Presento
en esta crónica, los datos que he hallado relativos al origen de la
construcción llamada Thermal Palace, que fue traída por los hermanos Gustavo y
Guillermo Wildpret desde la Exposición Internacional de Bruselas de 1910 e
instalada en la Playa de Martiánez entre los años 1911-1912. Incluyo en ella distintos
aspectos relativos a las dificultades que entrañó el traslado del edificio desguazadao desde el origen hasta la Playa de
Martiánez, la reconstrucción de la instalación, así como algunas vicisitudes,
unas por cuestión de trámites, otras de índole meteorológica, que hubo que
superar durante el periodo de la construcción y las más de ellas relacionadas con la falta de una mínima infraestructura de la zona.
La
Exposición Internacional de Bruselas de 1910
Corría
el año 1910 y la ciudad de Bruselas estaba preparada para acoger la Exposición Universal e Internacional, que tuvo
lugar del 23 de abril al 1 de noviembre. Podemos hacernos una idea de la
magnitud del evento, sin más que examinar los siguientes datos. La superficie
que ocupaba el recinto dedicado a la exposición abarcaba nada menos que 60 Ha,
es decir, 600.000 m2 de superficie, es decir 0,6 Km2, y en ella intervinieron 25
países diferentes.
Posters anunciando la Exposición
Universal de Bruselas. 1910
|
El
término Expo usado para este tipo de eventos, hace referencia a que su duración iba a estar
comprendida entre 3 y 6 meses de duración y en el caso que comento, la Exposición
Internacional comenzó el 23 de abril y duró hasta el 7 de
noviembre de 1910, es decir, aproximadamente seis meses y medio. Resulta fácil
comprender la expectación que despertó, sin más que añadir que la exposición
tuvo alrededor de 13 millones de visitantes, con un gasto total de instalación de 3.550.000
dólares americanos.
Stand
de España en la Exposición de Bruselas (1910), cuyo pabellón reproducía
el Patio de los Leones de la Alhambra de
Granada. Autor anónim0
|
Para la Exposición Universal de Bruselas de 1910,
la representación hispana construyó un
pabellón con un fuerte componente nacionalista, mediante la elección de La
Alhambra y el arte nazarí, como imagen representativa de nuestro país. Se
cree que la yesería simulando el Palacio de la Alhambra del pabellón español de
esta exposición, fue elaborada por Antonio Santisteban Márquez y su labor fue
tan exitosa que el pabellón obtuvo como recompensa Gran Premio de Honor, además de la Medalla
de Oro como expositor. Es interesante resaltar que las exposiciones
universales realizadas entre 1851 y 1933, se centraron fundamentalmente en el
comercio y en la presentación de los avances tecnológicos realizados por los diferentes países concurrentes a la exposición.
La
compra del Thermal Palace
Gustavo
Wildpret acudió a esta exposición universal, no sé si a título particular o
como representante familiar de su hermana Luisa Wildpret y de su cuñado D. Máximo
Reimers, que en esta exposición recibieron un premio de reconocimiento a su
labor en pro de la exportación de los calados canarios, tal como
comenté en la primera crónica dedicada a la familia.
Después
de recorrer la exposición, G. Wildpret se quedó prendado de uno de los pabellones,
construido totalmente de madera, hasta el punto de apalabrar su compra, aunque
lamentablemente no sabemos cuál fue su coste. Después de concertada
definitivamente la compra, D. Gustavo inició las gestiones para que al término
de la Exposición Internacional -que duró hasta mediados de noviembre de 1910-, se procediese a desmontar el pabellón y
trasladarlo a un puerto de mar cercano a Bruselas, desde donde fuese remitido
todo el conjunto por vía marítima hasta Santa Cruz de Tenerife y desde allí
hasta el Puerto de la Cruz.
La
idea central del negocio era que una vez el pabellón desarmado llegase por vía
marítima a Tenerife, trasladarlo por carretera o por mar hasta la Playa de
Martiánez, volverlo a montar y establecerlo en ella como un local de ocio y
recreo, pero con estilo propio y una notable categoría.
