miércoles, 10 de mayo de 2017

La parroquia de San Amaro y la Plaza de la Paz

Narro en esta tercera y última crónica dedicada a la Ermita de Nuestra Señora de la Paz y al entorno que la rodea, los profundos cambios sufridos por la citada zona, fundamentalmente en la segunda década del siglo XX y los primeros años del actual siglo XXI. La crónica comienza con la conversión de la ermita de Nuestra Señora de la Paz y San Amaro en parroquia y la construcción de un nuevo y moderno edificio religioso adscrito a la misma parroquia, situado unos pocos kilómetros por encima de La Paz.
Dedico un comentario acerca de la transformación experimentada por los terrenos dedicados al cultivo del plátano, que poco después de la mitad del pasado siglo van a ser suprimidos, construyéndose en este terreno una enorme urbanización, realizada por la familia Cólogan Ponte sobre sus propiedades. También sufrió un profundo cambio la explanada cercana a la ermita que se hallaba sobre el borde del Acantilado de Martiánez y que por la belleza de la vista que ofrecía sobre el Puerto de la Cruz fue muy visitada por la mayor parte de los turistas que invernaban en nuestro pueblo y también por los visitantes que se acercaban a ella, pues sobre esa explanada se construyó lo que hoy denominamos Plaza de la Paz.
Finalmente, incluyo un comentario dedicado a la inauguración de dos estatuas, una planteada como un homenaje a los turistas que visitan la citada zona y otra realizada en recuerdo de la escritora Agatha Christie, que visitó nuestro pueblo en 1929, residiendo un corto tiempo en el Hotel Taoro. A partir de ese momento el centro de Iniciativa y Turismo del Puerto de la Cruz organiza bienalmente un festival homenaje a la citada escritora, hecho al que dedico el último párrafo de esta crónica.
El complejo parroquial de San Amaro y La Paz  
La ermita después de la desamortización de los bienes eclesiásticos llevada a cabo por el estado español en la segunda mitad del siglo XIX, vivió una etapa lánguida, hasta que volvió a resurgir de sus cenizas cuando se llevó a cabo la reconversión de la zona agrícola que la rodeaba en una gran urbanización, de lo cual hablaremos en esta misma crónica en un apartado posterior. En el año 1867, la ermita quedó definitivamente adscrita a la parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, dejando así su pertenencia a la parroquia de la Concepción de la Villa de la Orotava.
Al llevarse a cabo durante los años sesenta del pasado siglo, la reconversión a uso turístico de la zona de La Paz, que durante siglos estuvo dedicada a diversos cultivos agrícolas, la zona fue urbanizada en su conjunto y también la ermita, que quedó así enclavada en medio de una lujosa y amplia urbanización construida por la familia Cólogan Ponte en los terrenos de su propiedad.
Aprovechando esa circunstancia, también fue remozado el aspecto exterior y el interior de la ermita, que finalmente en 1976, fue convertida en parroquia, atendiendo así a las exigencias que indudablemente planteaba el crecimiento de la población de la zona, motivado por la reconversión urbanística citada.

        La ermita de San Amaro. Alrededor de 1966. Autor anónimo
El primer párroco estable de la recién inaugurada parroquia de San Amaro y Nuestra Señora de la Paz, fue el bien conocido sacerdote mexicano, afincado en el Puerto de la Cruz desde la segunda mitad del siglo XX, Monseñor José Flores Ghöbert, quien estuvo ejerciendo en la citada parroquia hasta su fallecimiento ocurrido en 1978. 

El Padre Flores en acto de fin de curso del Colegio de la Pureza. Autor anónimo
Monseñor Flores Ghöbert (1911-1978), era popularmente conocido como el Padre Flores, retornaba así al Puerto de la Cruz, donde había muchos años como estado de párroco. Al fallecer el Padre Flores en 1978, un grupo de amigos entre los que estaban miembros de la familia Cólogan Ponte, encabezados por Augusto Cólogan Ponte y su esposa Karina Cólogan, como reconocimiento a su labor en la parroquia, comenzaron una campaña destinada a recoger fondos para realizar una estatua con el busto del Padre Flores. Después, pidieron a la escultora polaca Vicky Penfold que llevaba muchos años afincada en el Puerto de la Cruz, que realizara ese busto, que una vez concluida la obra fue colocado e inaugurado en 1983, en el pequeño espacio ajardinado que rodea a la iglesia de San Amaro.
Fue un hermoso gesto para agradecer la gran labor llevada a cabo por el fallecido Padre Flores, que a pesar de su origen mexicano, amó intensamente al Puerto de la Cruz, lugar donde vivió muchas décadas, siendo primero párroco de la Iglesia de La Peñita, después de la de San Francisco y finalmente, de la de San Amaro. 

