miércoles, 11 de mayo de 2016

La Fuente de Martiánez

El problema del agua en el Puerto de la Cruz
         El crecimiento urbano y demográfico del Puerto de la Cruz de la Orotava a lo largo de los siglos XVI y XVII fue espectacular y ello planteó serios problemas de infraestructura, entre otros, el del suministro de agua potable a una población cada vez más numerosa. Por otra parte, la intensa actividad portuaria que desplegaba nuestro pueblo, exigía una cantidad cada vez más creciente de agua, pues aparte de ir abasteciendo a la escasa vecindad, había que ir haciendo frente a la creciente demanda exigida por las numerosas naves que llegaban a los fondeaderos portuenses, que debían hacer sus aguadas para proseguir su tornaviaje y ello provocaba una nueva necesidad, que se sumaba al consumo diario de la pequeña, pero cada vez más creciente, población de nuestro municipio.
El problema llegó a ser verdaderamente acuciante, puesto que el Puerto de la Cruz crecía aceleradamente en población y además, veía que los pueblos limítrofes, La Orotava y Los Realejos, aunque eran ricos en manantiales, nunca aceptaron compartir su agua con los habitantes de nuestro pueblo, que dicho sea de paso tenía recursos hídricos muy limitados por su origen volcánico, ya que tal como comentamos en las primeras crónicas, el suelo del Puerto de la Cruz, se hallaba asentado sobre lo que anteriormente había sido una hermosa bahía marina.
El Cabildo de la isla de Tenerife, radicado por aquel entonces en San Cristóbal de la Laguna fue consciente desde los primeros momentos del despliegue poblacional, de la necesidad de proveer de un suministro de agua potable al Puerto de la Cruz de la Orotava, ya que era uno de los lugares por el que tenía lugar la entrada y salida de buena parte de las mercancías de la isla de Tenerife.
Ya el 8 de marzo de 1539, reunidos en cabildo en la Iglesia de San Miguel, en la La Laguna, los regidores vieron otro capítulo de la carta del Licenciado Alonso Yanes de Ávila, Gobernador de la Isla, en que se trataba el tema de sacar el agua en la Caleta del Araotava “y hacer pozos en la dicha caleta, pues les consta que es cosa útil y provechosa que en la dicha caleta haya pozos de agua, para que así los navíos que allí surgen a cargar y descargar mercaderías, y las gentes yentes y vinientes a la dicha caleta tenga agua que beber, de lo cual hasta ahora han tenido y tienen falta en la dicha caleta”.
Los regidores de la isla mandaron que, puesto que el cabildo no tenía dineros que pudiera gastar en dicha obra, se vendiese tanta saca de madera por la Caleta del Araotava, hasta que se  llegase a la cantidad de 30 doblas de oro [1]. Añadían, asimismo, que para que no se sacase más madera de lo que se requería, las licencias de la saca de madera deberían estar firmadas por la Justicia y el Regimiento de la isla y así, en su acuerdo, encomendaba que lo controlasen los regidores Lorenzo de Palenzuela, Alonso de Llarena y Juan Benítez de Lugo, este último alcalde del lugar de La Orotava.   
En siguiente año de 1540, se alude nuevamente a este tema afirmándose [2]:”Por cuanto en la Caleta del Araotava se mandó a hacer un pozo, el cual se concertó con Ruy Pérez, y se comenzó a abrir y se halló agua, la cual según dicen aunque era razonable, podría ser que más arriba fuese mejor, porque dicen que viene de hacia arriba y no de donde está la mar. Acordaron de cometer a los dichos señores regidores que vean si será bien acabar el dicho pozo o hacer otro, y que si les pareciese señalar en otro lugar donde se haga, llevando personas que de ello, sepan…”                   El pozo de la Plaza Concejil
No he encontrado más menciones relativas a este tema a lo largo del siglo XVI, pero sabemos que en 1600, el Cabildo tomó el acuerdo [3] de abrir un pozo, lo cual se hizo en la parte sureste de la Plaza Concejil, y el texto del acuerdo tomado fue el siguiente: “La Justicia y Regimiento dijeron que por que el señor Gobernador ordenó al alcalde y a los caballeros regidores de la Orotava hacer un pozo en el puerto para que la gente que va a velar tenga agua que beber”. El pozo que se abrió se hallaba situado en la zona sudoeste de la pequeña plaza que se hallaba delante de la Casa Ventoso y que se sigue denominando Plaza Concejil.
