Esta
crónica y la siguiente van a estar dedicadas a La Ladera de Martiánez, de la
que ya hablamos como lugar de acogida, vivienda y enterramiento de los guanches
del Puerto de la Cruz. Estas dos nuevas crónicas están escritas en estrecha
colaboración con dos personas profundamente conocedoras de La Ladera y he
creído oportuno contar con su apoyo y conocimiento, para que los lectores
puedan tener una más completa información acerca de este maravilloso pero profundamente deteriorado paraje de nuestro municipio.
Las dos personas que colaboran en
esta crónica son, Juana Hernández Suárez, Directora-Conservadora del Museo
Arqueológico del Puerto de la Cruz, que participó activamente en los intentos de recuperación de La Ladera y la otra, Juan Vicente Lagunilla García, Técnico Superior en Turismo, persona enamorada
de La Ladera de Martiánez y un excelente y muy buen conocedor de este hermoso paraje
actualmente bastante degradado.
Presentamos
en esta nueva crónica diversos aspectos relativos a La Ladera de Martiánez,
tratando de seguir su evolución a lo largo del tiempo para llegar a comprender
el tremendo deterioro que actualmente presenta y sobre todo para intentar en la siguiente crónica de aportar nuestro granito de arena a la futura labor de recuperación de esta zona. En concreto, con el contenido de esta crónica intentamos explicar
el loable intento de recuperación de este lugar que se acometió durante los
años 1999-2004, a cargo de diversas instituciones que se implicaron en el
proyecto, dejando para la próxima, las propuesta de regeneración del entorno de la Ladera de Martiánez.
La
Escuela-Taller
Comentaremos en primer
lugar, la creación a finales del pasado siglo, de una Escuela Taller con varios ambiciosos objetivos,
destinados fundamentales a la recuperación de La Ladera y, paralelamente, a la formación profesional de la juventud portuense en
diversos aspectos profesionales, algunos de los cuales detallamos a continuación.
En 1999, siendo alcalde
del Puerto de la Cruz Marcos Brito Gutiérrez (1940-2014), tiene lugar el primer intento
serio de rescate del deteriorado paraje del Acantilado de Martiánez, a través
de la creación de la llamada Escuela
Taller Ladera de Martiánez. El proyecto nació con la idea de efectuar la
creación de un Centro de Visitantes, destinado a la recuperación y
embellecimiento de la zona de la llamada Ladera de Martiánez y a la vez, para
tratar llevar a cabo la promoción de este paraje, cara al turismo que visitaba
el municipio.
Marcos
Brito habló extensamente sobre la Escuela Taller, en unas declaraciones a la
Gaceta de Canarias en las que se afirmaba en grandes titulares:“Una escuela taller devolverá a la Ladera de Martiánez
todo su esplendor”. En
estas declaraciones al periódico citado [1], el periodista comentaba lo
siguiente:”El mandatario local anunció
que, en breve, una Escuela Taller comenzará a trabajar en la rehabilitación de
la Ladera, con el fin de recuperar su máximo esplendor y belleza. Con esta
iniciativa, además de formar a 40 desempleados del municipio, se pretende
recuperar la flora autóctona de la zona, así como los aspectos arqueológicos,
como puede ser las cuevas sepulcrales. Asimismo, se recuperarán elementos
etnográficos como caminos reales, pastoreo y estanques. También se creará un
observatorio en la parte inferior de la Ladera y se actuará en el Jardín de
Martiánez, recientemente adquirido por el Ayuntamiento con la idea de crear un
espacio natural para la lectura y una sonoteca de la naturaleza”.
En
otro momento de sus declaraciones el fallecido alcalde portuense afirmaba:”Además de recuperarse un espacio de
importancia en el patrimonio natural e histórico de la ciudad, se promueve la
inserción laboral de desempleados menores de 25 años, que reciben cualificación
y experiencia profesional.
Este proyecto que será
tutelado por un historiador, un aparejador, un maestro cantero y un ingeniero
técnico agrícola, se desarrollará durante dos años y cuenta con un presupuesto
de 130 millones de pesetas, de los cuales el consistorio portuense aporta 12
millones y el resto el Instituto Nacional de Empleo”.