                              Busto del Padre Flores (1911-1978) en la Paz.

                     Vicky Penfold (1918-2013), pintora y escultora
Ya en los comienzos del siglo XXI se planteó la posibilidad de eliminar la antigua ermita para construir una nueva iglesia, pero las autoridades eclesiásticas tomaron finalmente la decisión, a mi juicio muy correcta, de mantener la ermita como parroquia y construir un nuevo edificio en las proximidades de la zona, cuya población había aumentado notoriamente. Con esta decisión, bajo el mismo nombre de Nuestra Señora de la Paz y San Amaro, quedó englobado un complejo de dos iglesias, que actuarían como una única parroquia, aunque por razones de eficacia, se nombraron dos párrocos in solidum, que actualmente son D. Andrés González y D. Antonio Murillo Benítez.                        La nueva iglesia empezó a construirse en el mes de enero de 2001, con un proyecto del arquitecto Manuel Sánchez de León y los aparejadores Antonio Zárate Cólogan y Melecio Tamajón Hernández. La edificación de esta nueva iglesia fue llevada a cabo sobre una superficie de 2.700 m2 y en la construcción participaron las empresas Suiten, M. G. Excavaciones, Construcciones Industriales de Tenerife (COINTE). El solar para la nueva iglesia, que tiene una superficie de 3.500 m2, fue cedido por el ayuntamiento del Puerto de la Cruz, siendo la financiación de la obra llevada a cabo por aportaciones de fieles y particulares.


