece, la forma
de terminar con el asfaltado de la carretera del propio hotel, hasta su entrada
en esta población, por ser una mejora que reclama el turismo y el nombre de
dicho importante establecimiento” [10].
La reapertura del Hotel Taoro
En noviembre de 1932 apareció un artículo en el
periódico La Gaceta en el que el periodista E. Gómez-Landero y Ballester
entrevistó a Gustavo Wildpret, en el que se afirmaba que buena parte del hotel se
encontraba aprovechable, en debidas condiciones de confort. Era la parte que en ese
momento estaba dedicada al albergue de viajeros, y que comprendía toda el ala
derecha del edificio y parte del cuerpo central. Añadía el periodista, que se
disponían de unas sesenta habitaciones debidamente acondicionadas, un amplio
comedor, instalado en el lugar que ocupaban antiguamente dos amplias
habitaciones, un confortable bar con vistas al Puerto de la Cruz y otras
dependencias accesorias.
En cuanto a la parte
destruida en el incendio, se encontraba reconstruida una parte del cuerpo
central, próximo al ala derecha y se estaba trabajando en el salón de fiestas,
amplio y bien situado, el cual parecía que estaba próximo a terminarse, pues sólo le faltaban algunos detalles de su
decorado. En la parte baja de este cuerpo del hotel se había efectuado una importante
reforma y así, en el “foyer” de la entrada se instaló una suntuosa escalera de
dos tramos, rematada en una central que daba acceso al piso principal y al
comedor, en el que en aquel momento se estaba trabajando. La parte izquierda del
edificio se encontraba en ruinas, cuando todavía estaba finalizando el año 1932. Se hallaba prevista la
inauguración del salón de fiestas para el ocho de diciembre, con la celebración de una
cena a la americana, seguida de baile, en el que anunciaban que surgirían
agradables sorpresas [11].
En el siguiente anuncio [12] se ve al binomio Gustavo Wildpret y Enrique Talg, como gerente y director, calentando motores para llevar a conocimiento de la potencial clientela, la reapertura del Hotel Taoro, después de las reformas efectuadas en el hotel y
ante la inminencia del comienzo de la temporada:
Aviso de la reapertura del Hotel Taoro y de la celebración de diversas fiestas. La
Prensa 23-XI-1932, nº 8829
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En la navidad de 1932
se organizó una gran fiesta con cena en el nuevo salón, amenizada
por la Orquesta Ramos, en la que se repartieron juguetes y las sorpresas típicas de estos
festejos. Al terminar la cena hubo baile y se sorteó un magnífico regalo entre
los asistentes, recuperando hasta cierto punto las antiguas costumbres [13].
En el anuncio siguiente [14] se aprecia que el Hotel Taoro prosiguió después de su reinauguración, la
costumbre de celebrar brillantes cenas y bailes durante las Fiestas del
Carnaval.
Anuncio de una Brillante Fiesta de Navidad en el Hotel Taoro. Gaceta de
Tenerife, 20-XII-1932, nº 7258.
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Menú del Hotel Taoro en
el Carnaval de 1935. Foto de autor desconocido
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En 1950, el general Francisco Franco Bahamonde en compañía de su esposa Dª Carmen Polo y de un amplio séquito, visitó Canarias y pasó como una exhalación por la Punta de la Carretera del Puerto de la Cruz en dirección al Jardín Botánico, donde se le rindió honores, fue recibido y atendido por el por entonces alcalde portuense D. Isidoro Luz Cárpenter y su esposa Dª Magdalena Cullen. Se le ofreció un almuerzo en el hotel y he podido encontrar una minuta del citado almuerzo firmada por Franco y su esposa, entre otras personalidades.
Recordatorio del almuerzo
ofrecido a F. Franco en el H. Taoro. 13-X-1950. A la derecha se ven las firmas de Carmen Polo de Franco y
debajo la de Francisco Franco.
Creo que con los datos aportados hasta el momento, se ha podido seguir, aunque sólo sea someramente, el arduo problema que planteó el incendio del Hotel Taoro, el
debate que su reedificación provocó en la sociedad y prensa tinerfeña y la
feliz conclusión que tuvo, pues después de su apertura siguió funcionando, aunque como tendremos ocasión de comentar a continuación, no sin serias dificultades.
El traspaso de la cesión del Hotel
Taoro a Enrique Talg
La década de los años treinta no fue muy boyante
para la economía tinerfeña y tampoco para el negocio hotelero, pues el
movimiento de pasajero en tránsito decayó de 65.000 a 44.000 personas [15] y el
comercio y la actividad portuaria descendieron, lo que evidentemente afectó
negativamente al sector turístico. También corrió el insistente rumor de que varios hoteles tinerfeños estudiaron su cierre definitivo, entre ellos el Hotel
Quisisana en Santa Cruz e incluso parece que se pensó en la liquidación del
Hotel Taoro, que evidentemente no llegó a producirse.
