miércoles, 15 de junio de 2016

La Escuela Taller y la revista La Ladera de Martiánez

        Esta crónica y la siguiente van a estar dedicadas a La Ladera de Martiánez, de la que ya hablamos como lugar de acogida, vivienda y enterramiento de los guanches del Puerto de la Cruz. Estas dos nuevas crónicas están escritas en estrecha colaboración con dos personas profundamente conocedoras de La Ladera y he creído oportuno contar con su apoyo y conocimiento, para que los lectores puedan  tener una más completa información acerca de este maravilloso pero profundamente deteriorado paraje de nuestro municipio.
             Las dos personas que colaboran en esta crónica son, Juana Hernández Suárez, Directora-Conservadora del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz, que participó activamente en los intentos de recuperación de La Ladera y la otra, Juan Vicente Lagunilla García, Técnico Superior en Turismo, persona enamorada de La Ladera de Martiánez y  un excelente y muy buen conocedor de este hermoso paraje actualmente bastante degradado.


      Juana Hernández Suárez           Juan Vicente Lagunilla García
Presentamos en esta nueva crónica diversos aspectos relativos a La Ladera de Martiánez, tratando de seguir su evolución a lo largo del tiempo para llegar a comprender el tremendo deterioro que actualmente presenta y sobre todo para intentar en la siguiente crónica de aportar nuestro granito de arena a la futura labor de recuperación de esta zona. En concreto, con el contenido de esta crónica intentamos explicar el loable intento de recuperación de este lugar que se acometió durante los años 1999-2004, a cargo de diversas instituciones que se implicaron en el proyecto, dejando para la próxima, las propuesta de regeneración del entorno de la Ladera de Martiánez. 
La Escuela-Taller
      Comentaremos en primer lugar, la creación a finales del pasado siglo, de una Escuela Taller con varios ambiciosos objetivos, destinados fundamentales a la recuperación de La Ladera y, paralelamente, a la formación profesional de la juventud portuense en diversos aspectos profesionales, algunos de los cuales detallamos a continuación.
        En 1999, siendo alcalde del Puerto de la Cruz Marcos Brito Gutiérrez (1940-2014), tiene lugar el primer intento serio de rescate del deteriorado paraje del Acantilado de Martiánez, a través de la creación de la llamada Escuela Taller Ladera de Martiánez. El proyecto nació con la idea de efectuar la creación de un Centro de Visitantes, destinado a la recuperación y embellecimiento de la zona de la llamada Ladera de Martiánez y a la vez, para tratar llevar a cabo la promoción de este paraje, cara al turismo que visitaba el municipio.
Marcos Brito habló extensamente sobre la Escuela Taller, en unas declaraciones a la Gaceta de Canarias en las que se afirmaba en grandes titulares:“Una escuela taller devolverá a la Ladera de Martiánez todo su esplendor”En estas declaraciones al periódico citado [1], el periodista comentaba lo siguiente:”El mandatario local anunció que, en breve, una Escuela Taller comenzará a trabajar en la rehabilitación de la Ladera, con el fin de recuperar su máximo esplendor y belleza. Con esta iniciativa, además de formar a 40 desempleados del municipio, se pretende recuperar la flora autóctona de la zona, así como los aspectos arqueológicos, como puede ser las cuevas sepulcrales. Asimismo, se recuperarán elementos etnográficos como caminos reales, pastoreo y estanques. También se creará un observatorio en la parte inferior de la Ladera y se actuará en el Jardín de Martiánez, recientemente adquirido por el Ayuntamiento con la idea de crear un espacio natural para la lectura y una sonoteca de la naturaleza”.
En otro momento de sus declaraciones el fallecido alcalde portuense afirmaba:”Además de recuperarse un espacio de importancia en el patrimonio natural e histórico de la ciudad, se promueve la inserción laboral de desempleados menores de 25 años, que reciben cualificación y experiencia profesional.