En
el mismo periódico y junto a las declaraciones de Marcos Brito, hay un espacio
dedicado al Centro
de Visitantes, que por su interés reproduzco íntegramente:”La investigación-rehabilitación de los
espacios que engloban este proyecto de de Escuela Taller supondrá la activación
de diversos servicios de interés como son un Centro de Visitantes, donde se
podrá obtener a través de audiovisuales, interactivos y exposición en paneles,
información sobre los detalles y características del espacio a visitar.
Asimismo, se
acondicionarán diversos senderos con el fin de de ofrecer un turismo
alternativo al sol y la playa dentro del propio municipio. Así, se creará la Ruta Verde, un paseo para conocer la
flora y la fauna de la zona mediante paneles didácticos, la Ruta Marrón, por la que se podrá
conocer mejor las formas de vida que hace siglos llevaron los guanches en esta
ladera. Para ello, los profesionales del campo de la arqueología han previsto
recrear escenas de los aborígenes, mostrándose en diversas cuevas, aspectos que
ayudarán a conocer su religión, costumbres, muerte y formas de vida; y por
último, está la denominada Ruta Azul,
en la que se recogen aquellos elementos de carácter etnográfico presentes en la
zona, independientemente de las época, y que definen la relación del hombre con
este lugar y los usos o costumbres que en él se manifestaban.
Por este sendero,
además nos encontraremos con dos elementos singulares del cultivo del plátano, La Gañanía (espacio reservado para el
depósito de aperos de trabajo, aunque a veces se usaba como establo de vacas) y
el estanque de riego para plataneras”.
Antigua gañanía existente en La Ladera de Martiánez. Foto de Juan Vicente García Lagunilla |
La
Escuela Taller comenzó su andadura el 19 de mayo de 1999 como consecuencia de una
serie de necesidades que se presentaban en el municipio portuense y que en
síntesis eran:
a) La necesidad de rehabilitar y
acondicionar un espacio divulgativo de enorme valor botánico, etnohistórico y
arqueológico como es la Ladera de Martiánez.
b) La necesidad de promover en el mercado
de trabajo a los jóvenes desempleados del municipio, dotándoles de
cualificación y experiencia profesional en una ocupación.
Partiendo
de estas dos premisas, desde el Área de Cultura del Organismo Autónomo Local
del Excmo. Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, se elaboró el proyecto de la
Escuela Taller Ladera de Martiánez, que fue aprobado por el INEM y cofinanciado
por el Fondo Social Europeo. La Escuela Taller comenzó el 19 de mayo de 1999
con un total de 40 alumnos, distribuidos en tres talleres ocupacionales:
1 Taller
de Restauración del Patrimonio, que contó con un
total de 23 alumnos que se formaron en las profesiones de jardinería, cantería
y conocimientos básicos de albañilería, teniendo entre sus objetivos, la
recuperación como espacio natural de la Ladera de Martiánez, en los aspectos de
limpieza y restauración de la vegetación, acondicionamiento de senderos, etc.,
así como la rehabilitación y mantenimiento del Jardín Histórico de Martiánez.
2
Taller
de Educación Ambiental, con un total de 10 alumnos que
recibieron formación como educadores ambientales y guías intérpretes del
patrimonio, estando entre sus objetivos la sensibilización e implicación de la
población del municipio de cara a la conservación de sus espacios naturales y
zonas verdes.
3 Taller
de Cocina Tradicional Canaria, con un total de 7
alumnos que se formaron en el sector profesional de la cocina y repostería
canaria, planteándose como objetivos la recuperación de antiguas recetas de
cocina, pastelería y repostería canaria.