Plaza Concejil, en la que estuvo el Pozo del mismo nombre. Foto Fregel
En la casona que se aprecia en la foto, nació el escritor portuense Agustín Espinosa  
Posteriormente, cuando el vecindario obtuvo un suministro de agua de manantiales más lejanos pero más caudalosos, tales como las Aguas del Burgado en terrenos de Los Realejos, el agua del Pozo Concejil ya no fue necesaria y dejó de usarse, aunque en 1825, ante una pronunciada sequía A. Rixo comenta en sus Anales lo siguiente [4]:“La falta de agua fue mucha en este pueblo porque se minoraron las fuentes y se secó la nombrada de Mejorada, en tales términos, que los vecinos ocurrían por ella a Martiánez y otros a la Villa, y los barcos a donde llaman Las Aguas [5]. Sin embargo, se pagaban los derechos para ayudar a conservar la poquita que venía hasta el chorro de San Felipe y no pasaba de allí. En esta virtud, el Alcalde y Ayuntamiento hicieron abrir en la Plaza Concejil el pozo de este nombre, cuya agua aunque algo salobre, servía al pueblo en tiempo antiguo. Púsosele ahora bocal, baldes y molinete y fue de gran servicio”. Comentaré finalmente que en 1827, no siendo ya necesario este pozo de la Plaza Concejil se mandó tapar [6].     
Acarreando agua de la Fuente de Martiánez     Fuente de Martiánez. Foto M. Hernández Padilla
La Fuente de Martiánez
Una vez establecido en la crónica anterior el origen del topónimo que da nombre a la zona, veremos algunos otros datos sobre el mismo lugar, en relación con la llamada Fuente de Martiánez.
A mediados del siglo XVII, concretamente en 1652, María Ruiz del Álamo,  que a la sazón era viuda del Capitán Rodrigo de Vera, -que había sido el primer escribano público del Puerto de la Cruz de la Orotava-, Salvador González Ruiz, junto a los otros propietarios del agua de la Fuente de Martiánez, cedieron esta fuente al vecindario del Puerto de la Cruz de la Orotava por escritura pública, celebrada en 1652 ante el escribano de la Laguna Martín de Naveda.
Desconocemos los términos en que se produjo la cesión, así como las contrapartidas que indudablemente debieron obtener los propietarios de la citada agua, a cambio de ceder sus derechos sobre el agua de la Fuente de Martiánez, debido a que está perdido el protocolo notarial en el que debía estar recogida esta escritura. El cronista portuense Álvarez Rixo, si recoge la cesión de estas aguas al pueblo en la páginas iniciales de sus Anales [7], pero no dice nada al respecto de contrapartidas ni de las condiciones en que se efectuó la cesión.

Dibujo de la fuente de Martiánez
A medida que fue creciendo rápidamente la población del Puerto de la Cruz de la Orotava a lo largo del siglo XVII, las aguas de la Fuente de Martiánez junto a las del Pozo Concejil, se fueron haciendo insuficientes para abastecer a la creciente población y además, para hacer la aguada necesaria para el retorno a sus puertos de origen y/o destino, de los numerosos barcos que acudían a nuestro puerto. Todo ello, hizo necesario recurrir a otros manantiales fuera de nuestra población, tema éste que comentaremos oportunamente en otros artículos. 
El acceso del vecindario al agua de la Fuente de Martiánez fue de extraordinaria importancia, ya que constituyó una garantía de suministro de agua potable a la creciente población del Puerto de la Cruz. Aquí sólo comentaremos, que en los periodos conflictivos de escasez de aguas, siempre se volvió a hacer uso de las aguas de la Fuente de Martiánez, a pesar del trabajo que suponía llevar los cántaros vacíos desde el pueblo hasta los chorros, llenarlos de agua y luego descender por el estrecho sendero hasta el por entonces lejano caserío, llevando el agua a hombros, tarea que siempre llevaban a cabo, como era lógico, los esclavos y los criados de los ricos propietarios del Puerto de la Cruz de la Orotava.
