miércoles, 20 de julio de 2016

Los Hermanos Wildpret y el Thermal Palace

          Presento en esta crónica, los datos que he hallado relativos al origen de la construcción llamada Thermal Palace, que fue traída por los hermanos Gustavo y Guillermo Wildpret desde la Exposición Internacional de Bruselas de 1910 e instalada en la Playa de Martiánez entre los años 1911-1912. Incluyo en ella distintos aspectos relativos a las dificultades que entrañó el traslado del edificio desguazadao desde el origen hasta la Playa de Martiánez, la reconstrucción de la instalación, así como algunas vicisitudes, unas por cuestión de trámites, otras de índole meteorológica, que hubo que superar durante el periodo de la construcción y las más de ellas relacionadas con la falta de una mínima infraestructura de la zona. 
La Exposición Internacional de Bruselas de 1910
Corría el año 1910 y la ciudad de Bruselas estaba preparada para acoger la  Exposición Universal e Internacional, que tuvo lugar del 23 de abril al 1 de noviembre. Podemos hacernos una idea de la magnitud del evento, sin más que examinar los siguientes datos. La superficie que ocupaba el recinto dedicado a la exposición abarcaba nada menos que 60 Ha, es decir, 600.000 m2 de superficie, es decir 0,6 Km2, y en ella intervinieron 25 países diferentes. 
Posters anunciando la Exposición Universal de Bruselas. 1910
El término Expo usado para este tipo de eventos, hace referencia a que su duración iba a estar comprendida entre 3 y 6 meses de duración y en el caso que comento, la Exposición Internacional comenzó el 23 de abril y duró hasta el 7 de noviembre de 1910, es decir, aproximadamente seis meses y medio. Resulta fácil comprender la expectación que despertó, sin más que añadir que la exposición tuvo alrededor de 13 millones de visitantes, con un gasto total de instalación de 3.550.000 dólares americanos. 

Stand de España en la Exposición de Bruselas (1910),  cuyo pabellón reproducía 
el Patio de los Leones de la Alhambra de Granada. Autor anónim0
Para la Exposición Universal de Bruselas de 1910, la representación hispana construyó un pabellón con un fuerte componente nacionalista, mediante la elección de La Alhambra y el arte nazarí, como imagen representativa de nuestro país. Se cree que la yesería simulando el Palacio de la Alhambra del pabellón español de esta exposición, fue elaborada por Antonio Santisteban Márquez y su labor fue tan exitosa que el pabellón obtuvo como recompensa Gran Premio de Honor, además de la Medalla de Oro como expositor. Es interesante resaltar que las exposiciones universales realizadas entre 1851 y 1933, se centraron fundamentalmente en el comercio y en la presentación de los avances tecnológicos realizados por los diferentes países concurrentes a la exposición.
La compra del Thermal Palace
Gustavo Wildpret acudió a esta exposición universal, no sé si a título particular o como representante familiar de su hermana Luisa Wildpret y de su cuñado D. Máximo Reimers, que en esta exposición recibieron un premio de reconocimiento a su labor  en pro de la exportación de los calados canarios, tal como comenté en la primera crónica dedicada a la familia. 

Gustavo Wildpret Suárez (1862-1936) y Guillermo Wildpret Suárez (1872-1923). Autor anónimo
Después de recorrer la exposición, G. Wildpret se quedó prendado de uno de los pabellones, construido totalmente de madera, hasta el punto de apalabrar su compra, aunque lamentablemente no sabemos cuál fue su coste. Después de concertada definitivamente la compra, D. Gustavo inició las gestiones para que al término de la Exposición Internacional -que duró hasta mediados de noviembre de 1910-, se procediese a desmontar el pabellón y trasladarlo a un puerto de mar cercano a Bruselas, desde donde fuese remitido todo el conjunto por vía marítima hasta Santa Cruz de Tenerife y desde allí hasta el Puerto de la Cruz.
La idea central del negocio era que una vez el pabellón desarmado llegase por vía marítima a Tenerife, trasladarlo por carretera o por mar hasta la Playa de Martiánez, volverlo a montar y establecerlo en ella como un local de ocio y recreo, pero con estilo propio y una notable categoría.
