miércoles, 22 de junio de 2016

El futuro de la Ladera de Martiánez

             Presentamos en esta nueva crónica, escrita al igual que la anterior, conjuntamente con Juana Hernández Suárez, Directora Conservadora del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz y Juan Vicente Lagunilla García, Técnico Superior en Turismo, un anteproyecto de lo que creemos puede ser el aspecto futuro de La Ladera, bien entendido, que sólo es una propuesta de trabajo realizada por nosotros, contando como base con un informe arqueológico elaborado en el año 2000, por los profesores de la Universidad de La Laguna, Antonio Tejera Gaspar y Dª Mª Esther Chávez Álvarez. A la idea de estos profesores que nos parece excelente y que fue planteada en la revista La Ladera, le hemos añadido al final algunos comentarios y sugerencias que pensamos pueden servir para realzar el valor paisajístico de este agreste, pero a la vez extraordinariamente bello lugar y conjuntamente, poner sobre la mesa algunas ideas, sobre el futuro de la Ladera.  
Informe arqueológico sobre el Acantilado de Martiánez
  En un informe arqueológico realizado por los prestigiosos profesores de la Universidad de  La Laguna, los Doctores Antonio Tejera Gaspar y Mª Esther Chavez Álvarez elaboraron un documentado trabajo sobre la preservación y adecuación del Acantilado de Martiánez, incidiendo en su significado como lugar de poblamiento guanche y muy particularmente, presentando una propuesta de futuro para la recuperación del Acantilado y su reconversión en un paraje atractivo, digno de ser visitado tanto por la población local, como por los miles de turistas peninsulares y extranjeros que cada año acuden a nuestro municipio.
              El informe fue publicado [1] en la revista La Ladera, que como ya comentamos en la crónica anterior, empezó a editarse dentro del proyecto Taller Escuela Ladera de Martiánez. Presentamos a continuación el trabajo completo tal como entonces fue publicado, aunque desde ahora indicamos que al final, algunos incluiremos algunos comentarios propios de los autores de esta crónica, que estimamos pueden ser interesantes para volver a poner en valor la zona.
El Acantilado de Martiánez. Introducción
              El Acantilado de Martiánez, localizado en la ciudad norteña del Puerto de la Cruz, forma un arco que enmarca la playa de este nombre y las construcciones turísticas que se encuentran en los alrededores. Se trata de una formación rocosa de extraordinaria belleza en la que se halla un conjunto de cuevas, de formación natural, junto a una zona rica en endemismos vegetales que por sus características, tanto históricas como medioambientales, han constituido y  pueden seguir siendo en el futuro, un lugar de interés para su visita.
        En el proyecto elaborado para la preservación de este espacio natural, se contempla la recuperación de la flora autóctona, así como la eliminación de las especies introducidas, con la finalidad de que esa área vuelva a contar de nuevo con sus características originarias. En el citado proyecto se contempla, asimismo, la realización de senderos que transformen el lugar en un espacio de ocio, ya que por su carácter de balcón sobre el mar, la zona reúne, entre otras muchas, estas posibilidades.
Arqueología y Etnografía
            El Acantilado de Martiánez ha aportado un buen número de restos arqueológicos vinculados con los guanches [2], la antigua población de la Isla de Tenerife. Son conocidos de antaño las “Cuevas o Riscos de Martiánez”, por hallarse en zona visible y de fácil acceso, soportando numerosas vicisitudes a lo largo de la historia, lo que ha contribuido a un sinnúmero de alteraciones, de manera que en la actualidad sólo existen los testigos mudos de la importancia que debió tener como asentamiento y área funeraria.
Acantilado de Martiánez. Recorte fototocromía de Carl Normann, 1893. Cedida por MM-Ball y publicada por Rafael LLanos Penedo
            No obstante, y a pesar de tantos años sin que la zona haya tenido la más mínima atención, es posible la recuperación y puesta en valor de las mismas, mediante la limpieza, excavación, así como de la señalización y consolidación de las zonas conservadas. Se pretende recuperar además los testimonios arquitectónicos que a lo largo del tiempo se han ido construyendo en la zona, como son los restos de dos aljibes; o de ingeniería militar – ya que creemos haber podido localizar una posible “torre vigía” –, así como también una pequeña muestra de arquitectura popular. Se trata de una casa de pequeñas dimensiones, existente en la planta baja del acantilado.
            Para la recuperación de los restos patrimoniales a los que se hará referencia más adelante, se pretende poner en marcha un proyecto para preservar todas las evidencias de la cultura guanche de la zona, además de un rico y diverso patrimonio etnográfico que puede formar parte de un “museo abierto” o “ecomuseo”, vinculando los valores patrimoniales con los naturales, a través de los senderos que unen los diferentes puntos de este recorrido.