                     Parroquia de Nuestra Señora de la Paz y San Amaro.
La inauguración de esta nueva edificación tuvo lugar el 22 de enero de 2006, siendo el nuevo templo bendecido por el Obispo de la Diócesis de Tenerife, Monseñor Bernardo Álvarez, asistiendo a la ceremonia su predecesor, el prelado emérito Monseñor Felipe Fernández, así como el alcalde del Puerto de la Cruz Marcos Brito Gutiérrez y miembros de la corporación municipal. El complejo parroquial consta de iglesia, casa cural y un columbario, también conocido como Capilla de la Resurrección. El columbario, contiene una serie de nichos situados en las paredes de la iglesia, donde los parientes de las personas fallecidas pueden depositar las cenizas de sus familiares que fueron incinerados después de su fallecimiento, y tiene una capacidad para albergar las cenizas de  970 difuntos.    
           Columbario de la parroquia de Nuestra Señora de la Paz
El contencioso sobre La Paz                                                                                                           El espacio de terreno que rodeaba a la ermita de Nuestra Señora de la Paz y San Amaro fue objeto de una disputa entre los miembros de la Familia Cólogan Ponte y el ayuntamiento portuense, y así cito que en 1842 se levantó un expediente sancionador a Tomás Fidel Cólogan, a la sazón propietario de los terrenos, por haber realizado sin la preceptiva autorización municipal, unas obras de cierre del camino que conducía a la mencionada ermita, colocando con esta obra unas pilastras con grandes argollas y batientes, destinados a impedir el paso de las personas que acudían a la zona. Estas puertas estaban situadas junto al camino real, coincidiendo una de ellas, con la actual entrada a la calle Leopoldo Cólogan Zubieta, mientras que la otra fue colocada en la llamada Calzada de Martiánez, justo donde comenzaba el Camino de San Amaro.                                                                      Enterado de la situación, el alcalde portuense Andrés González de Chaves, convocó plenos municipales que se celebraron durante los días 3, 10 y 17 de enero de enero de 1842, donde se acordó conminar a a Tomás Fidel Cólogan, en su condición de propietario de la Finca de la Paz, a que retirara los obstáculos que impedían el paso a los caminos conducentes a la Ermita de San Amaro y a la Fuente de Martiánez, "dejando todo lo que pertenece al público en el ser y estado que tenían", cosa que el citado propietario llevó a cabo, sin perjuicio de efectuar una protesta por la medida municipal. 
Tomás Fidel Cólogan y Bobadilla (1815-1888)
Muchos años más tarde, en concreto en el año 1956, el alcalde portuense Isidoro Luz Cárpenter, convocó con carácter de urgencia a los concejales del ayuntamiento portuense para informarles que el trece de febrero del año citado, le había dado cuenta el inspector de la policía local, que en la plaza pública situada a la izquierda del camino de San Amaro, donde arranca el camino que conduce a la Fuente de Martiánez, se había llevado a cabo la plantación de unos árboles y asimismo, se había colocado una cadena con la intención, al,parecer, de impedir el paso a la citada plazoleta, lugar al que tradicionalmente acudían los visitantes así como la gente del pueblo, para disfrutar del bello panorama que desde allí se disfrutaba.                                                                                      Para obtener mayor información sobre este tema, la alcaldía portuense procedió a realizar una información abierta, en la que depusieron en el expediente levantado al respecto, varios vecinos de reconocida probidad, quienes afirmaron que les constaba tanto por si mismos como por habérselo oído decir a algunos de sus antepasados, que la plaza existente a la izquierda del Camino de San Amaro, siempre había sido considerada como pública y de libre acceso, sin ningún tipo de limitaciones.        
Hechas las correspondiente averiguaciones, se llegó a la conclusión de que los hechos comentados los habían llevado a cabo los herederos del fallecido Leopoldo Cólogan Zulueta, cuando efectuaron el cerramiento de la finca de su propiedad sita en La Paz. A la luz de estas informaciones, el alcalde portuense requirió a los propietarios de la citada finca, el 16 de febrero de 1956, para que se abstuvieran de realizar plantación alguna, conminándoles además para que en el plazo improrrogable de 48 horas, quitasen la cadena que habían colocado para impedir el paso.
                                Panorámica desde La Paz. Autor anónimo.
En un pleno posterior, el alcalde comunicó a los concejales presentes que la policía municipal le había informado de que no se había cumplido la orden de retirar la cadena que había sido colocada, motivo por el que había convocado el pleno para deliberar sobre la resolución que pereciera más oportuna. En este pleno, presidido por el alcalde Isidoro Luz Cárpenter, se dio asimismo cuenta de las declaraciones y los antecedentes que sobre efectos fiscales ya obraban en el ayuntamiento, tal como el caso de una finca propiedad de Enrique Trenkel, situada en La Paz, en cuyos lindes se hacía constar que "lindaba con un territorio calizo en forma de plazoleta", sin que se hiciese ninguna mención a los derechos de la familia Cólogan Ponte sobre este terreno.                       
                              Panorámica desde La Paz. Autor anónimo.