Este proyecto que será tutelado por un historiador, un aparejador, un maestro cantero y un ingeniero técnico agrícola, se desarrollará durante dos años y cuenta con un presupuesto de 130 millones de pesetas, de los cuales el consistorio portuense aporta 12 millones y el resto el Instituto Nacional de Empleo”.
En el mismo periódico y junto a las declaraciones de Marcos Brito, hay un espacio dedicado al Centro de Visitantes, que por su interés reproduzco íntegramente:”La investigación-rehabilitación de los espacios que engloban este proyecto de de Escuela Taller supondrá la activación de diversos servicios de interés como son un Centro de Visitantes, donde se podrá obtener a través de audiovisuales, interactivos y exposición en paneles, información sobre los detalles y características del espacio a visitar.
Asimismo, se acondicionarán diversos senderos con el fin de de ofrecer un turismo alternativo al sol y la playa dentro del propio municipio. Así, se creará la Ruta Verde, un paseo para conocer la flora y la fauna de la zona mediante paneles didácticos, la Ruta Marrón, por la que se podrá conocer mejor las formas de vida que hace siglos llevaron los guanches en esta ladera. Para ello, los profesionales del campo de la arqueología han previsto recrear escenas de los aborígenes, mostrándose en diversas cuevas, aspectos que ayudarán a conocer su religión, costumbres, muerte y formas de vida; y por último, está la denominada Ruta Azul, en la que se recogen aquellos elementos de carácter etnográfico presentes en la zona, independientemente de las época, y que definen la relación del hombre con este lugar y los usos o costumbres que en él se manifestaban.
Por este sendero, además nos encontraremos con dos elementos singulares del cultivo del plátano, La Gañanía (espacio reservado para el depósito de aperos de trabajo, aunque a veces se usaba como establo de vacas) y el estanque de riego para plataneras”.
Antigua gañanía existente en La Ladera de Martiánez. Foto de Juan Vicente García Lagunilla
          La Escuela Taller comenzó su andadura el 19 de mayo de 1999 como consecuencia de una serie de necesidades que se presentaban en el municipio portuense y que en síntesis eran:
a)      La necesidad de rehabilitar y acondicionar un espacio divulgativo de enorme valor botánico, etnohistórico y arqueológico como es la Ladera de Martiánez.
b)         La necesidad de promover en el mercado de trabajo a los jóvenes desempleados del municipio, dotándoles de cualificación y experiencia profesional en una ocupación.
Partiendo de estas dos premisas, desde el Área de Cultura del Organismo Autónomo Local del Excmo. Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, se elaboró el proyecto de la Escuela Taller Ladera de Martiánez, que fue aprobado por el INEM y cofinanciado por el Fondo Social Europeo. La Escuela Taller comenzó el 19 de mayo de 1999 con un total de 40 alumnos, distribuidos en tres talleres ocupacionales:
1                   Taller de Restauración del Patrimonio, que contó con un total de 23 alumnos que se formaron en las profesiones de jardinería, cantería y conocimientos básicos de albañilería, teniendo entre sus objetivos, la recuperación como espacio natural de la Ladera de Martiánez, en los aspectos de limpieza y restauración de la vegetación, acondicionamiento de senderos, etc., así como la rehabilitación y mantenimiento del Jardín Histórico de Martiánez.
2                    Taller de Educación Ambiental, con un total de 10 alumnos que recibieron formación como educadores ambientales y guías intérpretes del patrimonio, estando entre sus objetivos la sensibilización e implicación de la población del municipio de cara a la conservación de sus espacios naturales y zonas verdes.
3                          Taller de Cocina Tradicional Canaria, con un total de 7 alumnos que se formaron en el sector profesional de la cocina y repostería canaria, planteándose como objetivos la recuperación de antiguas recetas de cocina, pastelería y repostería canaria.