La
Playa y el Paseo de Martiánez
Me parece
adecuado hacer un breve comentario acerca de cómo era en 1910 la Playa de
Martiánez. En mi opinión era un terreno casi virgen, cuyo dos accesos, uno a
través del llamado Paseo de Martiánez, que esencialmente era una prolongación
del Paseo de San Telmo y que arrancaba frente a la Ermita, justo
en el mismo lugar en que empezaba el Callejón de San Carlos, que permitía unir
San Telmo con la calle de la Hoya. El otro acceso era a través del por entonces llamado Paseo de Cobián, que en esencia era el actual Paseo Aguilar y Quesada, o como popularmente se le conoce el Paseo de las Palmeras.
Paseo de Martiánez o de
los Tarajales, con el muro blanco. Al fondo, a la derecha, se ve el comienzo del Callejón de San Carlos, que comunicaba esta zona con La Hoya. |
La
parte oeste de la Playa de Martiánez, es decir, la zona más cercana a San Telmo, casi siempre estaba más llena de rocas y pedregosa que la zona este, que es la zona
situada frente a las desaparecidas Piscinas de Martiánez.
La
zona de la playa situada más cerca del Acantilado de Martiánez, tenía mayor
cantidad de arena que la zona del oeste, y así era en los momentos iniciales,
pero por la acción de la mano del hombre se fue reduciendo la playa para hacer
carreteras, terrazas, construcciones, etc., lo que ha dejado reducida la playa a
una estrecha tira, con más piedras que arena.
Costado oeste de la Playa
de Martiánez, con los tarajales y la mezcla de arena y piedras. Foto anónima
|
En
la foto siguiente se puede comprobar que a comienzos del siglo XX, el frente de
playa cercano al Acantilado de Martiánez era muy espacioso y no tan reducido
como quedó años después, evidentemente por la acción de la mano del hombre, que
construyó dos carreteras, un espacio central teóricamente destinado a jardín, y
finalmente una terraza. En mi opinión, la nueva zona construía nunca llegó a
tener muy buen aspecto, pero al reducir drásticamente la zona de
playa y expandir a cambio el asfalto y el cemento, la playa sufrió
un claro y profundo retroceso a favor del cemento y del asfalto.
En
1852, siendo alcalde D. Agustín Álvarez Rixo y “aprovechando la estación húmeda, mandó hacer un plantío de más de 150
tarajales en el contorno del Paseo de Martiánez, que había sido murado por su
orden, por compromiso con Francisco García Gutiérrez”, [1] que por aquel
tiempo era el propietario de los llamados Llanos de Martiánez, y desde entonces
hasta bien avanzado el siglo XXI, el contorno de la playa estuvo siempre
plantado de tarajales.
Playa de Martiánez, con asfalto y cemento, por fuera de las Piscinas de Martiánez.
Años 1950-60. Foto anónima
|
A.
Rixo comenta en sus Anales, en el resumen de la década 1850-60 lo siguiente
[2]: “Otra mudanza que se advierte en los
usos y costumbres de nuestro pueblo, es que durante las tres primeras décadas
del corriente siglo, las damas principales no se ocupaban sino en hacerse
recíprocas visitas, disponer buenas comida, y después al balcón o a las
ventanas, por la tarde al Paseo constante de Martiánez, y a la noche a las
tertulias donde también solía haber mesa de juego, música y pérdida de tiempo”.
A pesar del indudable tono crítico que usa A. Rixo, nos da una interesante
información válida para nuestra crónica y no es otra de la costumbre de las
damas de la alta sociedad de nuestro
pueblo de ir a pasear a la zona de Martiánez.
