El problema del agua en el Puerto de la Cruz
El crecimiento urbano y demográfico del Puerto de
la Cruz de la Orotava a lo largo de los siglos XVI y XVII fue espectacular y
ello planteó serios problemas de infraestructura, entre otros, el del
suministro de agua potable a una población cada vez más numerosa. Por otra
parte, la intensa actividad portuaria que desplegaba nuestro pueblo, exigía una
cantidad cada vez más creciente de agua, pues aparte de ir abasteciendo a la escasa vecindad, había que ir haciendo frente a la creciente demanda exigida por las
numerosas naves que llegaban a los fondeaderos portuenses, que debían hacer sus
aguadas para proseguir su tornaviaje y ello provocaba una nueva necesidad, que
se sumaba al consumo diario de la pequeña, pero cada vez más creciente, población de nuestro
municipio.
El problema llegó a ser verdaderamente acuciante,
puesto que el Puerto de la Cruz crecía aceleradamente en población y además,
veía que los pueblos limítrofes, La Orotava y Los Realejos, aunque eran ricos
en manantiales, nunca aceptaron compartir su agua con los habitantes de nuestro
pueblo, que dicho sea de paso tenía recursos hídricos muy limitados por su
origen volcánico, ya que tal como comentamos en las primeras crónicas, el suelo
del Puerto de la Cruz, se hallaba asentado sobre lo que anteriormente había
sido una hermosa bahía marina.
El Cabildo de la isla de Tenerife, radicado por
aquel entonces en San Cristóbal de la Laguna fue consciente desde los primeros
momentos del despliegue poblacional, de la necesidad de proveer de un
suministro de agua potable al Puerto de la Cruz de la Orotava, ya que era uno de los lugares por el que tenía lugar la entrada y salida de buena
parte de las mercancías de la isla de Tenerife.
Ya el 8 de marzo de 1539, reunidos en cabildo en
la Iglesia de San Miguel, en la La Laguna, los regidores vieron otro capítulo de
la carta del Licenciado Alonso Yanes de Ávila, Gobernador de la Isla, en que se
trataba el tema de sacar el agua en la Caleta
del Araotava “y hacer pozos en la
dicha caleta, pues les consta que es cosa útil y provechosa que en la dicha
caleta haya pozos de agua, para que así los navíos que allí surgen a cargar y
descargar mercaderías, y las gentes yentes y vinientes a la dicha caleta tenga
agua que beber, de lo cual hasta ahora han tenido y tienen falta en la dicha
caleta”.
Los regidores de la isla mandaron que, puesto que
el cabildo no tenía dineros que pudiera gastar en dicha obra, se vendiese
tanta saca de madera por la Caleta del Araotava, hasta que se llegase a la cantidad de 30 doblas de oro
[1]. Añadían, asimismo, que para que no se sacase más madera de lo que se
requería, las licencias de la saca de madera deberían estar firmadas por la
Justicia y el Regimiento de la isla y así, en su acuerdo, encomendaba que lo
controlasen los regidores Lorenzo de Palenzuela, Alonso de Llarena y Juan
Benítez de Lugo, este último alcalde del lugar de La Orotava.
En siguiente año de 1540, se alude nuevamente a
este tema afirmándose [2]:”Por cuanto en
la Caleta del Araotava se mandó a hacer un pozo, el cual se concertó con Ruy
Pérez, y se comenzó a abrir y se halló agua, la cual según dicen aunque era
razonable, podría ser que más arriba fuese mejor, porque dicen que viene de
hacia arriba y no de donde está la mar. Acordaron de cometer a los dichos
señores regidores que vean si será bien acabar el dicho pozo o hacer otro, y
que si les pareciese señalar en otro lugar donde se haga, llevando personas que
de ello, sepan…” El pozo de la Plaza Concejil
No he encontrado más menciones relativas a este
tema a lo largo del siglo XVI, pero sabemos que en 1600, el Cabildo tomó el
acuerdo [3] de abrir un pozo, lo cual se hizo en la parte sureste de la Plaza
Concejil, y el texto del acuerdo tomado fue el siguiente: “La Justicia y Regimiento dijeron que por que el señor Gobernador
ordenó al alcalde y a los caballeros regidores de la Orotava hacer un pozo en
el puerto para que la gente que va a velar tenga agua que beber”. El pozo que se abrió se hallaba situado en la
zona sudoeste de la pequeña plaza que se hallaba delante de la Casa Ventoso y
que se sigue denominando Plaza Concejil.