Al término del mandato de Marcos Brito, el nuevo alcalde Salvador García Llanos prosiguió el proyecto hasta la finalización del plazo señalado en el primer convenio que firmó en nombre del ayuntamiento portuense con varias instituciones. El periódico tinerfeño La Opinión [2] se hizo eco del establecimiento del convenio firmado en octubre de 1999, entre el Cabildo de Tenerife, representado por su presidente Ricardo Melchior Navarro y el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, en nombre del cual intervino Salvador García Llanos, que por entonces ya era alcalde del municipio portuense. En el artículo publicado por el periódico se hacía hincapié en el aspecto formativo que el convenio tenía, tal como se aprecia en el siguiente fragmento: “Varios jóvenes de Puerto de la Cruz se formarán en el oficio de la forja, cantería y jardinería en vegetación autóctona, a través de una Escuela Taller que se encargará de recuperar el proyecto denominado Ladera de Martiánez, encaminado a la creación en el municipio de un Museo de la Naturaleza especializado en antropología, espeleología, arqueología, fauna y flora”.
Vemos pues, que el proyecto nació con una ambiciosa perspectiva que abarcaba varias áreas de atención y que simultáneamente ofrecía un programa de formación para la juventud de nuestro municipio, por lo que despertó claramente muchas ilusiones para ver lograda la recuperación del deteriorado paraje de la Ladera de Martiánez y de paso, tratar de paliar el desempleo de la gente más joven, a través de lograr su cualificación en diversas áreas laborales.
En otro párrafo del citado artículo [2], se señalaba el atractivo que presentaba el proyecto afirmando:“Según el acuerdo firmado entre ambas administraciones, el mencionado proyecto permitirá no sólo recuperar una de las zonas más emblemáticas de la ciudad, sino también crear un nuevo atractivo para el municipio, como será el edificio del museo. Los alumnos participantes en la escuela taller, gestionada por el Instituto Nacional de Empleo (INEM), deberán ser jóvenes de entre 16 y 24 años y, como en cualquier centro de esta modalidad, tendrán un periodo de formación teórica, en la que estarán como becados, y otro en práctica, donde trabajarán como asalariados, cobrando el salario mínimo interprofesional. La técnica de las escuelas taller sirve para que, al mismo tiempo dar empleo a los jóvenes parados, y que éstos aprendan un oficio o profesión. En este caso, el empleo está relacionado con la naturaleza, que le servirá en un futuro para incorporarse al mercado laboral conociendo un oficio”.
El periódico tinerfeño Diario de Avisos [3] se hizo asimismo eco de la firma del citado convenio, comentando algunos aspectos complementarios a la información anterior que a continuación recogemos:“El presidente del Cabildo Ricardo Melchior y el alcalde del Puerto de la Cruz Salvador García, han suscrito un convenio para la cesión gratuita a este municipio por parte de la Corporación Insular, de una finca de 10.934 metros cuadrados de extensión situada en la zona de Martiánez. Los terrenos serán utilizados para las actividades del proyecto denominado “Escuela Taller Ladera de Martiánez”, promovido por el Ayuntamiento y el INEM y dirigido a la formación de jóvenes en tareas u oficios tradicionales, como son la forja, la cantería, la gastronomía y la jardinería en vegetación autóctona. La cesión gratuita de estos terrenos, formalizada días atrás durante un acto en el Palacio Insular, no superará los diez años”.
Comentamos a continuación muy brevemente, varios de los aspectos formativos que la citada Escuela Taller comenzó a desarrollar, para la formación de los jóvenes integrados en ella, comenzando con el taller de Cocina Tradicional Canaria. Uno de los primeros objetivos que el taller de cocina tradicional canaria empezó a acometer, fue la elaboración de una Guía Informativa sobre los restaurantes de la ciudad portuense. Con esta iniciativa se pretendía lograr contar con el apoyo de empresarios y trabajadores del citado sector, muy importante en nuestro municipio.
El taller de cocina estaba ubicado en unas instalaciones cedidas por la Corporación Insular en el complejo municipal “Costa de Martiánez” y tomaron parte en él siete alumnos, con edades comprendidas entre los 16 y 25 años, bajo supervisión de un jefe de cocina, cocinero de profesión. El objetivo prioritario de este taller, consistía en la formación de profesionales en cocina canaria, a través de una enseñanza eminentemente práctica, consistente en la confección diaria de un menú, compuesto de primer y segundo plato. Diariamente se preparaban en torno a quince comidas, que eran entregadas como donativo a la Casa de Acogida María Blanca, situada en el barrio portuense de San Antonio.