Otro
dato que habla a favor de la costumbre de llevar a la Playa de Martiánez a los
turistas forasteros que nos visitaban, lo tenemos en la corta reseña que el
periódico local El Teide publicó a comienzos de 1911 y que a continuación
reproduzco literalmente:“los huéspedes
del Hotel Monopol pasaron el lunes un rato muy agradable en la Playa de
Martiánez. A la sombra de los árboles, en aquel ameno sitio, le sirvió el lunch
el dueño del Hotel Monopol. El menú fue exquisito y la Banda de Música de
nuestro pueblo tocó varias piezas de su repertorio para amenizar la comida” [3].
Quizás
estos hábitos hayan influido en la decisión de los Hermanos Wildpret para elegir
la Playa de Martiánez como lugar de emplazamiento para su nuevo edificio,
puesto que ya era una costumbre adquirida el usar la zona como lugar de paseo y
recreo, e incluso de comida como vimos anteriormente.
La
instalación del Thermal Palace en Martiánez
Está
fuera de toda duda que al término de la Exposición de Bruselas el pabellón que
habían comprado los hermanos Wildpret, debió ser cuidadosamente desmontado,
para, en primera instancia, no dañar la estructura y además, teniendo la
precaución de incluir una clara señalización de cada una de sus partes, para
facilitar el montaje, una vez que se hubiese llegado a su destino, es decir, al
Puerto de la Cruz.
El portuense
Vicente Jordán Hernández (1911-1996), gran montañero, excelente caricaturista y
buen escritor sobre el pasado de nuestro pueblo, en un extenso artículo publicado en la Revista Local del ayuntamiento portuense [4] titulado
”Un recuerdo también al Thermal Palace.
Los cambios en la zona de Martiánez” dedicó un extenso párrafo al edifico
del Thermal Palace.
En
el artículo, entre otras cosas, comenta sobre el Thermal Palace siguiente: “Si ahora entorno los ojos y me retrotraigo
“puedo”, mejor recordar, la grácil silueta de un esbelto, horizontal edificio
de estilo colonial, con sótanos, amplias galerías al exterior y acondicionado
interiormente con su escenario y gran salón de espectáculos. Por allí
desfilaron las grandes compañías teatrales de la época, se presentaron variados
y artísticos espectáculos, incluido patinaje, sesiones de cine mudo, salones de
juego. Estratégicamente colocadas, algunas máquinas a las que la gente menuda,
introduciendo en ellas por una ranura una moneda, recibían a cambio una rica
chocolatina. Este singular edificio, son su elegante silueta se llamó “Thermal
Palace” y fue levantado en un solar situado en un extremo de los nombrados
Llanos de Martiánez, pocos años antes que el Sr. Aguilar y Quesada donara a la ciudad la arboleda y recta
Avenida que lleva su nombre, y que naciendo en la calle de Valois, esquina a La
Hoya, corre paralela a las dos calles que hoy la separan del barranco y los
hoteles, hasta desembocar a pocos metros del lugar que tan dignamente ocupó el
“Thermal”, frente al bravío mar, incubador incansable de de amenazantes olas
que naciendo fuera se hinchan y se hinchan y elevan progresivamente en su
irresistible avance hacia la orilla, hasta desbordarse en crestas espumosas
chocando contra el roquedal para continuar, ya malheridas y casi deshechas
arrastrando consigo, en sordo rumor, arena y callados mezclados con algas, que
son depositados en un último y violento esfuerzo sobre la playa, repetidamente,
una y otra vez, otro día, otro año y así, por los siglos de los siglos…..”.
Pero
retomemos las gestiones de D. Gustavo Wildpret para lograr la instalación del Thermal Palaca, quien se dirigió al ayuntamiento
portuense, mediante una instancia fechada el 22 de julio de 1911, en la que
decía: “Guillermo Wildpret, mayor de edad
y vecino de este Puerto, según cédula personal de 9ª clase, número 913 de
orden, que presenta para que le sea devuelta, a la Ilustre Corporación
Municipal, respetuosamente, EXPONE: que deseando construir un edificio en los
Llanos de Martiánez, con el frente hacia el Paseo que partiendo de “Las Palmas”
termina en la Ermita de San Telmo, y cuyo edificio será construido desde la
esquina del dicho paseo, hasta frente a la Capilla de Cruz de los Tarajales,
con arreglo al adjunto plano. SUPLICA: A la Ilustre Municipalidad, se digne
concederle el permiso necesario para llevar a efecto la indicada obra” [5].
