Comenté en la crónica
anterior como se gestó y llevó a cabo la celebración del primer Gran Coso de
Carnaval de 1910, que como recordarán los lectores fue fuertemente impulsado
por el recién creado Comité de Turismo, que veía en esta fiesta una magnífica
oportunidad para promover la participación de la por entonces pujante colonia
extranjera, fundamentalmente británica y alemana, por las razones que ya
comenté en la crónica anterior.
Con la experiencia
ganada en la preparación del carnaval de 1910, el Comité en este nuevo año,
dispuso los preparativos con mucho más tiempo que el año anterior y además,
trató con cierto éxito como ya comentaré posteriormente, de implicar al
ayuntamiento portuense para que aportase una cierta cantidad de dinero para
sufragar los gastos que un evento de esta naturaleza suponía.
Tal como ocurrió en
1910, la colonia inglesa y extranjera se volcaron con la celebración de estos
nuevos carnavales, de tal modo que cada una de las colonias, tal como habían
hecho el año anterior, contribuyeron construyendo una carroza, cuyo coste sufragaron de su peculio particular.
También es de
resaltar, al igual que ocurrió con la primera edición, que las sociedades
culturales y recreativas de nuestro pueblo se implicaron totalmente, de manera
entusiástica, al igual que había hecho
en la primera edición.
El Carnaval de 1911
Con
la experiencia adquirida con la organización del primer Gran Coso celebrado el año
anterior, el Comité de Turismo se encargó nuevamente de galvanizar las energías
de los portuenses para repetir, con el mismo o mayor éxito, la realización de
otro Gran Coso. El Comité comenzó realizando una nueva petición al Ayuntamiento,
que si bien el año anterior no había aportado dinero en metálico para colaborar
en la organización de la fiesta, a la vista del éxito que supuso la primera
edición, esta vez sí consideraron que era beneficioso para el pueblo que su
ayuntamiento colaborase en la organización y celebración del Carnaval de 1911.
A
tal fin se convocó un pleno municipal en el mes de febrero, en el que después
de un corto debate, se acordó que el ayuntamiento contribuyese con una cantidad
económica, que se fijó en doscientas cincuenta pesetas, que fueron concedidas
en el citado pleno celebrado a mediados de febrero de 1911 [1].
Los carnavales de 1911 se celebraron
los días veinte y cinco, veinte y seis y veinte siete de febrero, cerrándose
como era habitual las fiestas de carnestolendas, con el llamado Domingo de Piñata,
que correspondió al cinco de marzo. Siguiendo
la costumbre iniciada el año anterior, la fiesta arrancó el sábado anterior a
la semana de Carnaval, con una Gran Cabalgata, en la que siempre estaba
presente el Dios Momo, como una referencia al carácter divertido y burlesco que
tenían las citadas fiestas.
El
sábado de carnaval, día veinte y cinco de febrero de 1911, sobre las ocho de la
noche hizo Momo su entrada en el Puerto, montado en un camello y acompañado por
un considerable número de máscaras y de la Banda Municipal de nuestro pueblo, que
fue recorriendo con inusitada alegría las principales calles de la población,
al son de los alegres pasacalles interpretados por la mencionada Banda de
Música.
El
mismo sábado de Carnaval, siguiendo la inveterada costumbre que habían
adquirido a lo largo de muchos años, las sociedades culturales y recreativas de
nuestro pueblo, a saber, la más elitista llamada Casino de los Caballeros, así como las más
populares, la Nueva Unión y el Círculo de Iriarte, celebraron sus acostumbrados
bailes de disfraz de vísperas de carnaval.
El
Gran Coso de Carnaval
La tarde del lunes, veinte y siete
de febrero de 1911, tuvo lugar el Gran Coso, pero en esta nueva ocasión, la
comitiva comenzó su recorrido tomando la salida en el Paseo de la Sortija del
Grand Hotel Humboldt, con la evidente finalidad de agasajar así a los clientes
extranjeros del citado hotel, que como ya comenté en la anterior crónica
todavía permanecía bajo gerencia de la sociedad alemana.