           En cuanto a la recuperación del patrimonio arqueológico, se pretende realizar una labor de limpieza y excavación, así como la reconstrucción de las zonas deterioradas que puedan ser susceptibles de reconstrucción. Con la excavación de la zona se pretende esclarecer todos los aspectos posibles sobre este singular emplazamiento. Para su recuperación resulta imprescindible dotar a la zona de todos los recursos didácticos para dar a conocer a la sociedad, como vivían, vestían o se alimentaban los guanches; sus ritos o creencias ante la muerte, entre otras cuestiones de interés relacionadas con la cultura guanche.
Importancia patrimonial histórico-arqueológico del Acantilado
            El Acantilado de Martiánez está conformado por una pared rocosa, esencialmente basáltica, en la que afloran zonas de toba roja, que corresponden a una formación volcánica extrusiva de una época post-Plioceno/Cuaternario. Presenta una forma de tendencia semicircular con pendiente ligeramente acusada y una orientación norte-oeste, frente a la Playa de Martiánez.
            Según L. D. Cuscoy, en este acantilado, formado por diversas cuevas o cabocos, existió un asentamiento prehispánico de gran importancia que lo componían “un puñado de cuevas con necrópolis”, donde se encontraron cráneos, collares, punzones, tabonas y cerámica [3].
             De este asentamiento se conservan actualmente tres grandes cuevas. La primera de ellas, en la zona más septentrional del acantilado, con orientación noroeste, se localiza junto a una pequeña cascada de agua potable, aproximadamente a cuatro metros de distancia [4]. Esta cueva tiene un diámetro exterior de 6,5 m, siendo susceptible, en su interior, de realizar una limpieza superficial y en su caso de  documentar posibles restos arqueológicos.
              La segunda cueva tiene una boca de unos 18 m, orientada también en dirección nornoroeste, y cuyos posibles restos arqueológicos se hallarían sellados por una serie de losas de gran envergadura, aunque en la entrada, en parte bajo un punto de luz de construcción reciente, se encuentra un depósito de conchas, compuesto fundamentalmente por lapas. A los pies de esta cueva existe un escalón de un metro de profundidad, en cuya base y siguiendo el desnivel del terreno, se han detectado varias cazoletas y canalillos, muy afectados por la erosión, que podrían estar en relación con la cueva anterior. Este conjunto formado por cuevas, conchero y canalillos, debió formar parte de un recinto funerario, aunque es sólo una hipótesis de partida, que habría de confirmarse con los trabajos de limpieza y excavación.
            La tercera cueva, orientada hacia el norte, con un diámetro de 13 m, está dividida en dos cubículos. El primero de ellos presenta una profundidad de 5 m y una boca de 7 m. En la base son visibles un conjunto de cazoletas y canalillos, excavados en la toba roja, alterada en algunas zonas. Estas cazoletas presentan generalmente dos dimensiones. Las mayores, que aparecen comunicadas por un canalillo de 25 c. de largo por 5 cm de ancho, son circulares de 20 x 20 cm., mientras que las pequeñas, de tendencia ovalada, miden 12x 11 cm.
Cazoletas y canalillos. Imagen de Juan Vicente Lagunilla García
            El segundo cubículo es el de tamaño mayor, con una profundidad de 13,70 m y un ancho interior de 6,90 m y 4 m en el exterior. En el suelo aparecen numerosos restos óseos, que parecen corresponder a animales.
               Como hipótesis de partida, nosotros creemos que podría tratarse de una cueva sepulcral, a la que estaría vinculado el cubículo de la derecha, donde aparecen las cazoletas y canalillos, pero que sólo podría confirmarse tras una adecuada limpieza y excavación.
            Debemos señalar, por último, la presencia de una serie de pequeñas cuevas, con orientación norte, en el sector más oriental de acantilado, en las cuales sería necesario hacer una limpieza para comprobar si existen restos arqueológicos.
              En lo que se refiere al periodo postconquista, en este acantilado han quedado también huellas arqueológicas que se manifiestan en la presencia de dos aljibes o depósitos de agua, una posible “torre vigía” y una casa pequeña.
            El agua ha sido un recurso tradicionalmente limitado en el archipiélago, que ha condicionado su historia económica y social, así como el emplazamiento de la población, obligando a ensayar obras destinadas a la captación y transporte de este recurso, de ahí la importancia de estos depósitos para su almacenamiento. La abundancia de agua en esta zona de los Riscos de Martiánez es lo que explicaría, según L. D. Cuscoy (1968:75) [5], su importancia como núcleo de asentamiento en época prehispánica.
            Debemos señalar, no obstante, que ambos depósitos son construcciones de épocas diferentes. El más antiguo, situado en el sector oriental del acantilado, aprovecha para su delimitación la pared rocosa de una cueva, adecuándose a ella y cerrándola con una estructura de piedra vista, con pequeñas lajas de basalto, trabadas con mortero de cal y arena. Este depósito, con esquinas redondeadas, presenta en la base exterior e inferior una especie de refuerzo y contrafuerte, lo que hace más grueso el muro de cierre en la base. La cara interna de los muros está revestida con mortero, encontrándose el depósito en muy mal estado por la acumulación de escombros y basura en su interior. Este aljibe se encuentra completamente cerrado a excepción de dos pequeños respiraderos. Las dimensiones del mismo son 3,40 m en el lado este, 5 m en el oeste y 8,50 m en el frente, con una profundidad de 2 m, lo que da idea de su irregularidad.