Plaza
Concejil, en la que estuvo el Pozo del mismo nombre. Foto Fregel
En
la casona que se aprecia en la foto, nació el escritor portuense Agustín
Espinosa
|
Posteriormente,
cuando el vecindario obtuvo un suministro de agua de manantiales más lejanos
pero más caudalosos, tales como las Aguas del Burgado en terrenos de Los
Realejos, el agua del Pozo Concejil ya no fue necesaria y dejó de usarse,
aunque en 1825, ante una pronunciada sequía A. Rixo comenta en sus Anales lo
siguiente [4]:“La falta de agua fue mucha
en este pueblo porque se minoraron las fuentes y se secó la nombrada de
Mejorada, en tales términos, que los vecinos ocurrían por ella a Martiánez y
otros a la Villa, y los barcos a donde llaman Las Aguas [5]. Sin embargo, se pagaban los derechos para
ayudar a conservar la poquita que venía hasta el chorro de San Felipe y no
pasaba de allí. En esta virtud, el Alcalde y Ayuntamiento hicieron abrir en la
Plaza Concejil el pozo de este nombre, cuya agua aunque algo salobre, servía al
pueblo en tiempo antiguo. Púsosele
ahora bocal, baldes y molinete y fue de gran servicio”. Comentaré
finalmente que en 1827, no siendo ya necesario este pozo de la Plaza Concejil se
mandó tapar [6].
La
Fuente de Martiánez
Una vez
establecido en la crónica anterior el origen del topónimo que da nombre a la
zona, veremos algunos otros datos sobre el mismo lugar, en relación con la
llamada Fuente de Martiánez.
A
mediados del siglo XVII, concretamente en 1652, María Ruiz del Álamo, que a la sazón era viuda del Capitán Rodrigo
de Vera, -que había sido el primer escribano público del Puerto de la Cruz de
la Orotava-, Salvador González Ruiz, junto a los otros propietarios del agua de
la Fuente de Martiánez, cedieron esta fuente al vecindario del Puerto de la
Cruz de la Orotava por escritura pública, celebrada en 1652 ante el escribano
de la Laguna Martín de Naveda.
Desconocemos
los términos en que se produjo la cesión, así como las contrapartidas que
indudablemente debieron obtener los propietarios de la citada agua, a cambio de
ceder sus derechos sobre el agua de la Fuente de Martiánez, debido a que está
perdido el protocolo notarial en el que debía estar recogida esta escritura. El
cronista portuense Álvarez Rixo, si recoge la cesión de estas aguas al pueblo en
la páginas iniciales de sus Anales [7], pero no dice nada al respecto de
contrapartidas ni de las condiciones en que se efectuó la cesión.
A medida que fue creciendo rápidamente la población del Puerto de la
Cruz de la Orotava a lo largo del siglo XVII, las aguas de la Fuente de
Martiánez junto a las del Pozo Concejil, se fueron haciendo insuficientes para
abastecer a la creciente población y además, para hacer la aguada necesaria para el retorno a
sus puertos de origen y/o destino, de los numerosos barcos que acudían a
nuestro puerto. Todo ello, hizo necesario recurrir a otros manantiales fuera de
nuestra población, tema éste que comentaremos oportunamente en otros artículos.
El acceso del
vecindario al agua de la Fuente de Martiánez fue de extraordinaria importancia,
ya que constituyó una garantía de suministro de agua potable a la creciente población
del Puerto de la Cruz. Aquí sólo
comentaremos, que en los periodos conflictivos de escasez de aguas, siempre se
volvió a hacer uso de las aguas de la Fuente de Martiánez, a pesar del trabajo
que suponía llevar los cántaros vacíos desde el pueblo hasta los chorros,
llenarlos de agua y luego descender por el estrecho sendero hasta el por
entonces lejano caserío, llevando el agua a hombros, tarea que siempre llevaban
a cabo, como era lógico, los esclavos y los criados de los ricos propietarios
del Puerto de la Cruz de la Orotava.