El
27 de julio de 1911 el ayuntamiento, del que era alcalde D. José de Arroyo,
tomó el acuerdo de pasar el expediente a la Comisión de Ornato Público, para
que informase y propusiese. La Comisión, integrada por D. Marcos Baeza Carrillo
y el Dr. D. Pedro Cruzat Escardó [6], se reunió y emitió el visto bueno el 29
de julio del mismo año y finalmente, en sesión celebrada el 2 de agosto, el
ayuntamiento acordó conceder el permiso, en un documento firmado por el
secretario Nicolás Redecilla.
Después
de que llegaron al Puerto todas las piezas del Thermal Palace, convenientemente
embaladas y numeradas, su traslado hasta la Playa de Martiánez planteó diversos
problemas logísticos que se fueron resolviendo, no sin dificultad, pues
conviene tener en cuenta que por aquellas fechas, no existía carretera para
llegar a Martiánez, sino un paseo con palmeras recién plantadas por la zona
norte, al lado del Barranco de Martiánez y un camino de tierra y piedras,
relativamente estrecho, que cruzaba desde Santo Domingo hasta la ermita de San
Telmo, desde continuaba hasta la playa. Parece
lógico que para el traslado hasta Martiánez se utilizase el Paseo de Martiánez,
pues aunque no estaba asfaltado presentaba más facilidad de desplazamiento que
la zona aledaña al Barranco de Martiánez.
Paseo de Martiánez, con el muro y los tarajales. Al fondo y en el
centro,
se aprecia la torre de la parroquia. Foto anónima
|
Una
vez situado el material en su lugar de destino, los Hermanos Wildpret
comenzaron a instalar el citado edificio bajo las órdenes directas del maestro
carpintero portuense Miguel López, tal como se narra en el ya citado artículo
de Vicente Jordán Hernández [5], cuyo párrafo correspondiente a continuación
reproduzco: “Ese edificio colonial que
mencionas me lo sé de memoria. Yo vi, para que te empapes, como se descargaban
de aquellos carros de mulas, los grandes cajones importados del extranjero,
conteniendo los herrajes y el maderamen con todas sus piezas numeradas, del que
tal vez, fue el primer edificio prefabricado que levantó en la isla. Tendría yo
como unos 12 años (nací en el 98) cuando por vez primera trabajé, como
aprendiz, contratado a las órdenes del maestro Miguel López, afamado carpintero
que llevó la dirección de las obras de montaje, que duraron largos meses. Su promotor
o propietario fue don Gustavo Wildpret, que también por aquellos años regentaba
el mejor hotel de Canarias, el famoso Hotel Taoro. Su inauguración constituyó
un sonado éxito, y en sus primeros años se daban cita en sus salones las
familias de señorío, los grandes ricachones de la isla.”
He encontrado sin embargo, una noticia del
periódico local El Teide [7] en la que se da una información que en detalles puntuales
contradice la versión de Vicente Jordán y así en el citado periódico se afirma:”Las obras de construcción adelantan
extraordinariamente; están casi terminados el pabellón central y el de la
izquierda; el de la derecha, que fue el que destruyó el pasado huracán, se
propone levantarlo en 14 días el inteligente carpintero alemán que lo dirige”.
Vemos pues, que según esta información no fue Miguel López el carpintero
encargado de la construcción del Thermal Palace, sino otro carpintero de origen
alemán cuyo nombre no se cita en la noticia del periódico. El mismo
periódico comenta que además la obra se retrasó por un huracán que azotó el Puerto
de la Cruz, y destruyó el lado derecho del edificio ya instalado, que hubo que
reconstruir.