Otra de las actividades que se desarrollaron en esta Escuela Taller fue un módulo formativo de repostería canaria, con el que se pretendía rescatar recetas tradicionales a través de un trabajo de investigación, llevado a cabo fundamental en el entorno familiar. Paralelamente, este taller cooperaba con el Organismo Autónomo Local, dependiente del ayuntamiento portuense, a través de las degustaciones de productos elaborados por los alumnos de la escuela, que se consumían en determinados actos públicos programados por la corporación portuense.
La Revista La Ladera de Martiánez
También se acordó dar a cuenta a la población de los trabajos que fueran desarrollando los alumnos de los diferentes talleres y para ello se propuso como vehículo idóneo la publicación de una nueva revista, que se denominó La Ladera, que se repartiría gratuitamente entre los vecinos del municipio, a fin de ir sensibilizando a la población, dando cuenta de los progresos logrados, así como incluyendo en su contenido otros temas de interés, que se irían publicando en los diferentes números.
Entre los meses de diciembre de 1999 y enero de 2000, apareció publicado el primer ejemplar de la revista medio ambiental La Ladera -señalado con el número cero- [4], con la que el ayuntamiento portuense pretendía informar al mayor número posible de vecinos, y que, como ya comentamos, se repartió gratuitamente. La Gaceta de Canarias se hizo eco de su aparición [5], comentando: “Ha salido a la luz el primer número de la revista La Ladera que trata de temas medioambientales y culturales, y se halla incluida en el proyecto de recuperación de la Ladera de Martiánez. Según Salvador González, Martiánez guarda valores ambientales muy importantes como para que se lleve a cabo la recuperación integral de la zona”.
Uno de los primeros logros del proyecto que comento fue la publicación de la citada revista, a través de la cual se pretendía dar a conocer las particularidades que ofrecía este paraje, incidiendo en diversas facetas tales como el paisaje, los aspectos geológicos y biológicos, así como los valores arqueológico, histórico y etnográfico, a la par que publicar pequeños artículos sobre temas de interés sobre otros lugares de las Islas Canarias, incluyéndose asimismo  en las últimas páginas de la revista dos recetas de cocina canaria, así como la descripción de cuatro especies vegetales endémicas de las islas.
La Escuela Taller, estaba dirigida por Miguel Ángel Toledo Rocha, y quedó englobada dentro del Área de Empleo y Desarrollo Económico del Excmo. Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. El mencionado director comentó que la escuela había comenzado a mediados del mes de marzo de 1999 y que la misma estaba formada por tres talleres ocupacionales. Indicó asimismo, que la duración de la escuela debería ser de dos años, pero que debido a que el INEM transfirió a la Comunidad Autónoma los proyectos de formación, no se sabía si habría continuidad para el segundo año, hecho que al final fue subsanado. Toledo resaltó asimismo, que el Taller de Restauración del Patrimonio, pretendía recuperar espacios naturales tales como Ladera de Martiánez y el antiguo Jardín del mismo nombre. Un buen ejemplo de esta tarea lo tenemos en la empresa que acometieron los alumnos de la Escuela Taller con la recuperación del antiguo Jardín del desaparecido Hotel Martiánez, ubicado al final de la calle de Valois, casi al comienzo del Paseo de Aguilar y Quesada, que siempre ha sido popularmente conocido como Paseo de las Palmeras. 
Jardines del Hotel Martiánez. En torno a 1890. Autor anónimo, publicada por M. Hernández Castilla