La Playa y el Paseo de Martiánez
       Me parece adecuado hacer un breve comentario acerca de cómo era en 1910 la Playa de Martiánez. En mi opinión era un terreno casi virgen, cuyo dos accesos, uno a través del llamado Paseo de Martiánez, que esencialmente era una prolongación del Paseo de San Telmo y que arrancaba frente a la Ermita, justo en el mismo lugar en que empezaba el Callejón de San Carlos, que permitía unir San Telmo con la calle de la Hoya. El otro acceso era a través del por entonces llamado Paseo de Cobián, que en esencia era el actual Paseo Aguilar y Quesada, o como popularmente se le conoce el Paseo de las Palmeras.
Paseo de Martiánez o de los Tarajales, con el muro blanco. Al fondo, a la derecha, se ve
el comienzo del Callejón de San Carlos, que comunicaba esta zona con La Hoya.
 La parte oeste de la Playa de Martiánez, es decir, la zona más cercana a San Telmo, casi siempre estaba más llena de rocas y pedregosa que la zona este, que es la zona situada frente a las desaparecidas Piscinas de Martiánez. 
 La zona de la playa situada más cerca del Acantilado de Martiánez, tenía mayor cantidad de arena que la zona del oeste, y así era en los momentos iniciales, pero por la acción de la mano del hombre se fue reduciendo la playa para hacer carreteras, terrazas, construcciones, etc., lo que ha dejado reducida la playa a una estrecha tira, con más piedras que arena.

Costado oeste de la Playa de Martiánez, con los tarajales y la mezcla de arena y piedras. Foto anónima
 En la foto siguiente se puede comprobar que a comienzos del siglo XX, el frente de playa cercano al Acantilado de Martiánez era muy espacioso y no tan reducido como quedó años después, evidentemente por la acción de la mano del hombre, que construyó dos carreteras, un espacio central teóricamente destinado a jardín, y finalmente una terraza. En mi opinión, la nueva zona construía nunca llegó a tener muy  buen aspecto, pero al reducir drásticamente la zona de playa y expandir a cambio el asfalto y el cemento, la playa sufrió un claro y profundo retroceso a favor del cemento y del asfalto.
Playa de Martiánez, vista desde La Paz. Sobre 1910. Foto coloreada por Rafael Afonso Carrillo
 En 1852, siendo alcalde D. Agustín Álvarez Rixo y “aprovechando la estación húmeda, mandó hacer un plantío de más de 150 tarajales en el contorno del Paseo de Martiánez, que había sido murado por su orden, por compromiso con Francisco García Gutiérrez”, [1] que por aquel tiempo era el propietario de los llamados Llanos de Martiánez, y desde entonces hasta bien avanzado el siglo XXI, el contorno de la playa estuvo siempre plantado de tarajales.
Playa de Martiánez, con asfalto y cemento, por fuera de las Piscinas de Martiánez. 
Años 1950-60. Foto anónima
A. Rixo comenta en sus Anales, en el resumen de la década 1850-60 lo siguiente [2]: “Otra mudanza que se advierte en los usos y costumbres de nuestro pueblo, es que durante las tres primeras décadas del corriente siglo, las damas principales no se ocupaban sino en hacerse recíprocas visitas, disponer buenas comida, y después al balcón o a las ventanas, por la tarde al Paseo constante de Martiánez, y a la noche a las tertulias donde también solía haber mesa de juego, música y pérdida de tiempo”. A pesar del indudable tono crítico que usa A. Rixo, nos da una interesante información válida para nuestra crónica y no es otra de la costumbre de las damas de la alta sociedad  de nuestro pueblo de ir a pasear a la zona de Martiánez.
Otro dato que habla a favor de la costumbre de llevar a la Playa de Martiánez a los turistas forasteros que nos visitaban, lo tenemos en la corta reseña que el periódico local El Teide publicó a comienzos de 1911 y que a continuación reproduzco literalmente:“los huéspedes del Hotel Monopol pasaron el lunes un rato muy agradable en la Playa de Martiánez. A la sombra de los árboles, en aquel ameno sitio, le sirvió el lunch el dueño del Hotel Monopol. El menú fue exquisito y la Banda de Música de nuestro pueblo tocó varias piezas de su repertorio para amenizar la comida” [3].              
Quizás estos hábitos hayan influido en la decisión de los Hermanos Wildpret para elegir la Playa de Martiánez como lugar de emplazamiento para su nuevo edificio, puesto que ya era una costumbre adquirida el usar la zona como lugar de paseo y recreo, e incluso de comida como vimos anteriormente.