Como último botón de muestra, citaré [8] que en 1850, de
orden del alcalde constitucional José Agustín Álvarez Rixo, el Ayuntamiento del
Puerto de la Cruz mandó limpiar y reparar la Fuente de Martiánez, la cual se
hallaba en mal estado y poca agua manaba de ella.
Conflictos
en la Fuente de Martiánez
Podemos ilustrar
la importancia y los conflictos que el uso de las aguas de la Fuente de
Martiánez tuvieron para nuestra población, con la siguiente anécdota. En 1687,
compareció Domingo Herrera ante el alférez Esteban Pérez, que estaba actuando
como alcalde de ausencias, es decir, alcalde suplente, para denunciar que se
estaban lavando "cosas" en la Fuente de Martiánez y que la Justicia prohibía esta
práctica. En su alegato, exigía además a la autoridad que defendiese el manantial y la fuente pública
de estos abusos, por lo que proponía al alcalde se pusiese un guardia, día y
noche, para evitar que se reprodujeran estos hechos [9].
Después de
escuchar su denuncia y petición, el alcalde le nombró guarda de la Fuente de
Martiánez por un periodo de un año, acordando con el alférez Esteban Pérez, un
pago de 15 reales mensuales por su trabajo de vigilancia de la zona. A cambio
de este sueldo, que salía de las menguadas arcas municipales, el guarda nombrado
debía velar de la fuente día y noche, evitando tanto que se lavasen utensilios
de cocina, como también las rencillas y peleas que solían surgir con cierta
frecuencia, cuando accedían a la citada fuente los vecinos o sus criados a
llenar sus recipientes con agua potable.
Un ejemplo de
estas peleas lo tenemos en el pleito surgido el 20 de julio de 1824 entre Pedro
de Aguiar, un criado del genovés Luis de Lavaggi y los hermanos Lorenzo y
Cristóbal de N., sirviente el primero de Carlos Francisco y el segundo del
médico Juan García. Puesto que los dos hermanos no había colocado sus barriles
en los dos chorros por los que manaba el agua de la fuente, el otro criado,
Pedro de Aguiar, puso los suyos, y ante esta situación se entabló una fuerte
discusión de la que este último salió muy mal parado, no llegando las cosas a
mayores por la actuación de Blas Borges, criado del doctor de origen inglés
Carlos Ball [10], vecino del Puerto de la Cruz, que evitó que las cosas
empeorasen, pues los dos hermanos pretendían lanzar a Pedro de Aguiar por
laderas del Acantilado de Martiánez.
El
alcalde, Francisco de Arroyo, condenó a los dos hermanos agresores a prisión y
a pagar el daño que habían hecho a Pedro de Aguiar, quien a causa de los golpes
recibidos debió de ser asistido por el médico Tomás López. Los hermanos también
fueron condenados al pago de una cantidad de 36 reales, equivalente al salario
de los nueve días de trabajo que perdió el agredido, a razón de 4 reales
diarios. Sirvan esta anécdota para ver la importancia que para el
abastecimiento público de la población de nuestro pueblo, tenía el agua de la
Fuente de Martiánez [11].
Olivia
Stone y la Fuente de Martiánez
Olivia Stone da en su
libro “Tenerife y sus seis satélites”
una buena descripción del Acantilado de Martiánez y de la Fuente que nos ocupa en este comentario. Así, la
escritora inglesa afirma [12]:“Ahora subimos por un sendero que serpentea
por la ladera del acantilado sobre la que se encuentran la casa del Marqués de
Candia [13] y sus terrenos. El
sendero es simplemente un reborde estrecho en la pared del precipicio, nada
más. La tierra sobre la que caminamos es roja y polvorienta, mientras que sobre
nuestras cabezas se encuentra un río de lava, cuyo color pardo mate contrasta
agradablemente con el alegre color de abajo. Bajo una roca que sobresale, en un
tramo ligeramente más ancho del sendero, nos encontramos con dos tubos de
piedra que sobresalen un pie de la pared de la montaña, y de los que mana agua
transparente y clara. Es la famosa Agua de Martiánez y se dice que es la mejor
y más pura de toda la isla. Comprobamos que su temperatura era de 63ºF (17,3ºC)
y la del aire, de 69ºF (20,5ºC) [14]. El
Sr. Charles Smith [15], que ha
observado la temperatura del manantial durante muchos años y en todas las
estaciones, nos informa que nunca muestra la más ligera variación. Se dice que
los balleneros prefieren aprovisionarse de esta agua, porque dicen que se
conserva mejor que cualquier otra.
