miércoles, 13 de julio de 2016

Los Hermanos Wildpret y el Café Helvetia

           Presento en esta segunda crónica, que está también dedicada a la Familia Wildpret, la actividad empresarial de los dos hijos varones, Gustavo y Guillermo Wildpret Duque. Se podrá apreciar como diversificaron su actividad empresarial, continuando con la explotación agrícola de su padre y extendiéndola a otros campos del comercio.
         Finalmente, comentaré la gran empresa que acometieron, consistente en levantar un local de ocio y diversión, al que llamaron Café Helvetia en homenaje al origen suizo del fundador de la familia, Hermann Wildpret Soder y al que no le faltaron aditamentos culturales de variada índole como tendremos ocasión de ver.
Actividades empresariales
Los hijos varones del suizo Hermann Wildpret Soder, llamados Gustavo (1862-1936) y Guillermo Wildpret Duque (1872-1923), continuaron un tiempo con la tienda que su padre poseyó en la calle Cupido para vender productos vegetales que cultivaba en las huertas de la familia, y así recordemos que en la crónica anterior cité que vendían semillas de diversos productos de horticultura.
Gustavo y Guillermo Wildpret Duque. 1908. Foto cedida por Guillermo Wildpret Machuca
         También tuvieron otra tienda situada en el nº 14 de la popular calle San Juan, o como por aquel entonces se la conocía, en la Calle de las Tiendas, que asimismo llamaron Helvetia, donde vendían una serie de productos enlatados de importación, entre los que destacaremos vegetales como (espárragos, petit-pois o guisantes, champiñones, trufas, conservas, etc.), productos cárnicos derivados (jamones, salchichón, lenguas, etc.) y otros marinos, tales como bacalao, salmón, ostras, anchoas, etc. También vendían licores y galletas y un largo surtido de diferentes bebidas, todo lo cual nos hace pensar que era una tienda más dedicada a las exquisiteces para los consumidores con buena capacidad económica, que no para un público de escasos medios. Como dato anecdótico, comentaré que  me ha llamado la atención la venta de “galletas diapeseta”, tal como se en el siguiente anuncio.
Anuncio publicado en el periódico local Iriarte. 1908
Este otro anuncio, permite apreciar la variedad de materias con la que los Hermanos Wildpret comerciaban, pues vemos que también disponían de contactos extranjeros adecuados para ser únicos importadores de materiales tan diversos como “vías portátiles para haciendas”, “carros para plátanos” y en general “toda clase de material para tracción manual o animal”Igualmente, se anunciaba la venta de vías fijas para la explotación de aguas, vagonetas giratorias para volcar en todas direcciones, etc. El anuncio, publicado en 1910 en el periódico local Arautápala, terminaba con la muletilla de “Únicos importadores para las Islas Canarias, Wildpret Hermanos. Puerto de la Cruz”
Anuncio publicado en el periódico local Arautápala
En el siguiente anuncio vemos que el establecimiento Helvetia, cuyo nombre entiendo fue puesto en clara reminiscencia al pasado suizo de su padre, tenía una variedad de productos a la venta y que, hasta cierto punto, era como un adelanto de los que hoy llamaríamos un pequeño supermercado, pues se anuncia que poseía en venta artículos tan diversos como, semillas, plantas, provisiones, es decir, comida, papelería, chocolates, dulces, etc., y se vuelve a insistir en que se hablaba inglés, alemán y francés, además del español, por supuesto.
Anuncio del Helvetia. Cedido por Guillermo Wildpret Machuca
         En este otro anuncio publicado en el periódico local El Liberal, vemos que se publicitabann presentándose como un establecimiento de clases superiores, en el que se vendían artículos tan diversos como, vinos y licores de marcas acreditadas, chocolates y bombones suizos, tabacos, cigarrillos y habanos, así como papelería y artículos de escritorio, baúles y maletas de última novedad, terminando con botas de montar y calzado del país.
Anuncio de la tienda Helvetia en el periódico local El Liberal
        El conjunto global de artículos que según los diferentes anuncios se vendían en el comercio, corrobora mi impresión de que se trataba de una multitienda, algo similar a los que hoy se conoce como un pequeño supermercado.
La Fábrica de Hielo y Bebidas gaseosas
Para terminar esta primera parte dedicada a las diferentes actividades comerciales de los hermanos Wildpret, diré que poseyeron junto a la casa familiar, en Iriarte nº 4, justo al lado donde se estableció el comercio de D. Tomás Reid, otro negocio que era una fábrica de hielo, bebidas gaseosas y sifones. Andando el tiempo, cuando la familia Wildpret abandonó este negocio, lo prosiguió Cristóbal Perera Rivero, que en esa misma instalación fabricaba polos, bebidas refrescantes, sifones, etc., tal como vemos en la figura siguiente que muestra un sifón con el anagrama "C. P. Rivero".
Sifones para envasar agua gaseosa elaborada por Cristóbal Perera Rivero
Foto de la calle Iriarte. En primer plano, a la derecha, se ve la casa donde estaba el Helvetia y al lado, la puerta del edificio anexo destinado a fábrica de hielo y bebidas. Foto Postal Expréss
Imagen de la calle Iriarte, con la empresa comercial de D. Tomás Reid 
                           y a su lado el Café Helvetia.  Foto autor anónimo
El Café Helvetia
El edificio que servía de vivienda familiar a los Wildpret, era un enorme caserón que hacía esquina entre las calles Iriarte y Blanco, con entradas por ambas calles. En este inmueble, tuvieron los hermanos un negocio llamado Café Helvetia, con entrada por Iriarte nº2, que era una especie de multitienda, donde se podía comprar artículos tan diversos como agua mineral, chocolate, bombones, cigarrillos turcos, tabacos entre ellos puros elaborados en La Palma, semillas, flores, así como diversos souvenirs, entre ellos postales de Puerto de la Cruz y del Valle de la Orotava. Todavía existen postales circulantes en cuyo margen se ve el nombre y dirección de los Hermanos Wildpret.
 También en otra dependencia del caserón tenían un café bar, llamado como el comercio Café Helvetia, en el que los parroquianos podían tomarse una copa de licores diversos y además tener una animada tertulia. En la figura siguiente podemos ver un anuncio de este negocio, lo que permite comprobar que en él se podían encontrar toda clase de exquisiteces, siendo de resaltar que se publicó en inglés y alemán, pues como ya hemos comentado anteriormente, los Hermanos Wildpret dominaban el alemán, inglés y el francés, tal como podemos ver en los diversos anuncios. Conviene no olvidar que en nuestro pueblo por esta época, había tanto una colonia inglesa como alemana, relativamente estables, porque existían negocios en manos inglesas como la empresa Yeoward Line, con barcos propios que hacían escala en el Puerto, para trasladar frutos hacia el continente europeo, particularmente tomates, cebolla y después plátanos. Además, el hotel más importante del Puerto que indudablemente era el antiguo Hotel Taoro, por estos años estaba en manos de capital alemán y se llamaba Hotel Humboldt, en claro homenaje el  naturalista alemán que a finales del siglo XVIII visitó nuestra isla y que tan entusiasmado se mostró de la belleza del Valle de la Orotava.
Anuncio de la tienda Helvetia. Cedido por Guillermo Wildpret Machuca
Plano del Puerto de la Cruz, con los nombres de la principales calles y la imagen del Café Helvetia.
Cedido por Guillermo Wildpret Machuca
        Los Hermanos Wildpret usaron técnicas de marketing bastante avanzadas para la época– comienzos del siglo XX- y así, comento que publicaron unos pequeños folletos en forma de un díptico, en el que junto a la imagen del edificio, se daba un pequeño plano de la zona central de  Puerto de la Cruz, en el que era fácil encontrar un dirección dada, pues con los nombres de las principales calles se indicaban los edificios más emblemáticos del pueblo, señalados con un número en el plano, en cuya parte baja, en un pequeño recuadro, aparecía nuevamente la imagen del comercio.
Fachada de la tienda Helvetia, situada entre las calle Blanco e Iriarte. 
                     Cedida por Guillermo Wildpret Machuca