Como último botón de muestra, citaré [8] que en 1850, de orden del alcalde constitucional José Agustín Álvarez Rixo, el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz mandó limpiar y reparar la Fuente de Martiánez, la cual se hallaba en mal estado y poca agua manaba de ella.
Conflictos en la Fuente de Martiánez
Podemos ilustrar la importancia y los conflictos que el uso de las aguas de la Fuente de Martiánez tuvieron para nuestra población, con la siguiente anécdota. En 1687, compareció Domingo Herrera ante el alférez Esteban Pérez, que estaba actuando como alcalde de ausencias, es decir, alcalde suplente, para denunciar que se estaban lavando "cosas" en la Fuente de Martiánez y que la Justicia prohibía esta práctica. En su alegato, exigía además a la autoridad que defendiese el manantial y la fuente pública de estos abusos, por lo que proponía al alcalde se pusiese un guardia, día y noche, para evitar que se reprodujeran estos hechos [9].
Después de escuchar su denuncia y petición, el alcalde le nombró guarda de la Fuente de Martiánez por un periodo de un año, acordando con el alférez Esteban Pérez, un pago de 15 reales mensuales por su trabajo de vigilancia de la zona. A cambio de este sueldo, que salía de las menguadas arcas municipales, el guarda nombrado debía velar de la fuente día y noche, evitando tanto que se lavasen utensilios de cocina, como también las rencillas y peleas que solían surgir con cierta frecuencia, cuando accedían a la citada fuente los vecinos o sus criados a llenar sus recipientes con agua potable.
Un ejemplo de estas peleas lo tenemos en el pleito surgido el 20 de julio de 1824 entre Pedro de Aguiar, un criado del genovés Luis de Lavaggi y los hermanos Lorenzo y Cristóbal de N., sirviente el primero de Carlos Francisco y el segundo del médico Juan García. Puesto que los dos hermanos no había colocado sus barriles en los dos chorros por los que manaba el agua de la fuente, el otro criado, Pedro de Aguiar, puso los suyos, y ante esta situación se entabló una fuerte discusión de la que este último salió muy mal parado, no llegando las cosas a mayores por la actuación de Blas Borges, criado del doctor de origen inglés Carlos Ball [10], vecino del Puerto de la Cruz, que evitó que las cosas empeorasen, pues los dos hermanos pretendían lanzar a Pedro de Aguiar por laderas del Acantilado de Martiánez. 
El alcalde, Francisco de Arroyo, condenó a los dos hermanos agresores a prisión y a pagar el daño que habían hecho a Pedro de Aguiar, quien a causa de los golpes recibidos debió de ser asistido por el médico Tomás López. Los hermanos también fueron condenados al pago de una cantidad de 36 reales, equivalente al salario de los nueve días de trabajo que perdió el agredido, a razón de 4 reales diarios. Sirvan esta anécdota para ver la importancia que para el abastecimiento público de la población de nuestro pueblo, tenía el agua de la Fuente de Martiánez [11].
Olivia Stone y la Fuente de Martiánez
Olivia Stone da en su libro “Tenerife y sus seis satélites” una buena descripción del Acantilado de Martiánez y de la Fuente que nos ocupa en este comentario. Así, la escritora inglesa afirma [12]:“Ahora subimos por un sendero que serpentea por la ladera del acantilado sobre la que se encuentran la casa del Marqués de Candia [13] y sus terrenos. El sendero es simplemente un reborde estrecho en la pared del precipicio, nada más. La tierra sobre la que caminamos es roja y polvorienta, mientras que sobre nuestras cabezas se encuentra un río de lava, cuyo color pardo mate contrasta agradablemente con el alegre color de abajo. Bajo una roca que sobresale, en un tramo ligeramente más ancho del sendero, nos encontramos con dos tubos de piedra que sobresalen un pie de la pared de la montaña, y de los que mana agua transparente y clara. Es la famosa Agua de Martiánez y se dice que es la mejor y más pura de toda la isla. Comprobamos que su temperatura era de 63ºF (17,3ºC) y la del aire, de 69ºF (20,5ºC) [14]. El Sr. Charles Smith [15], que ha observado la temperatura del manantial durante muchos años y en todas las estaciones, nos informa que nunca muestra la más ligera variación. Se dice que los balleneros prefieren aprovisionarse de esta agua, porque dicen que se conserva mejor que cualquier otra. 