Vemos, que con respecto al año
anterior se produjo un importante cambio en el trayecto del Coso, pues en 1910 el Gran Coso comenzó en
la zona de la Plaza de Viera y Clavijo, en las cercanías del por entonces
pujante Hotel Martiánez. El cambio probablemente se realizó para procurar tener contentos a los
gestores de los principales hoteles, situados en las por entonces afueras del
municipio.
Después
de desfilar todos los componentes del Gran Coso por el Paseo de la Sortija, en
el que se habían habilitado asientos para que la colonia extranjera residente en el Grand Hotel Humboldt pudiese disfrutar cómodamente del desfile, luego tocó
descender por el Camino del Taoro hacia el casco portuense, donde los diversos
integrantes que componían el Gran Coso, recorrieron la calle de Valois hasta
llegar a Martiánez, con el claro objetivo de agasajar así a la clientela de
este hotel.
Al
regreso, tomaron nuevamente Valois hasta llegar a la Punta de la Carretera, desde
donde cogieron rumbo por la calle Cólogan, en dirección a la calle de Quintana,
después de haber atravesado la Plaza de la Iglesia. Allí esperaban en los
balcones de los hoteles Monopol y Marquesa los clientes extranjeros, que
recibieron con aplausos y gran regocijo a los componentes de la comitiva del
Gran Coso.
A
continuación, descendieron por la calle de Quintana hasta llegar a la calle de
San Juan, y desde ésta marcharon hacia la calle Iriarte, para finalmente tomar
la calle Blanco en dirección al punto álgido de la fiesta, situado
evidentemente en la Plaza de la Constitución, que evidentemente no era otra que
la popular Plaza del Charco, que por entonces, por los avatares políticos,
había sido cambiado oficialmente de nombre, aunque para el pueblo siempre fue y
sigue siendo conocida como Plaza del Charco.
Abría
la marcha del desfile carnavalesco un heraldo medieval, montado en un brioso
corcel papel que, vestido con un lujoso y espléndido traje, desempeñaba Rosendo
Méndez, al que seguía una animada comitiva, en la que figuraba casi toda la
escala zoológica. Vestían estos trajes, José Aránega, Francisco Acosta, Julio
Molina, Antonio García Hernández, Luis Medina, Antonio Ruiz, Manuel Carrillo,
Martín Pérez, Heraclio Díaz, Eladio Ruiz, Melecio y Acisclo Hernández, Aurelio
Álvarez, Antonio Pérez, Marcos Acosta, Aquilino y Francisco Molina, Marcelino
Barrios y Pedro Galindo.
A
esta comitiva le seguía una cabalgata árabe, en la que tomaban parte los
jinetes Benjamín Padrón, Antonio Soler Díaz-Flores, Francisco Gómez Ibáñez,
Francisco de Asís Santa Cruz, Luis Reverón, Francisco González, Melchor Martel,
Guillermo de los Reyes, Antonio Perera, Gregorio Carmona y Fernando González.
También creo que es digno de mención, el que todo el Coso
se vio amenizado por la presencia de tres Bandas de Música que acompañaban al
cortejo, a saber, la del Puerto de la Cruz, la Banda Hespérides de La Orotava y
la Banda de San Juan de la Rambla.
Un detalle curioso fue la innovación introducida ese año,
pues a las ya tradicionales batallas de serpentinas, flores, confetis y huevos
tacos, se sumó la presencia de arroz pintado, utilizado en forma de lluvia de arroz
multicolor, que los espectadores arrojaban al paso de las carrozas y coches
engalanados.
Las
Carrozas del Gran Coso
El Comité de Turismo, al igual que
había hecho el año anterior construyendo a su costa una carroza simbolizando el recibimiento del navegante genovés Cristóbal Colón
para el descubrimiento de América, participó activamente en el Gran Coso y este nuevo año construyó otra bella carroza,
tirada por bueyes, que denominaron España,
como un homenaje a la diversidad de las regiones que componían la nación
española, que estaban simbolizadas por la presencia de diversas señoritas
representado las citadas regiones, vistiendo los trajes típicos de cada una de ellas.