La instalación del Thermal Palace en Martiánez
Está fuera de toda duda que al término de la Exposición de Bruselas el pabellón que habían comprado los hermanos Wildpret, debió ser cuidadosamente desmontado, para, en primera instancia, no dañar la estructura y además, teniendo la precaución de incluir una clara señalización de cada una de sus partes, para facilitar el montaje, una vez que se hubiese llegado a su destino, es decir, al Puerto de la Cruz.
         El portuense Vicente Jordán Hernández (1911-1996), gran montañero, excelente caricaturista y buen escritor sobre el pasado de nuestro pueblo, en un extenso artículo publicado en la Revista Local del ayuntamiento portuense [4] titulado ”Un recuerdo también al Thermal Palace. Los cambios en la zona de Martiánez” dedicó un extenso párrafo al edifico del Thermal Palace. 
Caricatura de Vicente Jordán Hernández (1911-1996) 
En el artículo, entre otras cosas, comenta sobre el Thermal Palace siguiente: “Si ahora entorno los ojos y me retrotraigo “puedo”, mejor recordar, la grácil silueta de un esbelto, horizontal edificio de estilo colonial, con sótanos, amplias galerías al exterior y acondicionado interiormente con su escenario y gran salón de espectáculos. Por allí desfilaron las grandes compañías teatrales de la época, se presentaron variados y artísticos espectáculos, incluido patinaje, sesiones de cine mudo, salones de juego. Estratégicamente colocadas, algunas máquinas a las que la gente menuda, introduciendo en ellas por una ranura una moneda, recibían a cambio una rica chocolatina. Este singular edificio, son su elegante silueta se llamó “Thermal Palace” y fue levantado en un solar situado en un extremo de los nombrados Llanos de Martiánez, pocos años antes que el Sr. Aguilar y Quesada  donara a la ciudad la arboleda y recta Avenida que lleva su nombre, y que naciendo en la calle de Valois, esquina a La Hoya, corre paralela a las dos calles que hoy la separan del barranco y los hoteles, hasta desembocar a pocos metros del lugar que tan dignamente ocupó el “Thermal”, frente al bravío mar, incubador incansable de de amenazantes olas que naciendo fuera se hinchan y se hinchan y elevan progresivamente en su irresistible avance hacia la orilla, hasta desbordarse en crestas espumosas chocando contra el roquedal para continuar, ya malheridas y casi deshechas arrastrando consigo, en sordo rumor, arena y callados mezclados con algas, que son depositados en un último y violento esfuerzo sobre la playa, repetidamente, una y otra vez, otro día, otro año y así, por los siglos de los siglos…..”.     
Pero retomemos las gestiones de D. Gustavo Wildpret para lograr la instalación del Thermal Palaca, quien se dirigió al ayuntamiento portuense, mediante una instancia fechada el 22 de julio de 1911, en la que decía: “Guillermo Wildpret, mayor de edad y vecino de este Puerto, según cédula personal de 9ª clase, número 913 de orden, que presenta para que le sea devuelta, a la Ilustre Corporación Municipal, respetuosamente, EXPONE: que deseando construir un edificio en los Llanos de Martiánez, con el frente hacia el Paseo que partiendo de “Las Palmas” termina en la Ermita de San Telmo, y cuyo edificio será construido desde la esquina del dicho paseo, hasta frente a la Capilla de Cruz de los Tarajales, con arreglo al adjunto plano. SUPLICA: A la Ilustre Municipalidad, se digne concederle el permiso necesario para llevar a efecto la indicada obra” [5].
           El 27 de julio de 1911 el ayuntamiento, del que era alcalde D. José de Arroyo, tomó el acuerdo de pasar el expediente a la Comisión de Ornato Público, para que informase y propusiese. La Comisión, integrada por D. Marcos Baeza Carrillo y el Dr. D. Pedro Cruzat Escardó [6], se reunió y emitió el visto bueno el 29 de julio del mismo año y finalmente, en sesión celebrada el 2 de agosto, el ayuntamiento acordó conceder el permiso, en un documento firmado por el secretario Nicolás Redecilla.