Visión frontal del Thermal Palace visto desde el mar. Autor desconocido |
No
obstante, esa pequeña matización, el artículo del periódico El Teide era muy claro en otros extremos
que a continuación cito.”El domingo se
verificaron las pruebas preliminares de la máquina eléctrica, montada en el
Thermal Place de los Sres. Wildpret, frente a la Playa de Martiánez. El
resultado fue excelente y ya tiene el soberbio edificio su principal elemento”.
El artículo continuaba afirmando:”se está trabajando en la preparación del
decorado como mesas, sillas, distribución del alumbrado eléctrico, etc., así
como desembalando todo lo necesario para el servicio tanto de cocina como de
comedor y restaurant”. El final era muy claro:”puede asegurarse que el próximo día de San Juan, se inaugurará lo
principal del establecimiento con lo que el pueblo contará con ameno y
confortable sitio para distraerse” [8].
Thermal Palace y los tarajales. Foto F. Baena, coloreada por Rafael Afonso Carrillo |
El
interés en inaugurar el Thermal Palace el día de San Juan no era baladí, porque
sabemos que era tradición en los pueblos de nuestra isla, concurrir a las playa
por ese día, no tanto en busca de darse un chapuzón, sino para cumplir con la
especie de rito de que en la festividad de San Juan era tradición bajar a las
playas y comer en ellas, y evidentemente, los Hermanos Wildpret, buscaban
aprovechar la resonancia que les proporcionaría la masiva asistencia a la Playa
de Martiánez para hacerlo coincidir con la inauguración de su magnífico
edificio.
Playa de Martiánez y Avenida de Colón un día de San Juan. Años 60. Autor anónimo |
Durante
la instalación del establecimiento, los Hermanos Wildpret solicitaron al
ayuntamiento el 8 de mayo de 1912, que procediese a la retirada de unas
pequeñas casetas que tenía el Hotel Humboldt, nombre que por entonces tenía el
Hotel Taoro, al pasar su propiedad a manos alemanas, puesto las había instalado
sin la previa y pertinente autorización y además quedaban situadas frente al
balneario que se estaba construyendo.
El
ayuntamiento envió un oficio al gerente del citado hotel, para que en el plazo
de diez días se procediese a la retirada como así ocurrió el 16 de mayo, de lo
cual dio cuenta el Comisario de Policía al secretario Nicolás Redecilla el 20
de mayo.
La vida social del Puerto de la Cruz, experimentó durante el periodo comprendido entre la construcción del Hotel Taoro
(1898) y el Thermal Palace (1912), un intenso cambio, pues la burguesía del Puerto de
la Cruz y de la Villa de la Orotava se divertía por aquel entonces en los
hoteles y el Taoro era el mejor de los existentes por aquella época. Los
hoteles proporcionaban una atmósfera cosmopolita con sus salones, restaurantes,
canchas deportivas al turismo extranjero de élite que acudía a ellos, mientras
que las sociedades culturales y recreativas ofrecían una oferta más cultural,
aunque no exenta de diversión. En el Valle de la Orotava, por esta época existían
las sociedades culturales recreativas, el Liceo de La Orotava, el Casino del
Puerto de la Cruz, y las sociedades Iriarte y la Nueva Unión, pero todo cambió después de la construcción del
Thermal Palace, ya que se convirtió en el mejor centro de ocio de la isla, en el que como tendremos ocasión de comentar en la próxima crónica no estuvo ausente las preocupaciones culturales y sociales.
Dado
el relativo aislamiento del edificio del Thermal Palace respecto al casco urbano, los Hermanos
Wildpret mejoraron los paseos que enlazaban esta instalación con el casco
urbano del Puerto de la Cruz, hasta convertirlos en una especie de boulevards
para carruajes y viandantes, dotándolos además de alumbrado eléctrico, pues
hasta ese momento la zona en cuestión estaba desprovista de alumbrado, por no
existir en ella ninguna vivienda.