En el año 1935, cuando Gustavo Wildpret ya tenía setenta y tres años y su salud estaba
quebrantada, decidió traspasar el arrendamiento del Hotel Taoro al que había
sido su amigo, y leal colaborador, Enrique Talg Schulz (1894-1962). La
colaboración entre ambos se había extendido en el tiempo, desde los años veinte
hasta esta época.
Las condiciones del traspaso del arrendamiento
fueron el pago de doce mil pesetas y el abono de un interés del tres por ciento
anual, sobre el valor del mobiliario reconstruido o adquirido a raíz del
incendio ya descrito, que recordemos tuvo lugar en 1929. El importe de estos
bienes en conjunto ascendía a 50.000 pesetas, por lo que interés fijado en la
cesión ascendía a mil quinientas pesetas anuales.
Evidentemente,
este traspaso fue sometido a la aprobación de los propietarios del hotel, que
recordemos estaban asociados en la llamada Comunidad de Bienes Taoro, que lo aceptó sin poner trabas, firmándose el nuevo contrato de arrendamiento entre Enrique
Talg y los propietarios del Hotel Taoro en mayo de 1936.
Los
bienes comprendidos en el arrendamiento eran el Gran Hotel Taoro, sus jardines,
instalaciones y las acciones de agua que la sociedad poseía. El plazo del
contrato era de cuatro años, es decir, hasta septiembre de 1939 y se estipulaba
que podría ser prorrogado por dos trienios más, es decir, hasta 1946, estableciéndose la renta
de las diferentes anualidades en 32.000, 34.000, 36.000 y 40.000 pesetas, respectivamente.
Nuevamente,
la mala fortuna iba a jugar en contra del Hotel Taoro y su nuevo arrendatario
Enrique Talg Schulz, pues de todos es bien conocido que julio de 1936 estalló
la Guerra Civil española, con sus desastrosas consecuencias para la sociedad y
particularmente para el turismo.
Muerte de Gustavo Wildpret
Para terminar, sólo me queda añadir, que poco tiempo pudo disfrutar
Gustavo Wildpret de esta nueva fase, pues en la mañana del viernes 30 de
octubre de 1936, es decir, sólo cuatro años después de la reedificación del
Hotel Taoro, y pocos meses después de haber cedido el arrendamiento a Enrique
Talg, Gustavo Wildpret fallecía en su casa de Villa Paz, tal como anunciaba el
corresponsal de La Prensa en su nota:”En
la mañana del viernes dejó de existir en su propiedad “Villa Paz”, en la
jurisdicción de este Puerto, nuestro antiguo amigo Gustavo Wildpret Duque, el que
durante varios años tuvo a su cargo la dirección del Hotel Taoro, siendo su
fallecimiento sentido en todo nuestro Valle. Su sepelio, efectuado a las 11 de
la mañana de ayer, se vio totalmente concurrido. A su señora viuda, hijos y demás
estimados familiares, les significamos nuestra más sentida condolencia”[16].
Epílogo
Termino con ésta, la amplia serie de crónicas sobre
la saga comercial y personal de la Familia Wildpret y de su familia cercana la Familia Reimers, escritas para dar a
conocer sus aportaciones, tanto en lo relativo al comercio como en lo
concerniente a los inicios del turismo en nuestra isla y su implicación, no
sólo en la faceta empresarial, sino también participando en las labores de
difusión y organización de esta incipiente actividad, que en los años
posteriores se convirtió en el motor de la economía del archipiélago canario..
En mi opinión, me parece un acto de justicia, afirmar
que las familias Wildpret y Reimers descritas en estas crónicas, merecen un reconocimiento por su
labor en pro de nuestro municipio.
[1] La
Prensa, 6-VI-1929, nº 4018.
[2] La Prensa 2-VII-1929,
nº 4037.
[3] La Prensa, 9-VII-1929, nº 4043.
[4] La
Prensa, 11-V-1929, nº 3.997.
[5] El Progreso, 11-V-1929, nº 7240.
[6] La Prensa,
28-XII-1930, nº 4480.
[7] La Prensa, 21-II-1932, nº 6652.
[8] La
Prensa, 13-II-1932, nº 6645.
[9] La
Prensa, 20-III-1932, nº 6676.
[10] La
Prensa, 6-XI-1938, nº 10.600.
[11] La Gaceta, 23-XI-1932,
nº 7235.
[12] La Prensa 24-XI-1932, nº 8829.
[13] Gaceta
de Tenerife, 20-XII-1932, nº 7258.
[14] La Prensa
16-II-1934, nº 9184.
[15] El
Hotel Taoro. Cien años de turismo en Tenerife, 1890-1990. Agustín Guimerá
Ravina.1991.
[16] La
Prensa 1-XI-1936, nº 9984.
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