        Después de que llegaron al Puerto todas las piezas del Thermal Palace, convenientemente embaladas y numeradas, su traslado hasta la Playa de Martiánez planteó diversos problemas logísticos que se fueron resolviendo, no sin dificultad, pues conviene tener en cuenta que por aquellas fechas, no existía carretera para llegar a Martiánez, sino un paseo con palmeras recién plantadas por la zona norte, al lado del Barranco de Martiánez y un camino de tierra y piedras, relativamente estrecho, que cruzaba desde Santo Domingo hasta la ermita de San Telmo, desde continuaba hasta la playa. Parece lógico que para el traslado hasta Martiánez se utilizase el Paseo de Martiánez, pues aunque no estaba asfaltado presentaba más facilidad de desplazamiento que la zona aledaña al Barranco de Martiánez.
            Paseo de Martiánez, con el muro y los tarajales. Al fondo y en el centro,
se aprecia la torre de la parroquia. Foto anónima
Una vez situado el material en su lugar de destino, los Hermanos Wildpret comenzaron a instalar el citado edificio bajo las órdenes directas del maestro carpintero portuense Miguel López, tal como se narra en el ya citado artículo de Vicente Jordán Hernández [5], cuyo párrafo correspondiente a continuación reproduzco: “Ese edificio colonial que mencionas me lo sé de memoria. Yo vi, para que te empapes, como se descargaban de aquellos carros de mulas, los grandes cajones importados del extranjero, conteniendo los herrajes y el maderamen con todas sus piezas numeradas, del que tal vez, fue el primer edificio prefabricado que levantó en la isla. Tendría yo como unos 12 años (nací en el 98) cuando por vez primera trabajé, como aprendiz, contratado a las órdenes del maestro Miguel López, afamado carpintero que llevó la dirección de las obras de montaje, que duraron largos meses. Su promotor o propietario fue don Gustavo Wildpret, que también por aquellos años regentaba el mejor hotel de Canarias, el famoso Hotel Taoro. Su inauguración constituyó un sonado éxito, y en sus primeros años se daban cita en sus salones las familias de señorío, los grandes ricachones de la isla.”
          He encontrado sin embargo, una noticia del periódico local El Teide [7] en la que se da una información que en detalles puntuales contradice la versión de Vicente Jordán y así  en el citado periódico se afirma:”Las obras de construcción adelantan extraordinariamente; están casi terminados el pabellón central y el de la izquierda; el de la derecha, que fue el que destruyó el pasado huracán, se propone levantarlo en 14 días el inteligente carpintero alemán que lo dirige”. Vemos pues, que según esta información no fue Miguel López el carpintero encargado de la construcción del Thermal Palace, sino otro carpintero de origen alemán cuyo nombre no se cita en la noticia del periódico. El mismo periódico comenta que además la obra se retrasó por un huracán que azotó el Puerto de la Cruz, y destruyó el lado derecho del edificio ya instalado, que hubo que reconstruir.
Visión frontal del Thermal Palace visto desde el mar. Autor desconocido
No obstante, esa pequeña matización, el artículo del periódico El Teide era muy claro en otros extremos que a continuación cito.”El domingo se verificaron las pruebas preliminares de la máquina eléctrica, montada en el Thermal Place de los Sres. Wildpret, frente a la Playa de Martiánez. El resultado fue excelente y ya tiene el soberbio edificio su principal elemento”.  El artículo continuaba afirmando:”se está trabajando en la preparación del decorado como mesas, sillas, distribución del alumbrado eléctrico, etc., así como desembalando todo lo necesario para el servicio tanto de cocina como de comedor y restaurant”. El final era muy claro:”puede asegurarse que el próximo día de San Juan, se inaugurará lo principal del establecimiento con lo que el pueblo contará con ameno y confortable sitio para distraerse” [8].
Thermal Palace y los tarajales. Foto F. Baena, coloreada por Rafael Afonso Carrillo 
          El interés en inaugurar el Thermal Palace el día de San Juan no era baladí, porque sabemos que era tradición en los pueblos de nuestra isla, concurrir a las playa por ese día, no tanto en busca de darse un chapuzón, sino para cumplir con la especie de rito de que en la festividad de San Juan era tradición bajar a las playas y comer en ellas, y evidentemente, los Hermanos Wildpret, buscaban aprovechar la resonancia que les proporcionaría la masiva asistencia a la Playa de Martiánez para hacerlo coincidir con la inauguración de su magnífico edificio.