Aljibe. Imagen de Juan Vicente Lagunilla García
             El otro aljibe de tendencia rectangular, está ubicado en área más septentrional del Acantilado de Martiánez y parece, por su técnica constructiva, mucho más reciente. Sus paredes son muy gruesas, de casi 1m de espesor, y están revocadas tanto al interior como al exterior. Para su construcción aprovecha en parte, la pared rocosa del acantilado, siendo sus dimensiones de 8,20 m de largo por 1,75 m de alto. Al interior, tiene una profundidad de 3,20 m, mientras que el fondo es de unos 9 m.
            El otro elemento al que habíamos hecho referencia es la posible “torre vigía”, orientada en dirección noroeste. Presenta una planta cuadrangular, con unas dimensiones de 4,60 m en los dos lados visibles y una altura de 1,55 m. Está ubicada en una posición estratégica, sobre un saliente rocoso, ligeramente erosionado en la base, que domina toda la ensenada marítima desde la Punta del Viento en Tacoronte hasta la Punta Marrero en San Juan de la Rambla. La técnica constructiva obedece a una construcción maciza de piedras regulares, con sillares escuadrados en las esquinas, trabados con argamasa y revoco de mortero al exterior.
  Finalmente, al pie del acantilado existe una casa moderna de estructura rectangular y de pequeñas dimensiones, con dos ventanas abiertas al norte y una más pequeña hacia el oeste, mientras que la puerta de acceso se encuentra orientada en dirección noreste. No presenta divisiones internas, su techumbre ha desaparecido completamente, y las paredes de piedra, de gran grosor, están revocadas.
Casa gañanía en estado ruinoso. Imagen de Juan Vicente Lagunilla García
Plan y  objetivos de actuación en el proyecto “Acantilado de Martiánez”
             El objetivo fundamental de las actuaciones sobre el patrimonio arqueológico y etnográfico del Acantilado de Martiánez, consiste en poner en uso y disfrute estos testimonios, junto a la recuperación de los valores naturales. Todo ello mediante la red de senderos que permita relacionar entre si, todos los valores que se encuentran en la zona.
                En lo que respecta al patrimonio arqueológico se proyectan las siguientes actuaciones:
Cueva nº1: Limpieza de la cueva y su entorno. Excavación al interior y exterior para comprobar los distintos momentos de ocupación y uso. Consolidación y reconstrucción de posibles estructuras. Adecuación para visita.
Cueva nº 1. Visión hacia el exterior desde la cueva. Imagen de Juan Vicente Lagunilla García
Cueva nº 1. Visión interior de la cueva. Imagen de Juan Vicente Lagunilla García
Cueva nº2: Limpieza superficial y eliminación de las losas que cubren el paquete arqueológico. Excavación al interior y exterior de la cueva. Comprobación de la existencia de un conchero y funcionalidad de la cueva. Limpieza de la zona baja donde se encuentran los canalillos y cazoletas. Señalización y adecuación.
Cueva nº 2. Visión exterior de la cueva. Imagen de Juan Vicente Lagunilla García
Cueva nº 2. Visión interior de la cueva. Imagen de Juan Vicente Lagunilla García
Cueva nº3, cubículo 1:   Limpieza superficial. Señalización y adecuación para la visita.
Cueva nº3, cubículo 2:   Limpieza superficial. Excavación al interior y exterior de la cueva para comprobar las distintas etapas de ocupación y usos a que se destinó. Consolidación y, en su caso, reconstrucción de posibles estructuras. Esta cueva podría adecuarse como centro de interpretación de la cultura guanche, al poder reconstruirse como fue todo lo relativo a sus ritos y costumbres funerarias.
Cueva 3.4. Imagen de la entrada. Imagen de Juan Vicente Lagunilla García
Restos de cuevas:   Limpieza superficial y excavación, si procede, con adecuación al contorno.
Cisternas:  Limpieza y consolidación de estructuras. Documentación de construcción. Señalización y adecuación para visita.
Torre vigía: Consolidación y restauración de los tramos deteriorados. Documentación de la construcción. Señalización y acondicionamiento para su visita.
Casa tradicional:  Limpieza superficial y documentación de su construcción. Consolidación de estructuras. Rehabilitación como centro de interpretación para explicar el contenido de los diferentes elementos que conforman el itinerario.
Perspectivas  de futuro
             Este proyecto puede y debe recuperar el protagonismo que tuvo el Acantilado de Martiánez a lo largo de la historia. La principal función del “museo de sitio” ubicado en la Cueva nº 3, Cubículo 1, sería la de permitir, por medio de recursos museográficos, la interpretación y valoración de estas cuevas. Los elementos museísticos empleados podrían ser de diversa naturaleza y funcionalidad, al utilizarse reproducciones a escala natural, así como paneles de información sobre los diferentes aspectos arqueológicos de la zona. El resto contaría con carteles, así como puntos de información de carácter didáctico.
        Se trata en definitiva, de documentar y recuperar una parte importante de la historia prehispánica, ofrecer al turista o visitante local una ruta o sendero donde haciendo un excursión cómoda, pueda apreciar la evolución de una paraje natural y humano a lo largo del tiempo, además de acercarles al patrimonio arqueológico y a la necesidad de su conservación y acrecentamiento.
              Como una propuesta genérica para hacer más atractiva la visita de la zona a los vecinos del municipio o a los turistas nacionales y extranjeros que en número considerable visitan el municipio proponemos de manera genérica efectuar la Recuperación del Sendero incluyendo una canalización, que recorrería el tracto medio de La Ladera y que transcurriría próximo a algunas de las cuevas que presentan mayor interés patrimonial. Estimamos que en la recuperación deben utilizarse materiales idóneos y compatibles con la zona, tales como la piedra volcánica, lo que creemos permitiría reducir notablemente el impacto visual de la intervención, e incluso creemos que sería interesante llegar a utilizar para las labores de recuperación, el propio material desprendido de La Ladera, que en principio es fácil de recoger, poco costoso y que no sería vista como un aditivo extraño, sino como algo perteneciente a la propia Ladera.
               Como valor añadido de la propuesta, creemos que así se podrían mejorar las condiciones de seguridad del recorrido, colocando elementos capaces de reducir el riego de caídas, tales como la colocación de barandillas de madera.
        Un elemento que nos parece de gran importancia es la recuperación de la atarjea que transportaba el agua de la Fuente de Martiánez, pues creemos que podría ser en primer lugar un elemento visual y paisajístico, y en segundo lugar es bien conocido que el rumor del agua corriendo libremente puede ser evocador de cómo era el lugar con la antigua Fuente de Martiánez. 
             