Fue un hermoso homenaje, respetando la diversidad de
costumbres y vestimentas de las regiones que componen nuestra nación, pero poniendo
por encima de todo ello, el concepto de unidad y del espíritu común que
impregnaba por aquel entonces a nuestro pueblo.
Entre las señoritas que ocupaban la carroza llamada España, simbolizando sus regiones y
ataviadas con los trajes representativos de ellas, se encontraba las hermanas Obdulia y María Isabel
González, Dolores Padrón, Lucía Acosta, las hermanas Ramona y Candelaria Baeza,
María Pérez Trujillo, las también hermanas María Luisa y María Isabel García, así
como Araceli y Luisa Miranda y Casimira García.
La carroza, al
igual que había ocurrido el año anterior con la dedicada al descubrimiento de
América, fue diseñada por el pintor y fotógrafo local D. Marcos Barza Carrillo,
que siempre participó con entrega y dedicación en todos estos eventos,
contribuyendo con su arte a realzar la fiesta del carnaval.
Muestro a continuación diversas
fotos de la carroza España, siendo la primera de ellas una visión de su parte delantera.
Carroza del Comité de Turismo. 1911. Foto Marcos Baeza Carrillo
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Me
parece interesante y oportuno resaltar, que el diseño de la carroza era un globo terráqueo, encima del cual aparecía un aeroplano, en clara alusión a las
ventajas que cara a visitar diferentes y lejanas partes del mundo podía
ofrecer, la todavía incipiente aviación, que por entonces estaba dando sus
primeros pasos.
Les recuerdo al respecto, que
todavía en 1913, durante la celebración de la Fiestas de Julio de 1913, los
empresarios locales Antonio Topham Suárez y Aurelio López Ozeguera, contrataron
al aviador Maurice Poumet para hacer unas exhibiciones de vuelos aéreos, que se
desarrollaron en el cauce del Barranco de San Felipe, con gran éxito de público.
La siguiente imagen nos muestra una
visión más cercana de la parte delantera de la carroza España, en la que puede
verse el anagrama C. de T., usado por el Comité de Turismo.
Componentes de la Carroza del Comité de Turismo. 1911. Foto Marcos Baeza Carrillo.
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En esta otra
foto, tomada en el mismo lugar anteriormente citado, se aprecia que delante de
la carroza España, iba la Banda de Música de nuestro pueblo, que amenizaba el
Coso interpretando alegres pasacalles.
Carroza España. 1911. Foto Marcos Baeza Carrillo
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En la siguiente foto realizada en la misma zona, pero con el fotógrafo un
poco más separado de la carroza, podemos ver por completo la parte delantera de
la carroza, que estaba como todas las de la misma época tirada por bueyes.
Carroza España. 1911. Foto Marcos Baeza Carrillo
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En esta última
foto de la misma carroza tomada en el mismo lugar, se puede ver la parte delantero de la carroza y al boyero
conduciendo la pareja de bueyes que tiraba de la carroza, distinguiéndose
asimismo muy claramente el anagrama C. de T., representativo como ya dije, del Comité de Turismo.
Carroza España. 1911. Foto Marcos Baeza Carrillo
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No me resulta
extraño que esta sea la carroza más fotografiada por el maestro Marcos Baeza
Carrillo, en primer lugar porque era su obra artística y probablemente estaría
muy orgulloso de ella y en segundo lugar, porque en la citada carroza iban dos hijas suyas,
tal como cité anteriormente al hablar de las señoritas que iban dentro de la
carroza.