Playa de Martiánez y Avenida de Colón un día de San Juan. Años 60. Autor anónimo
          Durante la instalación del establecimiento, los Hermanos Wildpret solicitaron al ayuntamiento el 8 de mayo de 1912, que procediese a la retirada de unas pequeñas casetas que tenía el Hotel Humboldt, nombre que por entonces tenía el Hotel Taoro, al pasar su propiedad a manos alemanas, puesto las había instalado sin la previa y pertinente autorización y además quedaban situadas frente al balneario que se estaba construyendo.
El ayuntamiento envió un oficio al gerente del citado hotel, para que en el plazo de diez días se procediese a la retirada como así ocurrió el 16 de mayo, de lo cual dio cuenta el Comisario de Policía al secretario Nicolás Redecilla el 20 de mayo.
        La vida social del Puerto de la Cruz, experimentó durante el periodo comprendido entre la construcción del Hotel Taoro (1898) y el Thermal Palace (1912), un intenso cambio, pues la burguesía del Puerto de la Cruz y de la Villa de la Orotava se divertía por aquel entonces en los hoteles y el Taoro era el mejor de los existentes por aquella época. Los hoteles proporcionaban una atmósfera cosmopolita con sus salones, restaurantes, canchas deportivas al turismo extranjero de élite que acudía a ellos, mientras que las sociedades culturales y recreativas ofrecían una oferta más cultural, aunque no exenta de diversión. En el Valle de la Orotava, por esta época existían las sociedades culturales recreativas, el Liceo de La Orotava, el Casino del Puerto de la Cruz, y las sociedades Iriarte y la Nueva Unión, pero todo cambió después de la construcción del Thermal Palace, ya que se convirtió en el mejor centro de ocio de la isla, en el que como tendremos ocasión de comentar en la próxima crónica no estuvo ausente las preocupaciones culturales y sociales.
          Dado el relativo aislamiento del edificio del Thermal Palace respecto al casco urbano, los Hermanos Wildpret mejoraron los paseos que enlazaban esta instalación con el casco urbano del Puerto de la Cruz, hasta convertirlos en una especie de boulevards para carruajes y viandantes, dotándolos además de alumbrado eléctrico, pues hasta ese momento la zona en cuestión estaba desprovista de alumbrado, por no existir en ella ninguna vivienda.
Anuncio del Thermal Palace. 1912
       Merece mencionarse que no solamente disfrutaron de estas instalaciones los huéspedes extranjeros del Puerto de la Cruz, sino que también la sociedad tinerfeña y muy particularmente la fracción con más poder adquisitivo del Valle de la Orotava, pues no cabe ninguna duda de que Thermal Place fue una instalación lujosa y por ello destinada a las clases sociales de mayor poder adquisitivo.
Planta y alzado del Thermal Palace, levantado por el arquitecto Mariano Estanga. 1911
Imagen del Thermal Palace desde La Paz. Foto E. F. Baena. 1913
  El Thermal tenía un espacioso pabellón cinematográfico, sólido, grande y bien ventilado, con capacidad para colocarse en él cómodamente trescientas cincuenta personas. 
Este salón, llamativamente decorado por el pintor Francisco Bonnin, tenía una sola planta, contaba con una buena instalación eléctrica y con seis puertas de salida al exterior para casos de emergencia. En julio de 1912, prácticamente un mes después de abrir sus puertas sin estar acabado, el periódico local El Teide publica una corta reseña alusiva a este tema : "Han terminado las obras de construcción del Teatro; le falta solamente la pintura que estará concluida para los días de la fiesta. El Sr Bonnín está pintando una hermosa decoración de salón regio, que como todas sus obras será notable" [9]
Poco tiempo después en el mismo periódico hablando las Fiestas de Julio se decía: "Como preludio de los festejo oficiales, anoche se celebró uno brillantísimo en el grandioso salón-teatro del Thermal Palace. Aquel recinto es de lo más sugestivo que tenemos hoy en la isla; con capacidad para 400 espectadores, escenario amplio y elegante que lucía una decoración de sala regia, pintada magistralmente por el ilustrado Capitán de Artillería, don Francisco Bonnín" [10].