 Después de una amplia deliberación, se acordó por unanimidad mantener el criterio acerca del carácter y uso público de la llamada Plaza de la Paz, no permitiendo por consiguiente que se rodease este terreno de vallas y argollas que impidiesen el libre tránsito y el acceso a ella. El contencioso en cuestión entre el ayuntamiento y la familia Cólogan Ponte sobre el carácter público o privado de la zona comentada se extendió durante años manteniendo ambas partes la misma opinión. La Urbanización de La Paz                                                                                                                         La solución a la controversia sobre el carácter público o privado de la zona citada tuvo lugar en torno a los años sesenta del pasado siglo, cuando los miembros de la familia Cólogan Ponte decidieron reconvertir sus extensas fincas dedicadas al cultivo del plátano, para efectuar su urbanización dándole carácter residencial a la zona y llevando a cabo la construcción de un gran número de viviendas unifamiliares.                                                                                                                          En noviembre de 1962, Juan Cólogan Ponte, actuando en su propio nombre y también en representación de sus hermanos, presentó una instancia dirigida al alcalde del Puerto de la Cruz, conjuntamente con los planos del Plan Parcial  de urbanización de la finca de La Paz. Este plan estaba redactado por los arquitectos Javier Díaz Llanos la Roche y Vicente Saavedra Martínez, y en la instancia se solicitaba la aprobación preceptiva del ayuntamiento portuense para dar comienzo a las obras.
    Plan Parcial de urbanización de La Paz. 
 En la instancia citada se seguía haciendo mención a la zona que ya había sido objeto de litigio entre los propietarios y el ayuntamiento, pero como una novedad la familia Cólogan Ponte proponía que, a cambio de la ocupación de esa pequeña parcela, la familia le cedía al ayuntamiento toda la vía de cornisa que bordeaba el Acantilado de Martiánez, más extensa que la zona en litigio y que constituía asimismo un espléndido mirador sobre la zona de Martiánez. De igual manera, hacían constar que cedían al ayuntamiento para ser destinado a uso público, los aparcamientos y las vías que se iban a crear en la zona a urbanizar, con lo que en su opinión el ayuntamiento quedaba suficientemente compensado de la pérdida de la pequeña parcela que quería destinar a plaza pública. En una fragmento del plano presentado, que reproduzco a continuación se ve claramente toda la zona que se consideraba privada, marcada con un rayado continuo y claramente en ella se aprecia que se seguía incluyendo la zona de La Paz. Para clarificar más la situación reproduzco una ampliación del citado plano, para ver mejor la zona en discusión.
Recorte del plano anterior, con la casa familia Cólogan y la ermita
En la figura anterior, se ve claramente a la izquierda la casa de la familia Cólogan Ponte, frente a ella el paseo de los Cipreses, más a la derecha y a la misma altura que la casa familiar, la Ermita de San Amaro y frente a ésta, la zona en discusión. Para visualizarlo mejor, me parece oportuno incluir esta fotografía aérea en la que se aprecia la zona en cuestión,en la que se ve claramente el casa vivienda, el Paseo de los Cipreses, la ermita de San Amaro y el terreno en litigio, en el que se aprecian unas palmeras plantadas. 
                           Imagen aérea de La Paz. Autor anónimo
Paralelamente, el ayuntamiento portuense había encargado a los arquitectos Javier Barrosos L. de Guevara y José Martín Crespo, la redacción de un nuevo Plan general de Ordenación Urbana, que afectaba a los terrenos propiedad de la familia Cólogan Ponte. Vista la situación, para saber si su proyecto de Plan Parcial de parcelación de La Paz, podía encajar en el referido Plan General de la zona elaborado por los anteriores arquitectos, la familia Cólogan Ponte les solicitó que emitiesen un dictamen acerca de si ambos planes eran compatibles. La respuesta de los arquitectos fue positiva, si bien indicaban que en el plan de la familia Cólogan-Ponte debía hacerse las siguientes variaciones, a saber, respetar el mirador existente, tener en cuenta que el camino peatonal debía ser continuo a lo largo de toda la cornisa, con una anchura mínima de cuatro metros y que la cota de este camino fuese la altura máxima de la edificaciones que se encontrasen  por debajo de él. Finalmente, los arquitectos Barroso L. de Guevara y Martín Crespo, hacían en su informe las siguientes recomendaciones, ver la factibilidad de estudiar el posible acceso a los jardines del Acantilado de Martiánez, dar en la medida de lo posible el mayor aspecto paisajístico al camino peatonal que debía ser dotado de acceso rodado a algún mirador y finalmente, mover en profundidad los apartamentos a construir.
A la luz de este informe, la familia Cólogan-Ponte comunicó al ayuntamiento que los arquitectos de su Plan Parcial ya estaban llevando a cabo las correcciones oportunas a la luz de informe anteriormente comentado, indicando además que no tenían inconveniente en renunciar a sus posibles derechos respecto a la Plaza Mirador situada a la izquierda del Camino de San Amaro, pidiendo que en compensación se les liberase del compromiso que inicialmente habían contraído relativo a la urbanización del camino de la costa.
En septiembre de 1963, la comisión de urbanismo atendiendo a las objeciones planteadas por el ayuntamiento, resolvió favorablemente a los intereses públicos, acordando que se aprobaba el proyecto presentado con las condiciones establecidas por el ayuntamiento portuense que en esencia consistían en que el paseo de cornisa fuese para uso peatonal, con un ancho normal de seis metros, aprovechando los salientes del terreno, para la colocación de miradores. Asimismo, que la zona de la llamada Plaza de la Paz, que se utilizaba como mirador público, no quedase afectada en ninguna porción de su terreno  y que al primer grupo de apartamentos próximos a esta plaza, no se le permitiese construcción alguna por debajo de la rasante de la cornisa, terminando finalmente con la condición de que la altura del resto de los edificios previstos en el acantilado, no excediese la rasante del Paseo de Cornisa, para evitar perjudicar a las vistas del mismo.
             Mirador de La Paz. Foto de Imeldo Bello Baeza. Años 40-50
Una vez resueltas estas pequeñas dificultades que fueron aceptadas por los promotores, el Plan Parcial de parcelación de la Finca de La Paz fue sometido a la preceptiva información pública, sin que se presentase ninguna reclamación al respecto, por lo que obtuvo vía libre para llevarse a cabo, como así ocurrió finalmente.