La carroza realizada por la colonia inglesa residente en
nuestro pueblo para este segundo Coso, era una alegoría dedicada a resaltar el poderío naval de la
nación inglesa, y estaba inspirada en la fábula “Neptuno y sus Ninfas”. Dentro de la citada carroza, tal como
comenté en la anterior crónica iba los más granado y selecto de la colonia
inglesa residente en el Puerto de la Cruz, figurando en élla, Miss Kestin, Mr.
Uren, Mr. Gorde, Mr. Yadwge, Mr. Kestin, miembros de la colonia inglesa
residentes en el Puerto de la Cruz algunos de los cuales trabajaban para la empresa Yeoward, yendo los varones ataviados con el traje de
la marina inglesa. También iba en la carroza, tal como ocurrió en 1910, Mr. T. Reid, un destacado comerciante inglés afincado en
nuestro pueblo, que llegó a ser vicecónsul de la nación inglesa y que tuvo un importante comercio en la calle Iriarte, con entrada por la Plaza Concejil.
La foto siguiente da una imagen de la citada carroza, en
el momento de su llegada a la Plaza del Charco. Se aprecia claramente que en la
decoración interior de la carroza aparecen caballitos de mar, figurando en la parte externa, varios escudos
representativos de la nación inglesa.
Carroza inglesa “Neptuno y sus Ninfas”. 1911. Foto Marcos Baeza Carrillo
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La carroza de la colonia alemana residente en nuestro pueblo, reproducía una
escena de las típicas tradiciones bávaras alemanas, en la que se veían a unas
señoritas sobre una carreta que aparentaba un hermoso jardín, flanqueadas por jinetes vestidos a la usanza bávara. Tomaban parte en esta carroza Mr. Chaper,
Mr y Miss Watt, Miss Mewor y los señores Mewor, Leicht, Münler, Iselung, Braun
y Neuhanser, siendo todos súbditos alemanes residentes en el Puerto de la Cruz.
Carroza alemana. 1911. Foto Marcos
Baeza Carrillo
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En esta edición del Carnaval de 1911, en lugar de
resaltar los inventos debidos a los creadores alemanes, tal como hicieron el año anterior con el Zeppelin, la colonia alemana eligió algo
mucho más clásico, como era resaltar las tradiciones seculares de la importante región de Bavaria.
En la celebración del Carnaval portuense
de 1911, al ser preparada con más tiempo, pudieron algunos amantes de las
tradiciones carnavaleras, participar activamente en el Gran Coso, construyendo a
su costa una carroza, ocupada por amigos de ambos sexos. Eso es lo que ocurrió
con la siguiente carroza denominada “Una
Choza Campesina”, que representaba la típica vivienda campesina de la zona
tinerfeña de Los Rodeos, perteneciente como es bien sabido a la ciudad de La Laguna. Dentro de la carroza, ataviados con los
correspondientes trajes típicos, se hallaba un grupo de jóvenes portuenses de
ambos sexos, entre los que citaré María Luz, Rosa y Margarita Hernández, María
Escobar, Juana Espinosa y Juana López, que iban acompañadas por los varones
Antonio y Narciso Reverón, Melchor y Lorenzo Luz, Juan González Sanjuán,
Esteban Escobar, Antonio Topham, Manuel García y Fernando del Hoyo.
Carroza
“Choza Campesina”. 1911. Foto Marcos Baeza Carrillo
|
Me parece oportuno destacar que en la parte delantera de la citada carroza aparece un escudo con siete montañas, que interpreto era un clara alusión al Archipiélago Canario.
Igualmente desfiló en el Gran Coso una carroza llamada Góndola Japonesa, dentro de la cual iban un grupo de jóvenes portuenses ataviados
a la usanza japonesa, en clara alusión a las exóticas costumbres
orientales. Delante de carroza se veía
un colosal búcaro, artísticamente decorado, para mejor ambientar las costumbres
niponas.
Carroza “Góndola
Japonesa”. 1911. Foto Marcos Baeza Carrillo
|
Dentro
de la carroza anterior, se hallaban las señoritas Josefa y María Borrás, Rosario
Pérez, las hermanas Carmen y Elisa Ramón, Petra Cruz y Mariana Marftu, junto con los señores Ruperto Peña, Francisco Pérez, Gaspar Martín y Antonio Hernández Ojeda, siendo éste último quien patroneaba la góndola.