Al
término del mandato de Marcos Brito, el nuevo alcalde Salvador García Llanos
prosiguió el proyecto hasta la finalización del plazo señalado en el primer
convenio que firmó en nombre del ayuntamiento portuense con varias
instituciones. El periódico tinerfeño La Opinión [2] se hizo eco del
establecimiento del convenio firmado en octubre de 1999, entre el Cabildo de
Tenerife, representado por su presidente Ricardo Melchior Navarro y el
Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, en nombre del cual intervino Salvador
García Llanos, que por entonces ya era alcalde del municipio portuense. En el
artículo publicado por el periódico se hacía hincapié en el aspecto formativo
que el convenio tenía, tal como se aprecia en el siguiente fragmento: “Varios jóvenes de Puerto de la Cruz se
formarán en el oficio de la forja, cantería y jardinería en vegetación
autóctona, a través de una Escuela Taller que se encargará de recuperar el
proyecto denominado Ladera de Martiánez, encaminado a la creación en el
municipio de un Museo de la Naturaleza especializado en antropología,
espeleología, arqueología, fauna y flora”.
Vemos
pues, que el proyecto nació con una ambiciosa perspectiva que abarcaba varias
áreas de atención y que simultáneamente ofrecía un programa de formación para
la juventud de nuestro municipio, por lo que despertó claramente muchas
ilusiones para ver lograda la recuperación del deteriorado paraje de la Ladera
de Martiánez y de paso, tratar de paliar el desempleo de la gente más joven, a
través de lograr su cualificación en diversas áreas laborales.
En
otro párrafo del citado artículo [2], se señalaba el atractivo que presentaba
el proyecto afirmando:“Según el acuerdo
firmado entre ambas administraciones, el mencionado proyecto permitirá no sólo
recuperar una de las zonas más emblemáticas de la ciudad, sino también crear un
nuevo atractivo para el municipio, como será el edificio del museo. Los alumnos
participantes en la escuela taller, gestionada por el Instituto Nacional de
Empleo (INEM), deberán ser jóvenes de entre 16 y 24 años y, como en cualquier
centro de esta modalidad, tendrán un periodo de formación teórica, en la que
estarán como becados, y otro en práctica, donde trabajarán como asalariados,
cobrando el salario mínimo interprofesional. La técnica de las escuelas taller
sirve para que, al mismo tiempo dar empleo a los jóvenes parados, y que éstos
aprendan un oficio o profesión. En este caso, el empleo está relacionado con la
naturaleza, que le servirá en un futuro para incorporarse al mercado laboral
conociendo un oficio”.
El
periódico tinerfeño Diario de Avisos [3] se hizo asimismo eco de la firma del
citado convenio, comentando algunos aspectos complementarios a la información anterior
que a continuación recogemos:“El
presidente del Cabildo Ricardo Melchior y el alcalde del Puerto de la Cruz
Salvador García, han suscrito un convenio para la cesión gratuita a este
municipio por parte de la Corporación Insular, de una finca de 10.934 metros
cuadrados de extensión situada en la zona de Martiánez. Los terrenos serán
utilizados para las actividades del proyecto denominado “Escuela Taller Ladera
de Martiánez”, promovido por el Ayuntamiento y el INEM y dirigido a la
formación de jóvenes en tareas u oficios tradicionales, como son la forja, la
cantería, la gastronomía y la jardinería en vegetación autóctona. La cesión
gratuita de estos terrenos, formalizada días atrás durante un acto en el
Palacio Insular, no superará los diez años”.
Comentamos
a continuación muy brevemente, varios de los aspectos formativos que la citada
Escuela Taller comenzó a desarrollar, para la formación de los jóvenes
integrados en ella, comenzando con el taller de Cocina Tradicional Canaria. Uno de los primeros objetivos que el
taller de cocina tradicional canaria empezó a acometer, fue la elaboración de
una Guía Informativa sobre los restaurantes de la ciudad portuense. Con esta
iniciativa se pretendía lograr contar con el apoyo de empresarios y
trabajadores del citado sector, muy importante en nuestro municipio.
El
taller de cocina estaba ubicado en unas instalaciones cedidas por la
Corporación Insular en el complejo municipal “Costa de Martiánez” y tomaron parte en él siete alumnos, con
edades comprendidas entre los 16 y 25 años, bajo supervisión de un jefe de
cocina, cocinero de profesión. El objetivo prioritario de este taller,
consistía en la formación de profesionales en cocina canaria, a través de una
enseñanza eminentemente práctica, consistente en la confección diaria de un
menú, compuesto de primer y segundo plato. Diariamente se preparaban en torno a
quince comidas, que eran entregadas como donativo a la Casa de Acogida María
Blanca, situada en el barrio portuense de San Antonio.