El libro de visitas del Café Helvetia
 Una costumbre introducida en el Café Helvetia, que a mi entender fue enormemente interesante y novedosa, fue que los Hermanos Wildpredt pusieron en el café a disposición de sus clientes, un libro lujosamente encuadernado con tapa gruesa de color oscuro, cuya primera página comienza en 1900, para que simplemente firmaran, o si les parecía oportuno añadieran una frase, un dibujo, un poema, etc., es decir, cualquier comentario que dejara constancia de su estancia en nuestro pueblo y particularmente en su establecimiento.
  Este libro de visitas, que está en poder de su heredero Guillermo Wildpret Machuca, nieto de Guillermo Wildpret Duque y que hace años expusimos en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias del Puerto de la Cruz, es una verdadera joya, pues nos permite apreciar el modo como se vivía a comienzos del siglo XX, la costumbre de ir a tomar una copa a un  café bar como el Helvetia.
 Por el Café Helvetia pasaron y dejaron huella en ese libro, toda una serie de hombres que iban desde políticos, poetas, literatos, científicos, y un largo etc. El libro arranca en 1900 con unos inspirados versos titulados “A mi Pueblo”", manuscritos por el abogado, político de izquierdas, novelista y poeta portuense Luis Rodríguez Figueroa (1875-1936), que fue apresado y murió asesinado al comienzo de la guerra civil española. Estos versos publicados en su libro “Preludios”, están llenos de inspiración y amor a su pueblo natal, y comienzan como sigue:
Tendido al pie del Valle, como el aduar del moro
Pareces un modesto, tranquilo palomar,
Cuyos aleros cubre magnético tesoro
De blancas madreselvas y flores de azahar