Urbanización de La Paz, con la iglesia restaurada. Autor anónimo
Posteriormente, en 1966, se presentó una modificación del plan primitivo, con un nuevo proyecto elaborado por el arquitecto José Luis Díez Taladrid, que fue aprobado por el ayuntamiento y la Comisión Provincial de Urbanismo, que tampoco obtuvo reparos en su exposición pública, siendo este muy similar al primero pero con ligeras variaciones, motivo por el que no me parece oportuno comentarlo.
La Plaza de La Paz
          Después de la urbanización llevada a cabo en los terrenos de la familia Cólogan, la zona aledaña al popularmente conocido como Mirador de la Paz, fue convertida en una plaza, desde la que se goza de una excelente vista panorámica sobre la Costa y la Playa de de Martiánez, así como del Puerto de la Cruz, convirtiéndose desde entonces en un mirador por excelencia, tal como lo había sido desde la época anterior a la construcción de la citada plaza.
Se suprimieron las palmeras que se encontraban casi al borde de la costa y se urbanizó todo el terreno, convirtiendo lo que anteriormente era un espacio de tierra en una zona dotada de un piso más confortable con asientos, y en el borde un espléndido mirador sobre la costa.

                                         Plaza de La Paz remodelada
En épocas más recientes la plaza ha sido embellecida con la colocación de dos nuevas esculturas, Una de las ellas es un busto de la escritora inglesa Agatha Christie, que comentaré con cierto detalle dentro del apartado siguiente de esta crónica y la otra escultura es una donación del Rotary Club portuense, concebida como un homenaje a los miles de turistas que cada año visitan nuestro pueblo y conocen la zona mencionada. Las dos obras fueron realizadas por la escultora húngara afincada en el Puerto de la Cruz, Marta von Poroszlay.                                                                           

                                                           Monumento al Turista. Rotary Club. 2013
            La artista húngara Marta von Poroszlay, residente en Tenenerife
El Paseo de los Cipreses, actual Paseo de Agatha Christie  
             Frente a la magnífica casa de la familia Cólogan Ponte, ha existido desde hace mucho tiempo un hermoso paseo flanqueado por una plantación de cipreses, razón por la que fue popularmente denominado  como Paseo de los Cipreses. 

Paseo de los Cipreses. Al fondo, casa de la Familia Cólogan. Antonio Passaporte. 1931
         La entrada al citado paseo queda situada muy cerca de la portada de la casa de la familia Cólogan Ponte y casi en línea recta con el pequeño camino existente entre el portón y el edificio, tal como puede verse en las fotografías siguientes
            