La formación inmediatamente encima de los tubos parece una especie de conglomerado muy suelto, con los intersticios entre las piedras casi vacíos. Hay una vista magnífica de la ciudad que hemos dejado atrás; el sol matutino resalta con toda  nitidez las paredes enjalbegadas, los postigos verdes, las tejas, rojas y las azoteas. Continuando nuestro paseo, después de beber un poco de agua y comprobar su frescor y su pureza, llegamos, poco después a una cueva que penetra una corta distancia en el risco pero que posee un techo alto y una entrada ancha”.  
Fuente de Martiánez. Foto Heinsel. Coloreada por Rafael Afonso Carrillo
Se aprecia de la lectura del comentario anterior de O. Stone que a la escritora inglesa, tan crítica con otras cosas de nuestro pueblo e isla, le gustó y le sobrecogió el ascenso por la estrecha senda que conducía desde la Playa de Martiánez hasta la fuente del mismo nombre, pues le permitió disfrutar de la hermosa la panorámica del Puerto de la Cruz que desde allí se ve. Ella la define como “hay una vista magnífica de la ciudad que hemos dejado atrás;…” y además afirma, que también le pareció buena el agua de la Fuente de Martiánez, que palió la sed de los habitantes de nuestro pueblo a lo largos de los siglos XVI, XVII y gran parte del XVIII.  
Vista del Puerto de la Cruz, desde los Acantilados cerca de La Paz. Finales del siglo XIX. Anónima
En primer término, se aprecia la casa de la familia García Gutiérrez, que después sería el Hotel Martiánez y detrás, un poco más lejos, la Casa Casino de Luis Lavaggi.
Foto de autor anónimo, de la misma zona a finales del XIX,  publicada por Melchor Castilla Hernández, perteneciente a la colección de Carlos Teixidor.  
El análisis del agua de la Fuente de Martiánez
          La importancia que a lo largo de los siglos pasados tuvo este manantial, merece que le dediquemos un pequeño comentario al análisis químico del agua de la Fuente de Martiánez llevado a cabo por Edward Frankland (1825-1899) [16], que fue publicado en el periódico La Opinión en 1887 [17], cuyos resultados se muestran a continuación.
Edward Frankland (1825-1899)

TABLA CON  VALORES DE ALGUNOS IMPORTANTES PARÁMETROS DEL AGUA DE MARTIÁNEZ
Contenidos
Cantidades en mg/l
Sustancias sólidas en solución
                              3,05
Carbono orgánico
 0, 473
Nitrógeno orgánico
0,555
Cloro
                            39,912
Nitrógeno en forma de nitratos
1,297

Los resultados del citado análisis mostraron que el agua de la Fuente de Martiánez tenía un bajo contenido en materia orgánica, lo que se interpretó como un adecuado parámetro de la escasa contaminación de la fuente por la actividad humana. Además, tenía una cantidad moderada de sales y de cloro, lo que en conjunto, la convertía en agua potable de muy buena calidad.
Un gran valedor de la calidad del agua de la Fuente de Martiánez fue el Dr. Jorge Pérez Ventoso, médico portuense responsable de haber solicitado el análisis de las aguas de la fuente y de su publicación en el periódico citado, quien llegó a afirmar “que las familias que se surtían del Agua de Martiánez gozaban de muy buena salud”.
Puesto que la aguas de esta fuente fueron muy importantes para la población de nuestro pueblo, se terminó acercándolas más hacia la zona habitada del vecindario y también hacia la Playa de Martiánez, donde en la desembocadura del barranco existió un chorro con agua procedente de la fuente que comentamos. Este chorro permitía a los bañistas de la Playa de Martiánez, ducharse para eliminar los restos del agua salada.