Merece mencionarse que no solamente disfrutaron de estas instalaciones los huéspedes
extranjeros del Puerto de la Cruz, sino que también la sociedad tinerfeña y muy
particularmente la fracción con más poder adquisitivo del Valle de la Orotava,
pues no cabe ninguna duda de que Thermal Place fue una instalación lujosa y por
ello destinada a las clases sociales de mayor poder adquisitivo.
Planta y alzado del Thermal Palace, levantado por el arquitecto Mariano Estanga. 1911 |
El
Thermal tenía un espacioso pabellón cinematográfico, sólido, grande y bien
ventilado, con capacidad para colocarse en él cómodamente trescientas cincuenta
personas.
Este salón, llamativamente decorado por el pintor Francisco Bonnin, tenía una sola planta, contaba con una buena instalación eléctrica y con seis puertas de salida al exterior para casos de emergencia. En julio de 1912, prácticamente un mes después de abrir sus puertas sin estar acabado, el periódico local El Teide publica una corta reseña alusiva a este tema : "Han terminado las obras de construcción del Teatro; le falta solamente la pintura que estará concluida para los días de la fiesta. El Sr Bonnín está pintando una hermosa decoración de salón regio, que como todas sus obras será notable" [9].
Poco tiempo después en el mismo periódico hablando las Fiestas de Julio se decía: "Como preludio de los festejo oficiales, anoche se celebró uno brillantísimo en el grandioso salón-teatro del Thermal Palace. Aquel recinto es de lo más sugestivo que tenemos hoy en la isla; con capacidad para 400 espectadores, escenario amplio y elegante que lucía una decoración de sala regia, pintada magistralmente por el ilustrado Capitán de Artillería, don Francisco Bonnín" [10].
Este salón, llamativamente decorado por el pintor Francisco Bonnin, tenía una sola planta, contaba con una buena instalación eléctrica y con seis puertas de salida al exterior para casos de emergencia. En julio de 1912, prácticamente un mes después de abrir sus puertas sin estar acabado, el periódico local El Teide publica una corta reseña alusiva a este tema : "Han terminado las obras de construcción del Teatro; le falta solamente la pintura que estará concluida para los días de la fiesta. El Sr Bonnín está pintando una hermosa decoración de salón regio, que como todas sus obras será notable" [9].
Poco tiempo después en el mismo periódico hablando las Fiestas de Julio se decía: "Como preludio de los festejo oficiales, anoche se celebró uno brillantísimo en el grandioso salón-teatro del Thermal Palace. Aquel recinto es de lo más sugestivo que tenemos hoy en la isla; con capacidad para 400 espectadores, escenario amplio y elegante que lucía una decoración de sala regia, pintada magistralmente por el ilustrado Capitán de Artillería, don Francisco Bonnín" [10].
El
proyector usado para exhibir al público películas de cine mudo, estaba considerado
como uno de los más modernos y perfeccionado de aquel momento, y se hallaba instalado
en una cabina de zinc construida en un huerto fuera del edificio y a regular
distancia, enfocándose el cuadro por una ventana abierta al fondo del
escenario, y dando la proyección de la
película sobre la pantalla por el llamado sistema de transparencia.
Las
ventajosas condiciones técnicas y de confortabilidad del salón teatro Thermal
Palace tenían, sin embargo, como contrapartida los inconvenientes derivados de
su ubicación en un paraje todavía no urbanizado y de su relativa lejanía al
centro de la población, factores que no contribuyeron a la multitudinaria
asistencia de espectadores, a sus sesiones de cinematógrafo.
Añadamos
además que el acceso desde el casco urbano del Puerto de la Cruz hasta la Playa
de Martiánez, podía hacerse a pie tanto por el Paseo de Eduardo Cobián (actual
Aguilar y Quesada), como por la zona sur, a través del llamado Paseo se
Martiánez o también Paseo de los Tarajales.