En el número uno de la Revista La Ladera, publicado tanto para dar cuenta de los trabajos que se iban desarrollando como para dar a conocer diversos aspectos de la cultura, tradiciones y gastronomía canaria, se incluyó un primer artículo dedicado al antiguo Jardín del desaparecido Hotel Martiánez, escrito por la redacción de la Escuela Taller y titulado “El Jardín del antiguo Hotel Martiánez” [6], que a continuación transcribimos literalmente: “En base a las referencias históricas que nos aportan los “Anales” de Álvarez Rixo, tenemos información del uso agrícola de Martiánez, al menos desde 1826, año en que las huertas y la Batería de San Carlos fueron arrasadas por el gran aluvión. La existencia de estas huertas explica que los canales de conducción de aguas desde el Burgado y Aguas del Rey, zonas que hoy se incluyen en el Paisaje Protegido de la Rambla de Castro, se extendieran hasta Martiánez, un área escasamente poblada en aquel entonces.
Otro dato de especial importancia lo encontramos en el acuerdo municipal de 1836 para la construcción de un “sesgo frente al Tope”, es decir, un muro de contención que evitara que las aguas del Barranco de Martiánez inundaran la calle de La Hoya, aunque también sabemos que esta actuación se había comenzado años antes por iniciátiva vecinal, ante la desidia de las autoridades.
Estos hechos unidos a la situación del Jardín, ubicado en la curva final del barranco, nos lleva a la conclusión que, en su origen, el Jardín era un “natero”, es decir, una huerta formada por limos arrastrados por el barranco  y que nuestros campesinos, con su profundo saber, conseguían retener levantando muros de piedra en los meandros de los cauces, lugares donde el agua perdía velocidad, facilitando el depósito de tierra fértil.
Con el tiempo el “natero” iba creciendo en altura y superficie, debido a que los continuos aportes del barranco obligaban a ampliar el muro original. Asimismo, creemos que la huerta inicial se apoyaba en la muralla de contención que protegía La Hoya y de la que se conservan algunos restos, como es el tramo de muro que delimita el actual Jardín con la subida del Sitio Litre.
Desconocemos el tipo de cultivo que ocupaban las huertas en su origen, aunque suponemos que debieron ser frutales y otras especies de regadío, teniendo en cuenta las informaciones que extraemos de fuentes diversas, como el grabado de Alfredo Diston que representa el cauce del barranco totalmente ocupado por árboles frutales. Así tenemos la referencia, ya comentada, que nos aporta Álvarez Rixo [7] sobre la llegada de las Aguas del Rey a Martiánez, atestiguada en la placa conmemorativa que se instaló en 1839 con motivo de la finalización de la obras, cerca del Jardín. Sabemos que esas aguas regaban las huertas de Martiánez, aprovechándose las aguas sobrantes para abastecer los lavaderos que todavía se conservan en el barranco y que, en el caso de Martiánez, se extendieron al este del barranco.
Hotel Martiánez, enfrente los Jardines y en lo alto, el Acantilado de Martiánez y el Sitio Litre.
Fotocromía de Carl Normann, 1893. Foto cedida por  MMM-Ball y publicada por Rafael Llanos Penedo
Debido a la coyuntura económica del momento, los nuevos sectores del municipio se dedicaron a la agricultura, teniendo lugar las primeras experiencias con el plátano, del que tenemos noticias de su cultivo en Martiánez desde 1845, comenzando su exportación hacia 1858, desarrollándose plenamente a partir de 1878.
En los años 80 del siglo XIX y en un espectacular marco de plataneras, la apertura del Hotel Martiánez marca el inicio de una nueva época para la zona. El hotel se estableció en la casa del marqués de la Candia [8], tras ser comprada por la Compañía de Hoteles y Sanatorium del Valle de la Orotava en 1886. Seguramente la compra incluyó la de los terrenos anexos, como las huertas que se situaban frente al hotel y en las que se instaló el Jardín, lugar de tranquilidad y atractivo donde se celebraban fiestas, aprovechando igualmente el cauce del barranco para hacer sortijas a caballo.
En primer plano, los Jardines del Hotel Martiánez y en segundo plano, la fachada del Hotel. 
Foto subida a Facebook por Agustín Miranda Armas
En esa época se plantaron los grandes laureles de Indias, las palmeras y buganvillas, se instalaron la fuente, los bancos y los paseos y se potenció el sistema de riego aprovechando las aguas del canal cercano.