Otra
de las actividades que se desarrollaron en esta Escuela Taller fue un módulo
formativo de repostería canaria, con el que se pretendía rescatar recetas
tradicionales a través de un trabajo de investigación, llevado a cabo
fundamental en el entorno familiar. Paralelamente, este taller cooperaba con el
Organismo Autónomo Local, dependiente del ayuntamiento portuense, a través de
las degustaciones de productos elaborados por los alumnos de la escuela, que se
consumían en determinados actos públicos programados por la corporación
portuense.
La
Revista La Ladera de Martiánez
También
se acordó dar a cuenta a la población de los trabajos que fueran desarrollando
los alumnos de los diferentes talleres y para ello se propuso como vehículo
idóneo la publicación de una nueva revista, que se denominó “La
Ladera”, que se repartiría gratuitamente entre los vecinos del
municipio, a fin de ir sensibilizando a la población, dando cuenta de los
progresos logrados, así como incluyendo en su contenido otros temas de interés,
que se irían publicando en los diferentes números.
Entre
los meses de diciembre de 1999 y enero de 2000, apareció publicado el primer ejemplar
de la revista medio ambiental La Ladera -señalado con el número cero- [4], con
la que el ayuntamiento portuense pretendía informar al mayor número posible de
vecinos, y que, como ya comentamos, se repartió gratuitamente. La Gaceta de
Canarias se hizo eco de su aparición [5], comentando: “Ha salido a la luz el primer número de la revista La Ladera que trata de temas
medioambientales y culturales, y se halla incluida en el proyecto de
recuperación de la Ladera de Martiánez. Según Salvador González, Martiánez
guarda valores ambientales muy importantes como para que se lleve a cabo la
recuperación integral de la zona”.
Uno
de los primeros logros del proyecto que comento fue la publicación de la
citada revista, a través de la cual se pretendía dar a conocer las
particularidades que ofrecía este paraje, incidiendo en diversas facetas tales
como el paisaje, los aspectos geológicos y biológicos, así como los valores
arqueológico, histórico y etnográfico, a la par que publicar pequeños artículos
sobre temas de interés sobre otros lugares de las Islas Canarias, incluyéndose
asimismo en las últimas páginas de la
revista dos recetas de cocina canaria, así como la descripción de cuatro
especies vegetales endémicas de las islas.
La
Escuela Taller, estaba dirigida por Miguel Ángel Toledo Rocha, y quedó
englobada dentro del Área de Empleo y Desarrollo Económico del Excmo.
Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. El mencionado director comentó que la
escuela había comenzado a mediados del mes de marzo de 1999 y que la misma
estaba formada por tres talleres ocupacionales. Indicó asimismo, que la
duración de la escuela debería ser de dos años, pero que debido a que el INEM
transfirió a la Comunidad Autónoma los proyectos de formación, no se sabía si
habría continuidad para el segundo año, hecho que al final fue subsanado. Toledo
resaltó asimismo, que el Taller de Restauración del Patrimonio, pretendía recuperar
espacios naturales tales como Ladera de Martiánez y el antiguo Jardín del mismo
nombre. Un buen ejemplo de esta tarea lo tenemos en la empresa que acometieron
los alumnos de la Escuela Taller con la recuperación del antiguo Jardín del
desaparecido Hotel Martiánez, ubicado al final de la calle de Valois, casi al
comienzo del Paseo de Aguilar y Quesada, que siempre ha sido popularmente
conocido como Paseo de las Palmeras.