Me parece oportuno y conveniente comentar para dar a conocer a los lectores mas jóvenes de estas crónicas, que Ruperto Peña
Hernández y Antonio Hernández Ojeda, fueron dos conocidos comerciantes
portuenses, el primero de los cuales tenía una buena tienda en la calle de San
Juan, esquina a Luis de la Cruz, mientras que el segundo, era el propietario de
una tienda de calzados situada en los bajos de la Casa Fregel, es decir, en la
esquina entre las calles Quintana y Agustín de Bethencourt, donde
posteriormente estuvo la tienda y la zapatería de Benito Hernández, otro buen diseñador de
carrozas.
En esta otra imagen de la misma carroza vemos Góndola Japonesa en la zona aledaña al muelle
pesquero, concretamente por fuera de la escalinata que había delante de la ya citada Casa
Yeoward.
Carroza “Góndola Japonesa”. 1911. Foto Marcos Baeza
Carrillo
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Finalmente, he logrado conseguir de una foto de los componentes de la
carroza oriental anteriormente citada,
aunque me ha sido imposible individualizar a sus componentes, ni saber con
certeza el lugar donde se hizo la foto, aunque a título tentativo, me parece
que pudo ser en la zona de Martiánez.
Componentes de la Góndola Japonesa. 1911. Foto Marcos Baeza Carrillo
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El periódico portuense Arautápala, ya citado en la crónica anterior,
hablaba en su relato [2, 3] de la existencia de otras carrozas en el Gran Coso portuense de 1911,
entre las que citaba un Licorero con
sus correspondientes copas sobre una monumental pandereta, un Plantío de Plataneras, así como
diversos coches engalanados, en los que figuraban Trovadores Venecianos,
así como Campesinas y un grupo de Frégolis, pero no he podido encontrar
imágenes individualizadas de estas carrozas y /0 coches engalanados.
No obstante, he podido localizar una foto en la que se aprecia la
comitiva del Gran Coso recorriendo la calle de San Juan en dirección a la calle
Iriarte, y en la parte delantera me parece ver un grupo de Frégolis, sentados en
una carroza. Tras de ellos se aprecia unos grupos que no he podido identificar
y al fondo la carroza España.
Grupo Frégoli y al fondo la carroza España. 1911. Marcos Baeza Carrillo
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Finalmente, creo
que también es digna de mención la carroza nombrada Expedición
Polar Peary, alusiva a la
expedición al Polo Norte, realizada por el comandante norteamericano Peary en el
trasatlántico de la misma nacionalidad nombrado Rooselvelt, en clara alusión a uno de los presidentes de los Estados Unidos de América.
Carroza “Expedición Polar Peary”. 1911. Marcos Baeza Carrillo
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En
la citada carroza, al mando de la expedición, actuaba como capitán del navío, Alejandro
García Barreda y figuraban como su tripulación Manuel Álamo, Nemesio
González, Pedro García Barreda, Roque Lorenzo, Juan Molina, Sebastián y Juan
Herrera. La carroza estaba muy cuidada hasta en sus más mínimos detalles, pues
incluso incluía perros polares, ya que como comenté el
tema hacía alusión a la conquista del Polo Norte y para desplazarse por la citada zona los perros eran el medio de transporte más eficaz..
Este
es otro ejemplo de cómo nuestros paisanos de aquella época estaban al tanto de
las novedades importantes que ocurrían en el mundo y la conquista del Polo
Norte era una de los retos a conseguir. Esto era posible, porque en nuestro
pueblo existía como ya he comentado en la anterior crónica y en esta un
periódico local Arautápala, que se encarga de propagar tanto las noticias locales, como de hacerse eco de
aquellas otras que estimaban importante y la conquista del Polo Norte era una
de esos retos pendientes.