La Cruz y el Chorro de Cuaco
En lo referente a la Cruz de Cuaco, en los tantas veces citados Anales de A. Rixo en la crónica de1 año 1840 se dice [18]:”Por empeño del Alcalde (D. Tomás F. Cólogan), se ha empedrado la calle de Cupido desde la esquina de la Oposición (la actual A. de Bethencourt) adelante, enderezándola algunas tortuosidades que ha sido posible, y a la inmediación de la Cruz de Cuaco se han puesto unos chorros de agua para el abasto de aquellos vecinos”. Por la información de A. Rixo parece deducirse que la Cruz de Cuaco es más antigua que el pilar del mismo nombre, aunque A. Rixo no da la referencia de cuando se construyó la capilla que alberga la citada cruz.

Capilla de Cuaco. Foto Diario de Avisos. M.P.P.

En este año de 2016, la Cruz de Cuaco no fue engalanada como era tradición y ello, según informa la prensa a través de un artículo escrito por Gabriela Gulesserian [19], ha causado malestar entre los vecinos. El conjunto de Chorro Cuaco fue declarado BIC (Bien de Interés Cultural) en Abril de 2003 y abarca tanto al Chorro, como a la Cruz y al Callejón, que como es bien sabido comienza en la calle Valois. No obstante, yo estoy firmemente convencido que la familia De la Nuez, responsable durante muchos años del cuidado y del ornato de la Cruz de Cuaco, seguirá encargándose de que no se rompa una muy antigua tradición, pues es bien sabido el cuidado que la citada familia ha tenido con este lugar durante mucho tiempo.  
Volviendo la atención desde la capilla hacia el chorro, la más antigua información que he podido conseguir respecto al Chorro Cuaco es la cita anterior de los Anales de 1840, pero existe otra correspondiente al año 1849, en la que A. Rixo comenta [20]: “También en esta época se trató de zanjar el pleito de despojo que el Ayuntamiento tenía pendiente con don Lorenzo Cáceres [21], referente al uso del chorro del Pilar de Cuaco”. Ignoro exactamente cuál era la causa del pleito, pero las citas anteriores son muy interesantes, porque nos permiten afirmar que los chorros de esta zona fueron instalados en 1840, lo que potencia la función del Chorro de Cuaco, como punto de abasto de agua para el vecindario desde tan temprana época.
Chorro Cuaco. Agua de la Fuente de Martiánez. 1901

El ayuntamiento portuense de 1900, llevó a cabo la instalación de una canalización que trasportaba el agua desde la Fuente de Martiánez hasta el Chorro Cuaco, aprovechando el importante desnivel que existe entre la Fuente de Martiánez y la citada calle de Valois. Hay que resaltar que este chorro ha estado instalado desde sus comienzos estuvo en el mismo sitio en que aún se halla, concretamente, en la calle Valois, 
El Chorro Cuaco engalanado con motivo de la Fiesta de San Juan
La instalación, todavía se conserva y aunque pasó épocas en que su deterioro era evidente, actualmente se encuentra remozada y con muy buen aspecto, aunque evidentemente ya no cumpla con la función primitiva para la que fue creada.
Desde algunos años, se vienen engalanando todos los antiguos pilares de agua del municipio con motivo de la fiesta de San Juan y en la foto siguiente se muestra el Chorro de Cuaco muy bien pintado y engalanado para tal ocasión.
El origen del topónimo Cuaco
Me ha parecido oportuno terminar esta crónica especulando en torno al origen del topónimo Cuaco, palabra que en principio pudiera parecer extraña, pero que tal como comenté anteriormente, ya aparece citada en los Anales de Rixo desde el año 1840, aludiendo al Chorro de Agua. Tengo que afirmar, que no he encontrado ninguna aproximación concluyente al término Cuaco aplicado tanto al chorro como a la capilla aledaña, por lo que lo que voy a comentar a continuación no es más que una hipótesis de trabajo, o si se quiere una especulación, sin ningún fundamento histórico.