Entrada a la alberca y a los jardines del Hotel Martiánez. Foto subida a Facebook por Agustín Miranda Armas
Sortija a caballo en el Barranco de Martiánez. Foto subida a Facebook por Agustín Miranda Armas
Poco a poco, el hotel fue perdiendo categoría y se fue deteriorando hasta su cierre y posterior demolición, con lo que el Jardín entró en una fase de abandono, caracterizada por litigios sobre su propiedad y por una serie de ocupaciones ilegítimas, permaneciendo cerrado al público y convirtiéndose en un gran depósito de basuras.
En mayo de 1.999 se iniciaron los trabajos de recuperación del Jardín a cargo del Taller de Restauración de la Escuela Taller “Ladera de Martiánez”, tareas que comenzaron con la retirada de gran cantidad de basuras, escombros y restos vegetales, 220 metros cúbicos en total, a lo que siguió la poda de los laureles, el trasplante de flora endémica existente en el Jardín de La Ladera y la reconstrucción de los muros que amenazaban ruina.
La restauración puso al descubierto nuevos elementos, como el sistema de riego, compuesto por un estanque, tubería de cerámica y atarjeas, la red de caminos, los bancos, los muros e incluso la placa que recuerda la llegada de las Aguas del Rey en 1839.
La Escuela Taller y el Área de Cultura proponen un proyecto para el Jardín Histórico en el que se habilitará una entrada desde la Plaza Viera y Clavijo, desde la que se accederá a un primer nivel ajardinado y a una zona ligeramente elevada, destinada a la realización de actos públicos. Asimismo, se restaurarán los lavaderos, estanques y atarjeas, los bancos, muros y revestimientos de piedra y se eliminarán las barreras arquitectónicas, asegurando una total accesibilidad a todo tipo de público.
Esta propuesta de futuro hará que el Jardín vuelva a desempeñar su función original como espacio de esparcimiento, descanso y lectura, abierto a la población del Puerto de la Cruz y a los visitantes que acoge nuestra ciudad”.
               Es interesante destacar que se publicaron nueve números de la revista La Ladera, numerados del cero hasta el ocho, siendo el último correspondiente al periodo abril-mayo de 2002 en el que se inserta un amplio editorial que reproduzco literalmente: “La Escuela Taller Ladera de Martiánez termina su andadura tras dos intensos años de trabajo; en el camino nos hemos encontrado muchos amigos y amigas que han arrimado el hombro en la difícil tarea de rescatar de la memoria de esta ciudad una parte importante de su historia, encerrada en el Acantilado de Martiánez.
            No podemos olvidar a tanta gente comprometida, que ha invertido su esfuerzo, tiempo y apoyo en el proyecto de la Escuela Talle Ladera de Martiánez. Para empezar, el mayor agradecimiento por parte de todo el profesorado y alumnado para nuestra concejala María Jesús Ferrer Campos, por su coherencia, su actitud y su apoyo constante a la labor realizada en este proyecto. Su energía e implicación hacen posible que hoy esta revista llegue a nuestras manos.
            Seguía a continuación una larga relación de entidades provinciales públicas y privadas que por su extensión no vamos a reproducir, pero cuya lectura es muy interesante porque permite apreciar la implicación en este interesante proyecto de gran número de instituciones públicas y privadas, que vieron claramente su potencial de futuro y apostaron por él, apoyándolo en la medida de sus posibilidades. En la siguiente página figuraba asimismo una larga relación de colaboradores de la revista, que por su amplitud no voy a reproducir, pero baste saber que la nómina incluye un total de 65 nombres, lo que da una buena idea de la amplia y desinteresada colaboración que tuvo la revista.                 El proyecto tuvo continuación en 2002, porque según se afirma en el periódico El Día [9]: "La escuela-taller Acantilado de Martiánez, dirigida a la recuperación del entorno natural de la Ladera de Martiánez, en el Puerto de la Cruz, reanudó ayer su labor, subvencionada por el Instituto Canario de Formación y Empleo (Icfem). Las tareas previstas que serán ejecutadas por 30 alumnos-trabajadores, consistirán fundamentalmente en el trazado de senderos y caminos, restauración y creación de miradores y acondicionamiento de antiguas infraestructuras hidráulicas, tales como estanques, canales y atarjeas.
            Asimismo, el proyecto prevé, en el ámbito del paisaje, la limpieza de La Ladera, dotándola de vegetación autóctona y su mantenimiento posterior con sistema de riego por aspersión. Las actuaciones que se lleven a cabo posibilitarán el embellecimiento del entorno y transformarlo, mediante la restauración y creación de miradores y senderos, en un espacio de ocio integrado en el medio, que podrá ser visitado por los turistas.
            El proyecto tendrá una vigencia de dos años y se desarrollará en cuatro fases de seis meses. El Icfem aporta 623.275 euros. La Escuela-Taller pretende ofrecer una oportunidad a los jóvenes sin experiencia laboral para incorporarlos al mercado de trabajo con las garantías que representa una formación completa y favorecer su integración social".
            Transcurridos apenas un poco más una decena de años, la Ladera de Martiánez presenta un aspecto desolador que reclama una intervención urgente. Sobre este punto comentamos que en un coloquio sobre La Ladera de Martiánez, celebrado en el Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz fueron presentadas por el representante del Cabildo  Fernando Senante, las futuras acciones que desde el Excmo. Cabildo Insular de Tenerife se van a llevar a cabo para la recuperación de La Ladera. Fernado Senante participó activamente en el coloquio final del acto y en una mesa redonda sobre el futuro de la Ladera, que tuvo lugar posteriormente, con la participación de los ponentes Juan Vicente Lagunilla García, Jaime Coello Bravo, Antonio Galindo Brito, el alcalde portuense Lope Afonso Hernández, y el citado Fernando Senante, actuando como moderadora la Directora del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz, Juana Hernández Suárez.  
           