Creo
que la presencia de esta carroza en el Coso de 1911, merece que le dediquemos algún comentario adicional a su significado, puse
aunque se escapa del contenido carnavalero de la crónica, viene relacionada con
ella, por la presencia en el coso de la carroza Expedición Polar Peary.
La expedición al
Polo Norte de Peary
Robert Edwing Peary (1856-1920)
fue un explorador estadounidense que afirmó haber sido la primera persona en
haber llegado al Polo Norte el 6 de abril de 1909, hecho que le supuso ganar
gran prestigio y reconocimiento, pero que también le acarreó muchas críticas y
controversias, puesto que actualmente es puesta en duda su afirmación, pues se cree que nunca llegó exactamente al lugar geográficamente señalado como el Polo Norte.
Robert Peary (1856-1920)
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En
los últimos años del siglo XIX, Peary realizó varias expediciones al Ártico,
explorando Groenlandia con trineos tirados por perros y sus expediciones
demostraron de manera contundente que Groenlandia era una isla y no un continente, como se pensaba por entonces.
Robert Peary, cubierto de
pieles, en una expedición al Ártico.
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Peary
realizó varios intentos para llegar al Polo Norte, pero su asalto final lo
llevó a cabo en 1908-1909, con una tripulación compuesta por él y 23 hombres
más, que embarcaron en Nueva York a bordo del navío Rooselvet, bajo el mando del
capitán Robert Bartlett, el 6 de julio
de 1908. Pasaron el invierno en la Isla de Ellesmere y desde allí partieron hacia
el Polo Norte el 28 de febrero de 1909.
Localización del cabo Morris Jesup y del Cabo Columbia, en
el Mar de Lincoln
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En la última etapa de su viaje al Polo
Norte, sólo le acompañaron cinco hombres, Matthew Henson, Ootah, Egigingway,
Seegloo y Ooqueah, que establecieron su campo llamado “Camp Jesup”, al parecer
a menos de 5 millas del Polo.
Matthew Henson, esquimal que
acompañó a Peary en sus
expediciones.
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Poco
después de haber terminado su viaje, Peary se enteró que Frederick Cook (1854-1940), afirmaba haber llegado
al Polo Norte el año anterior, aunque sus reclamaciones fueron desechadas
rápidamente, después de haber presentado a la comunidad científica, los
registros de su expedición al Polo Norte, pues los expertos afirmaron que eran
un fraude evidente.
Frederick Cook (1865-1940), médico y explorador norteamericano
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A
pesar de que en diversos expertos habían puesto en duda la auténtica llegada al
Polo Norte, afirmando que se había quedado muy cerca, pero que no había llegado al punto preciso, la
Royal Geographical Society de Londres concedió a Peary su Medalla de Oro, pero
resulta curioso que ni la American Geographical Society, ni ninguna de las
sociedades geográficas de Escandinavia, han reconocido su conquista del Polo
Norte. En el Cabo de York, situado en Groenlandia se ha levantado un monumento a la memoria de Edwing Peary
Actualmente se cree que Peary no llegó exactamente al lugar donde teóricamente se halla situado el Polo Norte, aunque en 1948, una expedición científica formada por ciudadanos de la desaparecida Unión Soviética, partieron en avión hacia el Polo Norte. Al mando de la expedición se encontraba Alexander Kutnetsov y aunque no hay excesiva información sobre la citada expedición, hoy se admite que de manera indiscutible puso su pie en el punto situado más al norte de la Tierra. Se comenta que fueron enviados por Stalin, pero lo que no deja de ser curioso de la situación es, que ni Kutnetsov ni nadie de su época llegó a saber que ellos habían sido los primeros en pisar el llamdo Polo Norte.
[1] Actas
de Plenos del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. Sesión Ordinaria 15-2-1911.
Legajo 25, Libro nº 4, folio 29v.
[2] Arautápala, 2-3-1911.
[3] Arautápala, 23-2-1911.