Recreación del paseo con canalización de agua. Imagen creada por Juan Vicente Lagunilla García
               Asimismo, nos parece muy importante volver a plantar en La Ladera las especies típicas que siempre han existido en la zona, eliminando las malas hierbas y aquella otras especies foráneas introducidas a lo largo de los años. 
Recreación de cueva con paneles informativos.  Imagen creada por Juan Vicente Lagunilla García 
   Creemos que también debe efectuarse la limpieza total de La Ladera, eliminando todos los restos que actualmente la recubre y afean, y la recuperación de una o varias de las cuevas de más fácil acceso, en las que podría incluirse la recreación de un enterramiento dotado de los elementos característicos del mismo, utilizando para ello réplicas. Nos parece también casi imprescindible el situar paneles interpretativos a lo largo del camino, que aporten la información necesaria  sobre el patrimonio cultural y natural, a lo largo del paseo.

                             Vallas metálicas en la Ladera de Martiánez. Fotos de Juan Vicente Lagunilla García
   
Convendría asimismo, eliminar todas aquellas mallas metálicas que no sean imprescindibles y para aquellas otras cuya presencia se considere totalmente necesaria, se debería intentar ocultar o cuando menos reducir su visión, bien tapándolas con la adecuada vegetación de la zona, bien disimulando su presencia tratando en la medida de la posible de mimetizarla con el medio.
Finalmente, creemos que se puede ser optimista, pues tal como comentamos en la anterior crónica, se han hecho comentarios públicos tanto desde las autoridades locales como provinciales, incidiendo en la presencia de estudios y proyectos destinados a la recuperación y revalorización de esta maravillosa zona en un plazo medio de tiempo, que tanto amamos los portuenses y que salvo intentos esporádicos como el que narramos en la crónica anterior, no ha recibido toda la atención que en opinión de muchos ciudadanos merece.

[1]       Revista La Ladera, nº 1, febrero- marzo 2000. Editada por el Excmo. Ayuntamiento del Puerto de la Cruz.

[2]       Ver la crónica Presencia guanche en el Acantilado de Martiánez, publicada dentro de este mismo Blog.

[3]       Luis Diego Cuscoy, 238 (1968). Ver asimismo una crónica anterior en este mismo blog.

[4]       Se refiere a la Fuente de Martiánez.

[5]       Luis Diego Cuscoy, 75 (1968).

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