Imagen del Thermal Palace desde La Paz. 1913. Autor anónimo 
El proyector usado para exhibir al público películas de cine mudo, estaba considerado como uno de los más modernos y perfeccionado de aquel momento, y se hallaba instalado en una cabina de zinc construida en un huerto fuera del edificio y a regular distancia, enfocándose el cuadro por una ventana abierta al fondo del escenario, y  dando la proyección de la película sobre la pantalla por el llamado sistema de transparencia. 
Las ventajosas condiciones técnicas y de confortabilidad del salón teatro Thermal Palace tenían, sin embargo, como contrapartida los inconvenientes derivados de su ubicación en un paraje todavía no urbanizado y de su relativa lejanía al centro de la población, factores que no contribuyeron a la multitudinaria asistencia de espectadores, a sus sesiones de cinematógrafo.
Añadamos además que el acceso desde el casco urbano del Puerto de la Cruz hasta la Playa de Martiánez, podía hacerse a pie tanto por el Paseo de Eduardo Cobián (actual Aguilar y Quesada), como por la zona sur, a través del llamado Paseo se Martiánez o también Paseo de los Tarajales.
Puede verse el impacto que la construcción del Thermal Palace causó en el Puerto de la Cruz, sin más que observar que el periódico El Teide poco antes de la inauguración, publicó el siguiente suelto “El Sr. Alcalde, prestando su concurso a la mayor comodidad del público que concurra al Thermal Palace de los Sres. Wildpret, ha dispuesto el arreglo de un camino limítrofe al Paseo de Las Palmas, que partiendo de la Playa de Martiánez termine en el hotel del mismo nombre. También sabemos, que se propone el Sr. Arroyo, abrir brevemente una callejuela que hay frente a San Telmo, para dar salida a la calle de La Hoya y plantar árboles en ésta, que ya tiene pedidos, convirtiéndola en un precioso boulevard” [11].
Para ilustrar más el problema del acceso de los vehículos a la zona de Martiánez, reproduzco parcialmente un editorial del periódico El Teide que dice:"La entrada al Thermal Palace debiera disponerse en la siguiente forma: arreglo del camino del barranco colindante con el Paseo de Cobián (actual Paseo de las Palmeras) para bajar los vehículos dándoiles salida por el camino de la playa hasta San Telmo. En este punto puede cortarse fácilmente la Plaza de la Ermita, dirigiéndose la vía hacia la calle de La Hoya, que por su anchura y extensión pudiera más tarde convertirse en un hermoso boulevard. Además, no son todos los que disponen de automóviles o coches y de dinero para alquilarlos; el público en general, merece atenciones y para su comodidad debiera dotarse al Paseo de los Tarajales de una acera de cemento o de baldosas..." [12].
Imagen antigua del Paseo Aguilar y Quesada, con el cauce del barranco a la izquierda. Foto anónima
Carretera que se construyó sobre el cauce de Martiánez, al lado
del Paseo de las Palmeras. Foto Ed. Arribas
Vemos pues, que la instalación del Thermal Palace en la Playa de Martiánez, provocó un efecto multiplicador en nuestro pueblo, pues se comunicó la calle de San Carlos con la de La Hoya y se plantaron por vez primera árboles en esta última calle, que así veía realzado su pasado papel de entrada y salida este de nuestra población.
Calle de La Hoya, con los árboles en poda. Años 60. Autor anónimo
[1]       Anales. A. Rixo, p. 402.
[2]       Anales. A. Rixo, p. 435.
[3]       El Teide, 15-III-1911, nº 264.
[4]       Revista local del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, 11-III-1984.
[5]       Archivo Municipal Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. Legajo Construcción Thermal                         Palace.
[6]       Pedro Cruzat Escardó (1836-1885) era natural de San Carlos de la Rápita (Tarragona)                          y ejerció como médico titular del Puerto de la Cruz desde 1863. Casó con María de los                         Dolores Espinosa de los Monteros y no tuvo descendencia. Intervino en la autopsia del                         cadáver de James W. Morris.  Dos de sus hermanas, conocidas como las Señositas de                           Cruzat, vivieron en la calle de la Estrella.
[7]        El Teide, 5-6-1911, nº 387.
[8]        El Teide, 19-6-1912, nº 393. 
[9]        El Teide, 24-7-1912, nº 491. 
[10]      El Teide, 5-8-1912, nº 493.  
[11]      El Teide, 20-6-1912, nº 394. 
[12]      El Teide, 19-8-1912, nº 496. 

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