Jardines del Hotel Martiánez. En
torno a 1890. Autor anónimo, publicada por M. Hernández Castilla
|
En
el número uno de la Revista La Ladera, publicado tanto para dar cuenta de los
trabajos que se iban desarrollando como para dar a conocer diversos aspectos de
la cultura, tradiciones y gastronomía canaria, se incluyó un primer artículo
dedicado al antiguo Jardín del desaparecido Hotel Martiánez, escrito por la redacción
de la Escuela Taller y titulado “El
Jardín del antiguo Hotel Martiánez” [6], que a continuación transcribimos
literalmente: “En base a las
referencias históricas que nos aportan los “Anales” de Álvarez Rixo, tenemos
información del uso agrícola de Martiánez, al menos desde 1826, año en que las
huertas y la Batería de San Carlos fueron arrasadas por el gran aluvión. La existencia de estas
huertas explica que los canales de conducción de aguas desde el Burgado y Aguas
del Rey, zonas que hoy se incluyen en el Paisaje Protegido de la Rambla de
Castro, se extendieran hasta Martiánez, un área escasamente poblada en aquel
entonces.
Otro dato de especial
importancia lo encontramos en el acuerdo municipal de 1836 para la construcción
de un “sesgo frente al Tope”, es decir, un muro de contención que evitara que
las aguas del Barranco de Martiánez inundaran la calle de La Hoya, aunque
también sabemos que esta actuación se había comenzado años antes por iniciátiva
vecinal, ante la desidia de las autoridades.
Estos hechos unidos a
la situación del Jardín, ubicado en la curva final del barranco, nos lleva a la
conclusión que, en su origen, el Jardín era un “natero”, es decir, una huerta
formada por limos arrastrados por el barranco
y que nuestros campesinos, con su profundo saber, conseguían retener
levantando muros de piedra en los meandros de los cauces, lugares donde el agua
perdía velocidad, facilitando el depósito de tierra fértil.
Con el tiempo el
“natero” iba creciendo en altura y superficie, debido a que los continuos
aportes del barranco obligaban a ampliar el muro original. Asimismo, creemos
que la huerta inicial se apoyaba en la muralla de contención que protegía La
Hoya y de la que se conservan algunos restos, como es el tramo de muro que
delimita el actual Jardín con la subida del Sitio Litre.
Desconocemos el tipo de
cultivo que ocupaban las huertas en su origen, aunque suponemos que debieron
ser frutales y otras especies de regadío, teniendo en cuenta las informaciones
que extraemos de fuentes diversas, como el grabado de Alfredo Diston que
representa el cauce del barranco totalmente ocupado por árboles frutales. Así
tenemos la referencia, ya comentada, que nos aporta Álvarez Rixo [7] sobre la llegada de las Aguas del Rey a
Martiánez, atestiguada en la placa conmemorativa que se instaló en 1839 con
motivo de la finalización de la obras, cerca del Jardín. Sabemos que esas aguas
regaban las huertas de Martiánez, aprovechándose las aguas sobrantes para abastecer
los lavaderos que todavía se conservan en el barranco y que, en el caso de
Martiánez, se extendieron al este del barranco.
Hotel Martiánez, enfrente los Jardines y en lo alto,
el Acantilado de Martiánez y el Sitio Litre.
Fotocromía de Carl Normann, 1893. Foto cedida
por MMM-Ball y publicada por Rafael
Llanos Penedo
|
Debido a la coyuntura
económica del momento, los nuevos sectores del municipio se dedicaron a la
agricultura, teniendo lugar las primeras experiencias con el plátano, del que
tenemos noticias de su cultivo en Martiánez desde 1845, comenzando su
exportación hacia 1858, desarrollándose plenamente a partir de 1878.
En los años 80 del
siglo XIX y en un espectacular marco de plataneras, la apertura del Hotel
Martiánez marca el inicio de una nueva época para la zona. El hotel se
estableció en la casa del marqués de la Candia [8], tras ser comprada por la Compañía de
Hoteles y Sanatorium del Valle de la Orotava en 1886. Seguramente la compra
incluyó la de los terrenos anexos, como las huertas que se situaban frente al
hotel y en las que se instaló el Jardín, lugar de tranquilidad y atractivo
donde se celebraban fiestas, aprovechando igualmente el cauce del barranco para
hacer sortijas a caballo.
En primer plano,
los Jardines del Hotel Martiánez y en segundo plano, la fachada del Hotel.