La historia de otros pueblos, grabada por sangrienta
Y entorpecida mano con rasgos de furor
Verdad que no es tu historia: grabola la incruenta
Diestra de la Naturaleza con genio creador….(continúa)

  En la imagen siguiente se muestra la primera página del libro y el comienzo del poema, con los versos manuscritos por el poeta, que están acompañados por un dibujo que se halla fechado en 1900.  
Imagen de la primera página del Libro de Visitas del Café Helvetia. 1900. 
                         Cedida por Guillermo Wildpret Machuca
Luis Rodríguez Figueroa (1875-1936), abogado, novelista, poeta y político de izquierda. Foto de autor anónimo
  El mismo autor portuense escribió en 1909, en el citado libro del Café Helvetia en compañía del músico también portuense, Juan Reyes Bartlett (1889-1967), director de la Banda Municipal de Icod y autor de la zarzuela María Adela, la letra de unos breves compases de un Himno al Valle de Taoro, que muestro a continuación.
Himno al Valle de Taoro, con música de Juan Reyes Bartlet y  letra de Luis Rodríguez Figueroa.
          Juan Reyes Bartlet (1889-1967). Foto de autor anónimo
  También dejó su impronta en el citado libro, el humorista y caricato Diego Crosa y Costa (1869-1942), que escribía y dibujaba con el pseudónimo Crosita. En el libro aparece una caricatura suya y las letras de varias folías que escribió para ser cantadas y que hoy día están enraizadas en el acervo popular. 
Diego Crosa y Costa, Crosita (1869-1942). Foto de autor anónimo
Diego Crosa y Costa (Crosita) y las letras de algunas de sus folías. Libro de Visitas del Café Helvetia
                                     Cedido por Guillermo Wildpret Machuca
Crosita fue un humorista a la par que un inspirador versificador que dejó bellas letras para ser cantadas en el folklore canario, tales como las tres folías que a continuación transcribo:
       Cuando en la era nos vimos             Te conocí en una choza
       Pá la cumbre  nos citamos…            muy pobre de Los Rodeos
       ¡Con cuanta prisa subimos               hoy estás en un palacio
       Y que despacito bajamos                  ¡Cuanto has perdío Remedios!

Cual nuestro Teide gigante
Las canarias todas son
Mucha nieve en el semblante
¡Y fuego en el corazón!