La formación inmediatamente encima de los tubos parece una especie de conglomerado muy suelto, con los intersticios entre las piedras casi vacíos. Hay una vista magnífica de la ciudad que hemos dejado atrás; el sol matutino resalta con toda nitidez las paredes enjalbegadas, los postigos verdes, las tejas, rojas y las azoteas. Continuando nuestro paseo, después de beber un poco de agua y comprobar su frescor y su pureza, llegamos, poco después a una cueva que penetra una corta distancia en el risco pero que posee un techo alto y una entrada ancha”.
La formación inmediatamente encima de los tubos parece una especie de conglomerado muy suelto, con los intersticios entre las piedras casi vacíos. Hay una vista magnífica de la ciudad que hemos dejado atrás; el sol matutino resalta con toda nitidez las paredes enjalbegadas, los postigos verdes, las tejas, rojas y las azoteas. Continuando nuestro paseo, después de beber un poco de agua y comprobar su frescor y su pureza, llegamos, poco después a una cueva que penetra una corta distancia en el risco pero que posee un techo alto y una entrada ancha”.
Se aprecia de la
lectura del comentario anterior de O. Stone que a la escritora inglesa, tan
crítica con otras cosas de nuestro pueblo e isla, le gustó y le sobrecogió el
ascenso por la estrecha senda que conducía desde la Playa de Martiánez hasta la fuente del mismo nombre, pues le permitió disfrutar de la hermosa la panorámica del
Puerto de la Cruz que desde allí se ve. Ella la define como “hay una vista magnífica de la ciudad que
hemos dejado atrás;…” y además afirma, que también le pareció buena el agua de la Fuente de Martiánez, que palió la sed de los habitantes de nuestro pueblo
a lo largos de los siglos XVI, XVII y gran parte del XVIII.
Foto de autor anónimo, de la misma zona a finales
del XIX, publicada por Melchor Castilla
Hernández, perteneciente a la colección de Carlos Teixidor.
|
El
análisis del agua de la Fuente de Martiánez
La importancia que a lo largo de los siglos pasados tuvo este manantial, merece que le dediquemos un
pequeño comentario al análisis químico del agua de la Fuente de Martiánez
llevado a cabo por Edward Frankland
(1825-1899) [16], que fue publicado en el periódico La Opinión en 1887 [17],
cuyos resultados se muestran a continuación.
Edward Frankland (1825-1899) TABLA CON VALORES DE ALGUNOS IMPORTANTES PARÁMETROS DEL AGUA DE MARTIÁNEZ |
Contenidos
|
Cantidades en mg/l
|
Sustancias sólidas en solución
|
3,05
|
Carbono orgánico
|
0, 473
|
Nitrógeno orgánico
|
0,555
|
Cloro
|
39,912
|
Nitrógeno en forma de nitratos
|
1,297
|
Los
resultados del citado análisis mostraron que el agua de la Fuente de Martiánez
tenía un bajo contenido en materia orgánica, lo que se interpretó como un
adecuado parámetro de la escasa contaminación de la fuente por la actividad
humana. Además, tenía una cantidad moderada de sales y de cloro, lo que en
conjunto, la convertía en agua potable de muy buena calidad.
Un gran
valedor de la calidad del agua de la Fuente de Martiánez fue el Dr. Jorge Pérez
Ventoso, médico portuense responsable de haber solicitado el análisis de las aguas de
la fuente y de su publicación en el periódico citado, quien llegó a afirmar “que las familias que se surtían del Agua de
Martiánez gozaban de muy buena salud”.