Foto subida a
Facebook por Agustín Miranda Armas
|
En esa época se
plantaron los grandes laureles de Indias, las palmeras y buganvillas, se
instalaron la fuente, los bancos y los paseos y se potenció el sistema de riego
aprovechando las aguas del canal cercano.
Entrada a la alberca y a los jardines del Hotel Martiánez. Foto subida a Facebook por Agustín Miranda Armas |
Sortija a
caballo en el Barranco de Martiánez. Foto subida a Facebook por Agustín Miranda
Armas
|
Poco a poco, el hotel
fue perdiendo categoría y se fue deteriorando hasta su cierre y posterior
demolición, con lo que el Jardín entró en una fase de abandono, caracterizada
por litigios sobre su propiedad y por una serie de ocupaciones ilegítimas,
permaneciendo cerrado al público y convirtiéndose en un gran depósito de
basuras.
En mayo de 1.999 se
iniciaron los trabajos de recuperación del Jardín a cargo del Taller de
Restauración de la Escuela Taller “Ladera de Martiánez”, tareas que comenzaron
con la retirada de gran cantidad de basuras, escombros y restos vegetales, 220
metros cúbicos en total, a lo que siguió la poda de los laureles, el trasplante
de flora endémica existente en el Jardín de La Ladera y la reconstrucción de
los muros que amenazaban ruina.
La restauración puso al
descubierto nuevos elementos, como el sistema de riego, compuesto por un
estanque, tubería de cerámica y atarjeas, la red de caminos, los bancos, los
muros e incluso la placa que recuerda la llegada de las Aguas del Rey en 1839.
La Escuela Taller y el
Área de Cultura proponen un proyecto para el Jardín Histórico en el que se
habilitará una entrada desde la Plaza Viera y Clavijo, desde la que se accederá
a un primer nivel ajardinado y a una zona ligeramente elevada, destinada a la
realización de actos públicos. Asimismo, se restaurarán los lavaderos,
estanques y atarjeas, los bancos, muros y revestimientos de piedra y se
eliminarán las barreras arquitectónicas, asegurando una total accesibilidad a
todo tipo de público.
Esta propuesta de
futuro hará que el Jardín vuelva a desempeñar su función original como espacio
de esparcimiento, descanso y lectura, abierto a la población del Puerto de la
Cruz y a los visitantes que acoge nuestra ciudad”.
Es interesante destacar
que se publicaron nueve números de la revista La Ladera, numerados del cero
hasta el ocho, siendo el último correspondiente al periodo abril-mayo de 2002
en el que se inserta un amplio editorial que reproduzco literalmente: “La Escuela Taller Ladera de Martiánez
termina su andadura tras dos intensos años de trabajo; en el camino nos hemos
encontrado muchos amigos y amigas que han arrimado el hombro en la difícil
tarea de rescatar de la memoria de esta ciudad una parte importante de su
historia, encerrada en el Acantilado de Martiánez.
No
podemos olvidar a tanta gente comprometida, que ha invertido su esfuerzo,
tiempo y apoyo en el proyecto de la Escuela Talle Ladera de Martiánez. Para
empezar, el mayor agradecimiento por parte de todo el profesorado y alumnado
para nuestra concejala María Jesús Ferrer Campos, por su coherencia, su actitud
y su apoyo constante a la labor realizada en este proyecto. Su energía e
implicación hacen posible que hoy esta revista llegue a nuestras manos.