Otro interesante acontecimiento que se reflejó en el libro de visitas del Café Helvetia, fue la visita de un grupo de astrónomos europeos que viajaron a la isla para estudiar y ver el paso del Cometa Halley, que se dejó ver en 1910. Un francés miembro de la expedición dejó en el libro de visitas este dibujo:
Dibujo hecho al carbón por un componente de la expedición que viajó a Tenerife para ver el paso del Cometa Halley. El dibujo tiene una leyenda superior en francés que casi no se ve, que dice “cola del cometa” y está firmado por George Plattl con la leyenda “Souvenir de la Comete de Halley. 28 Avril 1910”, es decir “Recuerdo del Cometa Halley. 24 de Abril de 1910”. Cedida por Guillermo Wildpret Machuca

                                         Dos imágenes del Cometa Halley. 1910. Fotos de autores anónimos
El libro tiene muchas páginas que merecen ser comentadas, pero en aras de la brevedad de esta crónica sólo añadiré un comentario más, acerca del aviador francés Maurice Poumet quien hizo unas soberbias exhibiciones aéreas en las Fiestas del Gran Poder de 1913, a las que vino invitado por los comerciantes portuenses D. Antonio Topham Suárez y D. Aurelio López Ozeguera, para que hiciera una exhibiciones con su monoplano Borel.
Conviene tener en cuenta que en esta época la aviación estaba todavía dando sus primeros pasos y algunos pioneros como Maurice Poumet, se ganaban la vida haciendo exhibiciones con mono- y bi-planos en diferentes localidades de diversos países. La exhibición se efectuó en las cercanías del Barranco de San Felipe, donde la organización había habilitado sillas para los espectadores que quisieran asistir cómodamente y se llevó a cabo en medio de una enorme expectación, pues vinieron espectadores de todos los pueblos del Valle de la Orotava y hasta la empresa del Sr. Camacho puso un servicio especial para que pudieran desplazarse a nuestro pueblo los vecinos de la zona capital. Se estimó que la exhibición fue vista por alrededor de 3000 personas.
Maurice Poumet y su monoplano “El Borel. 1913. Foto de autor anónimo
El aviador francés Maurice Poumet (marcado con una X), entre D. Aurelio López Ozeguera (a la izquierda) y                         D. Antonio Topham Suárez (a la derecha), posando junto al aparato.  Foto R. Armas. 1913
A la derecha, los organizadores de la exhibición aérea.  En el centro M. Poumet, con pantalón oscuro,
delante del monoplano “El
Borel”. 1913. Foto R. Armas. 1913
En una de las exhibiciones que efectuó el monoplano el día 20 de julio de 1913, el aviador realizó dos vuelos. El primero sólo duró ocho minutos, pero en el segundo efectuó diversas maniobras que despertaron la admiración del público durante casi veinte minutos, aterrizando sin contratiempos entre el clamor de los espectadores, en la explanada habilitada para tal efecto en los alrededores del Barranco de San Felipe. Al día siguiente, volvió a despegar deleitando a los espectadores con un vuelo de casi 25 minutos, en el que se elevó hasta los 2.000 metros y efectuó un recorrido sobre Icod y La Orotava.
Afortunadamente, las exhibiciones de M. Poumet no sufrieron ningún contratiempo y el aviador francés fue a celebrar su éxito al Café Helvetia de los Hermanos Wildpret, donde al uso y costumbre dejó memoria de su paso exitoso por nuestro pueblo, escribiendo en el libro de visitas del café, el siguiente comentario en francés:
Comentario realizado por M. Poumet el 22-VII-1913, escrito en francés: J’ímporte de Puerto de la Cruz le meilleur souvenir. Les gens sont aussi charmants que le pays est beau. Un jour viendra ou on pouvra fair un service régulier en aeroplane avec le contient et c‘est la mon plus gran desir:”plus de mareo”.
Para la mejor comprensión de lo escrito por M. Poumet en el Libro de Visitas del Café Helvetia, lo traduzco libremente: “Me llevo del Puerto de la Cruz el mejor recuerdo. La gente es tan encantadora como bello es el país. Llegará un día en que se podrá viajar en un servicio regular en aeroplano (desde la isla) con el continente y este es mi mayor deseo: “no más mareo”.
Por el tenor del escrito se ve que el aviador lo pasó bien en nuestro pueblo, pero que durante el largo viaje en barco, transportando el avión desde la Península hasta la isla, lo pasó mal y se mareó. Causa impresión su clarividencia a favor de la pujanza del transporte aéreo, pues su frase se ha cumplido en toda su extensión y yo diría que incluso ha sobrepasado cualquier esperanza optimista que aquellos pioneros de la aviación comercial pudieran haber tenido a comienzo del siglo XX.

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