Puesto que la aguas de esta fuente fueron muy importantes para la población de nuestro pueblo, se terminó acercándolas más hacia la zona habitada del vecindario y también hacia la Playa de Martiánez, donde en la desembocadura del barranco existió un chorro con agua procedente de la fuente que comentamos. Este chorro permitía a los bañistas de la Playa de Martiánez, ducharse para eliminar los restos del agua salada.
La Cruz y
el Chorro de Cuaco
En lo referente a la Cruz de Cuaco, en los tantas
veces citados Anales de A. Rixo en la crónica de1 año 1840 se dice [18]:”Por empeño del Alcalde (D. Tomás F.
Cólogan), se ha empedrado la calle de Cupido
desde la esquina de la Oposición (la actual A. de Bethencourt) adelante, enderezándola algunas tortuosidades
que ha sido posible, y a la inmediación de la Cruz de Cuaco se han puesto unos
chorros de agua para el abasto de aquellos vecinos”. Por la información de A. Rixo parece deducirse que la Cruz de Cuaco es
más antigua que el pilar del mismo nombre, aunque A. Rixo no da la referencia
de cuando se construyó la capilla que alberga la citada cruz.
Capilla
de Cuaco. Foto Diario de Avisos. M.P.P.
En este año de 2016, la Cruz de Cuaco no fue engalanada como
era tradición y ello, según informa la prensa a través de un artículo escrito por Gabriela Gulesserian [19], ha causado malestar entre los vecinos. El conjunto de Chorro Cuaco fue declarado BIC (Bien de Interés
Cultural) en Abril de 2003 y abarca tanto al Chorro, como a la Cruz y al
Callejón, que como es bien sabido comienza en la calle Valois. No obstante, yo
estoy firmemente convencido que la familia De la Nuez, responsable durante muchos años del cuidado y del ornato de la Cruz de Cuaco, seguirá encargándose de
que no se rompa una muy antigua tradición, pues es bien sabido el cuidado que la citada familia ha tenido con este lugar durante mucho tiempo.
Volviendo la atención desde la capilla hacia el chorro, la más
antigua información que he podido conseguir respecto al Chorro Cuaco es la cita
anterior de los Anales de 1840, pero existe otra correspondiente al año 1849,
en la que A. Rixo comenta [20]: “También
en esta época se trató de zanjar el pleito de despojo que el Ayuntamiento tenía
pendiente con don Lorenzo Cáceres [21],
referente al uso del chorro del Pilar de Cuaco”. Ignoro exactamente cuál era la causa del pleito,
pero las citas anteriores son muy interesantes, porque nos permiten afirmar que los chorros de
esta zona fueron instalados en 1840, lo que potencia la función del Chorro de
Cuaco, como punto de abasto de agua para el vecindario desde tan temprana época.
El ayuntamiento portuense de 1900, llevó a cabo la instalación de una canalización
que trasportaba el agua desde la Fuente de Martiánez hasta el Chorro Cuaco, aprovechando el importante desnivel que existe entre la Fuente de Martiánez y la citada calle de Valois. Hay que resaltar que este chorro ha estado instalado desde
sus comienzos estuvo en el mismo sitio en que aún se halla,
concretamente, en la calle Valois,
La instalación, todavía se conserva y aunque pasó épocas en
que su deterioro era evidente, actualmente se encuentra remozada y con muy buen
aspecto, aunque evidentemente ya no cumpla con la función primitiva para la que
fue creada.
Desde algunos años, se vienen engalanando todos los antiguos
pilares de agua del municipio con motivo de la fiesta de San Juan y en la foto
siguiente se muestra el Chorro de Cuaco muy bien pintado y engalanado para tal
ocasión.
El origen del topónimo Cuaco
El origen del topónimo Cuaco
Me ha parecido oportuno terminar esta crónica especulando en
torno al origen del topónimo Cuaco, palabra que en principio pudiera parecer
extraña, pero que tal como comenté anteriormente, ya aparece citada en los Anales
de Rixo desde el año 1840, aludiendo al Chorro de Agua. Tengo que afirmar, que no
he encontrado ninguna aproximación concluyente al término Cuaco aplicado tanto al chorro como a la capilla aledaña, por lo que lo que voy a comentar a continuación no es más que una hipótesis de trabajo, o si se
quiere una especulación, sin ningún fundamento histórico.