Seguía
a continuación una larga relación de entidades provinciales públicas y privadas
que por su extensión no vamos a reproducir, pero cuya lectura es muy
interesante porque permite apreciar la implicación en este interesante proyecto
de gran número de instituciones públicas y privadas, que vieron claramente su
potencial de futuro y apostaron por él, apoyándolo en la medida de sus
posibilidades. En la siguiente página figuraba asimismo una larga relación de
colaboradores de la revista, que por su amplitud no voy a reproducir, pero
baste saber que la nómina incluye un total de 65 nombres, lo que da una buena
idea de la amplia y desinteresada colaboración que tuvo la revista. El
proyecto tuvo continuación en 2002, porque según se afirma en el periódico El Día [9]: "La escuela-taller Acantilado de Martiánez,
dirigida a la recuperación del entorno natural de la Ladera de Martiánez, en el
Puerto de la Cruz, reanudó ayer su labor, subvencionada por el Instituto
Canario de Formación y Empleo (Icfem). Las tareas previstas que serán
ejecutadas por 30 alumnos-trabajadores, consistirán fundamentalmente en el
trazado de senderos y caminos, restauración y creación de miradores y
acondicionamiento de antiguas infraestructuras hidráulicas, tales como
estanques, canales y atarjeas.
Asimismo,
el proyecto prevé, en el ámbito del paisaje, la limpieza de La Ladera,
dotándola de vegetación autóctona y su mantenimiento posterior con sistema de
riego por aspersión. Las actuaciones que se lleven a cabo posibilitarán el
embellecimiento del entorno y transformarlo, mediante la restauración y
creación de miradores y senderos, en un espacio de ocio integrado en el medio,
que podrá ser visitado por los turistas.
El
proyecto tendrá una vigencia de dos años y se desarrollará en cuatro fases de
seis meses. El Icfem aporta 623.275 euros. La Escuela-Taller pretende ofrecer
una oportunidad a los jóvenes sin experiencia laboral para incorporarlos al
mercado de trabajo con las garantías que representa una formación completa y
favorecer su integración social".
Transcurridos
apenas un poco más una decena de años, la Ladera de Martiánez presenta un
aspecto desolador que reclama una intervención urgente. Sobre este punto comentamos que en un coloquio sobre
La Ladera de Martiánez, celebrado en el Museo Arqueológico del Puerto de la
Cruz fueron presentadas por el representante del Cabildo Fernando Senante, las futuras acciones que desde el Excmo. Cabildo Insular de Tenerife se van a llevar a cabo para la recuperación de La Ladera. Fernado Senante participó activamente en el coloquio final del acto y en una mesa redonda sobre el futuro de la Ladera, que tuvo lugar posteriormente, con la participación de los ponentes Juan Vicente Lagunilla García, Jaime Coello Bravo, Antonio Galindo Brito, el alcalde portuense Lope Afonso Hernández, y el citado Fernando Senante, actuando como moderadora la Directora del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz, Juana Hernández Suárez.
[1] Gaceta de Canarias, 8-V-1999
[2] La Opinión, 29-10-1999.
[3] Diario de Avisos, 29-10-1999.
[4] La Ladera, nº 0, diciembre-enero 1999-2000.
[5] Gaceta de Canarias, 26-XII-1999.
[6] La Ladera, nº1, febrero-marzo, 2000.
[7] Anales, A. Rixo, p.343. “Del 29 al 30 de dicho mes
(septiembre1839) se concluyó la atarjea de
las Aguas del Rey, llegando con ella hasta la orilla del Barranco de Martiánez.
El número total de pies de la misma, fabricado a cargo de Esquivel y puesto
allí donde concluye su obra es 12.720. Pero no entra en esta cuenta cosa de
1788 varas que han quedado servibles dirigidas por el maestro antecedente
Aguiar. El gasto total de este importante acueducto desde que se principió en
1806 hasta la fecha asciende a 27.645 pesos corrientes, 6 reales de plata y ½
cuarto”.
[8] En 1886 se crea en nuestro pueblo la
Compañía de Hoteles y Sanatorios del Valle de la Orotava, que fue la primera
fundada en Canarias con fines claramente turísticos. La información acerca de
la propiedad de la casa es errónea, pues sus dueños era el matrimonio formado
por D. Francisco García Gutiérrez y Dª Antonia de la Dehesa Sanz, que vivían en
una espléndida casona situada en el cruce de las calles Valois y La Hoya.
Andando el tiempo el hotel cambió de propietarios y de nombre, pasando a
llamarse Hotel Martiánez, luego Apartamentos Martiánez y actualmente, se
encuentra cerrado y con un aspecto ruinoso.
[9] El Día, 25-VI-2002.
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