 Paseo de los Cipreses. Autor anónimo
 Paseo de los Cipreses visto desde la casa de la Familia Cólogan. Autor anónimo
            La zona de La Paz fue visitada por la escritora inglesa Agatha Christie (1890-1976) en febrero 1927, cuando agobiada por los problemas familiares que le planteó su separación matrimonial vino a la isla de Tenerife. Agatha Christie se casó en 1914 con Archibald Christie, del cual se divorció en 1928, después de una fuerte crisis matrimonial. En 1926, afectada por una profunda depresión, desapareció misteriosamente dejando su coche abandonado en la carretera y fue encontrada once días más tarde, aquejada de un aparente estado de amnesia alojada en un hotel con el nombre de una amante de su marido. En febrero de 1927, agobiada por sus problemas familiares visitó la isla de Tenerife acompañada de su hija Rosalind y su secretaria, alojándose en el Hotel Taoro, donde se dice que la escritora inglesa terminó de escribir su libro “El enigmático Mr. Quinn” durante su estancia en nuestra isla. 
                                               Agatha Christie (1890-1976)
           Durante su estancia en nuestro pueblo Agatha Christie visitó el Acantilado de La Paz, dejando para la posteridad un relato del paisaje que contempló en su novela El enigmático Mr. Quinn. Reproduzco a continuación el párrafo donde hace esta descripción:”Mister Satterwaite siguió andando. Dejó atrás los caminos bordeados de palmeras y las esparcidas casitas blancas del pueblo. Pasó a lo largo de la ribera negra de lava entre cuyas rugiente olas perdiera años atrás la vida un conocido nadador inglés. Pasó los estanques rocosos donde niños y ancianos retozaban pretendiendo aparenta  que se bañaban, y subió al fin la empinada y tortuosa senda que conducía a la cima del acantilado. Al borde mismo de éste había una casa a la que designaban con el apropiado nombre de La Paz. Era una casa blanca, con verdes postigos herméticamente cerrados y un tanto descoloridos por la acción del tiempo. Estaba rodeada de un descuidado pero hermoso jardín en el que destacaba una avenida de cipreses que conducía a una especie de plataforma al borde del acantilado y desde donde podía contemplarse el maravillosos espectáculo de un mar embravecido que se estrellaba imponente a sus pies”. 
Puerta de entrada  a la Casa de los Cólogan. Elia du Caine
Años más tarde, concretamente en 1930, Agatha Christie volvió a casarse, esta vez con el arqueólogo Max Mallowan, a quien acompañó largas temporadas en sus viajes a Siria e Irak. Estos viajes le sirvieron de inspiración para los temas de algunas de sus novelas de intriga, tales como Asesinato en Mesopotamia, Muerte en Nilo y Cita con la muertePor su trayectoria literaria, la Reina Isabel II de Inglaterra la nombró en 1971 Comendadora de la Orden del Imperio Británico, falleciendo pocos años más tarde en 1976, de causas naturales. 
El Puerto de la Cruz ha querido dejar patente su homenaje a la escritora británica y por ello el Centro de Iniciativas Turísticas (CIT) ha colocado en la zona citada un busto de la escritora que fue inaugurado el domingo 25 de noviembre del año 2007 que fue realizado por la cita anteriormente artista húngara  Marta von Poroszlay, autora de la escultura homenaje al turista que figura en la Plaza de la Paz.  
Busto de Agatha Christe, realizado por Marta von Poroszlay
Dolores Padrón y John Lucas, en el homenaje a Agatha Christie, 
                               Foto Moisés Pérez. CIT 
      A la inauguración del busto asistieron aparte de las autoridades locales e insulares, Hortensia Hernández, que a la sazón era la presidenta del CIT, entidad que tuvo un papel destacado en la organización del acto a través del propietario del Sitio Litre, el británico John Lucas. Al acto asistió también un nieto de la autora inglesa llamado Mathew Prichard., quien pronunció unas palabras señalando que entre otras cosas, que cuando su abuela vino al Puerto de la Cruz empezó a pensar en el futuro. “Cuando vino a Tenerife-explicó-cambió su estado de ánimo, pues vino muy triste, pero cuando se fue de la Isla, empezó, de verdad, su gran carrera de escritora que se prolongaría durante 60 años escribiendo novelas. Gracias a la amabilidad de los tinerfeños recuperó su ánimo y siguió con su vida hasta ser la gran escritora que fue”.  

Mathew Prichard, nieto de Agatha Christie. Foto  M. Pérez, CIT
Dentro de ese mismo homenaje se cambió el nombre del Paseo de los Cipreses, que a partir de ese momento es conocido como calle de Agatha Christe.


Inauguración de la calle Agatha Christie. Foto M. Pérez. CIT
Placa de la calle Agatha Christie, antiguo Paseo de los Cipreses
Desde entonces, con una periodicidad de dos años el CIT organiza un festival homenaje a la citada autora que ya ha cumplido su quinta edición. 


Cartel anunciador del V Festival Agatha Christie. CIT

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