Sabemos por las documentos del Cabildo lagunero que en una sesión del cabildo, celebrada el 10 de marzo de
1543 [22], compareció ante el cabildo Diego Benítez Çuaço y “dixo que él a seydo elegido e nombrado
alcalde del agua del lugar del Araotava por los Sres. Justiçia e Regimiento…”.
Diego Benítez y Çuaço, renunció a este nombramiento porque en aquellos momentos,
según sus propias palabras, estaba ocupado en otros negocios que no podía
abandonar, por lo que solicitaba se dejase sin efecto el nombramiento, tal como
así ocurrió.
La misma persona aparece citada otras veces siempre en
relación con La Orotava, bien con arrendamientos de tierra, bien en relación al
agua, y mi conjetura es que resulta factible pensar, que sus descendientes pudieran tener terrenos de su propiedad por la zona en cuestión. Mi hipótesis es que al correr del tiempo,
el apellido "Çuaço" de este conquistador y sus descendientes, que originalmente
se escribía con cedilla (ç) y se
pronunciaba “Suaso o Zuazo” con el sonido “ese o zeta”, pudiera cambiar su fonética con
el tiempo convirtiéndose la “ç” en
una “c” y cambiando su sonido, de
modo que Çuaço, andando el tiempo pudo convertirse en Cuaco.
Soy consciente de que es lo que he la teoría que he utilizado
es un débil argumento y lo expongo, más que nada, para ver si alguna persona
más versada que yo en estas lides de la evolución del lenguaje, puede colaborar
aportando datos que ayuden a clarificar el origen de este interesante topónimo
portuense.
[1] Acuerdos del Cabildo, fº 100 v. 8-III-1539.
[2] Acuerdos
del Cabildo, fº 40 r. 5-IV-1540.
[3] AMLL. Acuerdos del Cabildo. Oficios 1º.
Libro 18. 9-III-1600, fº 208v.
[4] Anales, p. 288.
[5] Las Aguas es un barrio de San Juan de la
Rambla, rico en manantiales.
[6] La Plaza Concejil se halla situada en el
cruce de la calle Iriarte con San Juan, justo delante del Torreón Ventoso.
Anales, p. 302.
[7] Anales.
p.10.
[8]
Anales, p.380.
[9] AHPSCT. PN 3800. Bartolomé Hernández
Romero. 17-VI-1687, fs 114-115.
[10]
El doctor Carlos Ball era de origen
inglés y vivió en la calle de Las Cabezas, actual calle Blanco.
[11]
AHPT. PSO-6-1097.
[12] O. Stone. “Tenerife
y sus seis satélites”, p. 449-450
[13] Se refiere a la casa de la Familia Cólogan en
La Paz
[14]
Olivia Stone da en su libro la
temperatura del agua en la escala que habitualmente utilizan los ingleses, conocida como Escala Farenheit (ºF), pero probablemente el traductor del libro, ha escrito la correspondiente
equivalencia de esa temperatura en grados Celsius o Centígrados (ºC).
[15] Charles
Smith era el por entonces propietario del Sitio Pardo, nombre que le dio al
antiguo Sitio Little. Su nombre ya ha sido citado con anterioridad en estas
crónicas.
[16]
Edward
Frankland (1825-1899), fue un prestigioso
químico londinense que trabajó intensamente en el control de la calidad de las
aguas de la ciudad de Londres.
[17]
La Opinión, 20-VIII-1887.
[18] Anales, p.345.
[19]
Graciela Gulesserian. La Opinión.
6-V-2016.
[20] Anales, p.376.
[21] Muy
cerca de la antigua casa de mis padres, situada en el nº 42 de la calle
Iriarte, vivió un descendiente de D. Lorenzo Cáceres, llamado D. Melchor
Cáceres, hombre de fuerte carácter, que poseía asimismo una casa en la calle
Esquivel, muy cerca de su cruce con Valois, aunque su vivienda principal era la
que tenía en Iriarte, donde residía con sus dos hijos y una hija. La calle que
conduce desde La Hoya a San Telmo tuvo como nombre “Sargento Cáceres”.
[22] Acuerdos del Cabildo, fº 197 r. 9-III-1543.
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