[1]       Gaceta de Canarias, 8-V-1999

[2]       La Opinión, 29-10-1999.

[3]       Diario de Avisos, 29-10-1999.

[4]       La Ladera, nº 0, diciembre-enero 1999-2000.

[5]       Gaceta de Canarias, 26-XII-1999.

[6]       La Ladera, nº1, febrero-marzo, 2000.

[7]       Anales, A. Rixo, p.343. “Del 29 al 30 de dicho mes (septiembre1839) se concluyó la atarjea de las Aguas del Rey, llegando con ella hasta la orilla del Barranco de Martiánez. El número total de pies de la misma, fabricado a cargo de Esquivel y puesto allí donde concluye su obra es 12.720. Pero no entra en esta cuenta cosa de 1788 varas que han quedado servibles dirigidas por el maestro antecedente Aguiar. El gasto total de este importante acueducto desde que se principió en 1806 hasta la fecha asciende a 27.645 pesos corrientes, 6 reales de plata y ½ cuarto”.

[8]       En 1886 se crea en nuestro pueblo la Compañía de Hoteles y Sanatorios del Valle de la Orotava, que fue la primera fundada en Canarias con fines claramente turísticos. La información acerca de la propiedad de la casa es errónea, pues sus dueños era el matrimonio formado por D. Francisco García Gutiérrez y Dª Antonia de la Dehesa Sanz, que vivían en una espléndida casona situada en el cruce de las calles Valois y La Hoya. Andando el tiempo el hotel cambió de propietarios y de nombre, pasando a llamarse Hotel Martiánez, luego Apartamentos Martiánez y actualmente, se encuentra cerrado y con un aspecto ruinoso.  

[9]       El Día, 25-VI-2002.
  

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