Sabemos por las documentos del Cabildo lagunero que en una sesión del cabildo, celebrada  el 10 de marzo de 1543 [22], compareció ante el cabildo Diego Benítez Çuaço y “dixo que él a seydo elegido e nombrado alcalde del agua del lugar del Araotava por los Sres. Justiçia e Regimiento…”. Diego Benítez y Çuaço, renunció a este nombramiento porque en aquellos momentos, según sus propias palabras, estaba ocupado en otros negocios que no podía abandonar, por lo que solicitaba se dejase sin efecto el nombramiento, tal como así ocurrió.
La misma persona aparece citada otras veces siempre en relación con La Orotava, bien con arrendamientos de tierra, bien en relación al agua, y mi conjetura es que resulta factible pensar, que sus descendientes pudieran tener terrenos de su propiedad por la zona en cuestión. Mi hipótesis es que al correr del tiempo, el apellido "Çuaço" de este conquistador y sus descendientes, que originalmente se escribía con cedilla (ç) y se pronunciaba “Suaso o Zuazo” con el sonido “ese o zeta”, pudiera cambiar su fonética con el tiempo convirtiéndose la “ç” en una “c” y cambiando su sonido, de modo que Çuaço, andando el tiempo pudo convertirse en Cuaco.
Soy consciente de que es lo que he la teoría que he utilizado es un débil argumento y lo expongo, más que nada, para ver si alguna persona más versada que yo en estas lides de la evolución del lenguaje, puede colaborar aportando datos que ayuden a clarificar el origen de este interesante topónimo portuense. 


[1]   Acuerdos del Cabildo, fº 100 v. 8-III-1539.
[2]   Acuerdos del Cabildo, fº 40 r. 5-IV-1540.
[3]   AMLL. Acuerdos del Cabildo. Oficios 1º. Libro 18. 9-III-1600, fº 208v.  
[4]   Anales, p. 288. 
[5]   Las Aguas es un barrio de San Juan de la Rambla, rico en manantiales.
[6]   La Plaza Concejil se halla situada en el cruce de la calle Iriarte con San Juan, justo delante del Torreón Ventoso. Anales, p. 302. 
[7]    Anales. p.10.
[8]    Anales, p.380. 
[9]    AHPSCT. PN 3800. Bartolomé Hernández Romero. 17-VI-1687, fs 114-115.   
[10]  El doctor Carlos Ball era de origen inglés y vivió en la calle de Las Cabezas, actual calle Blanco.  
[11]  AHPT. PSO-6-1097.
[12]  O. Stone. “Tenerife y sus seis satélites”, p. 449-450
[13]  Se refiere a la casa de la Familia Cólogan en La Paz
[14]  Olivia Stone da en su libro la temperatura del agua en la escala que habitualmente utilizan los ingleses, conocida como Escala Farenheit (ºF), pero probablemente el traductor del libro, ha escrito la correspondiente equivalencia de esa temperatura en grados Celsius o Centígrados (ºC).
[15]   Charles Smith era el por entonces propietario del Sitio Pardo, nombre que le dio al antiguo Sitio Little. Su nombre ya ha sido citado con anterioridad en estas crónicas.
[16] Edward Frankland (1825-1899), fue un prestigioso químico londinense que trabajó intensamente en el control de la calidad de las aguas de la ciudad de Londres.
[17]  La Opinión, 20-VIII-1887.
[18]  Anales, p.345. 
[19]  Graciela Gulesserian. La Opinión. 6-V-2016.
[20]  Anales, p.376. 
[21]  Muy cerca de la antigua casa de mis padres, situada en el nº 42 de la calle Iriarte, vivió un descendiente de D. Lorenzo Cáceres, llamado D. Melchor Cáceres, hombre de fuerte carácter, que poseía asimismo una casa en la calle Esquivel, muy cerca de su cruce con Valois, aunque su vivienda principal era la que tenía en Iriarte, donde residía con sus dos hijos y una hija. La calle que conduce desde La Hoya a San Telmo tuvo como nombre “Sargento Cáceres”.
[22] Acuerdos del Cabildo, fº 197 r. 9-III-1543.

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