Puede
verse el impacto que la construcción del Thermal Palace causó en el Puerto de
la Cruz, sin más que observar que el periódico El Teide poco antes de la
inauguración, publicó el siguiente suelto “El
Sr. Alcalde, prestando su concurso a la mayor comodidad del público que concurra
al Thermal Palace de los Sres. Wildpret, ha dispuesto el arreglo de un camino
limítrofe al Paseo de Las Palmas, que partiendo de la Playa de Martiánez
termine en el hotel del mismo nombre. También
sabemos, que se propone el Sr. Arroyo, abrir brevemente una callejuela que hay
frente a San Telmo, para dar salida a la calle de La Hoya y plantar árboles en
ésta, que ya tiene pedidos, convirtiéndola en un precioso boulevard” [11].
Para ilustrar más el problema del acceso de los vehículos a la zona de Martiánez, reproduzco parcialmente un editorial del periódico El Teide que dice:"La entrada al Thermal Palace debiera disponerse en la siguiente forma: arreglo del camino del barranco colindante con el Paseo de Cobián (actual Paseo de las Palmeras) para bajar los vehículos dándoiles salida por el camino de la playa hasta San Telmo. En este punto puede cortarse fácilmente la Plaza de la Ermita, dirigiéndose la vía hacia la calle de La Hoya, que por su anchura y extensión pudiera más tarde convertirse en un hermoso boulevard. Además, no son todos los que disponen de automóviles o coches y de dinero para alquilarlos; el público en general, merece atenciones y para su comodidad debiera dotarse al Paseo de los Tarajales de una acera de cemento o de baldosas..." [12].
Para ilustrar más el problema del acceso de los vehículos a la zona de Martiánez, reproduzco parcialmente un editorial del periódico El Teide que dice:"La entrada al Thermal Palace debiera disponerse en la siguiente forma: arreglo del camino del barranco colindante con el Paseo de Cobián (actual Paseo de las Palmeras) para bajar los vehículos dándoiles salida por el camino de la playa hasta San Telmo. En este punto puede cortarse fácilmente la Plaza de la Ermita, dirigiéndose la vía hacia la calle de La Hoya, que por su anchura y extensión pudiera más tarde convertirse en un hermoso boulevard. Además, no son todos los que disponen de automóviles o coches y de dinero para alquilarlos; el público en general, merece atenciones y para su comodidad debiera dotarse al Paseo de los Tarajales de una acera de cemento o de baldosas..." [12].
Imagen antigua del Paseo Aguilar y Quesada, con el cauce del barranco a la izquierda. Foto anónima |
Carretera que se construyó sobre el cauce de Martiánez, al lado del Paseo de las Palmeras. Foto Ed. Arribas |
Vemos
pues, que la instalación del Thermal Palace en la Playa de Martiánez, provocó
un efecto multiplicador en nuestro pueblo, pues se comunicó la calle de San Carlos con la de La Hoya y se plantaron por vez primera árboles en esta última calle, que así veía
realzado su pasado papel de entrada y salida este de nuestra población.
Calle de La Hoya, con los árboles en poda. Años 60. Autor anónimo |
[1] Anales. A. Rixo, p. 402.
[2] Anales. A. Rixo, p. 435.
[3] El Teide, 15-III-1911, nº 264.
[4] Revista local del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz,
11-III-1984.
[5] Archivo Municipal Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. Legajo Construcción Thermal Palace.
[6] Pedro Cruzat Escardó (1836-1885) era natural de San Carlos de la Rápita (Tarragona) y ejerció como médico titular del Puerto de la Cruz desde 1863. Casó con María de los Dolores Espinosa de los Monteros y no tuvo descendencia. Intervino en la autopsia del cadáver de James W. Morris. Dos de sus hermanas, conocidas como las Señositas de Cruzat, vivieron en la calle de la Estrella.
[7] El Teide, 5-6-1911, nº 387.
[8] El Teide, 19-6-1912, nº 393.
[9] El Teide, 24-7-1912, nº 491.
[10] El Teide, 5-8-1912, nº 493.
[11] El Teide, 20-6-1912, nº 394.
[12] El Teide, 19-8-1912, nº 496.
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