Mencioné
en mi última crónica que el Acantilado de Martiánez había sido el lugar elegido
por los guanches para establecer su morada, probablemente por la bondad del
clima, por sus cuevas en la ladera que les proporcionaban cobijo seguro, por la
cercana existencia de un buen manantial de agua como fue la Fuente de Martiánez,
por la presencia de una buena zona de pastos cercana situada en el espacio comprendido entre la Ladera y el actual Jardín Botánico, así como por la cercanía
al mar, lo que le permitía coger diversos moluscos, y vimos en la anterior crónica, que
también hubo en este Acantilado una importante necrópolis guanche.
En
esta nueva crónica, narraré la presencia de una cueva habitación, que según la
tradición oral fue la vivienda veraniega del Mencey Benítomo o Bencomo, nombre con que ha
llegado hasta nosotros, el último Gran Mencey guanche, muerto por los
castellanos en la Batalla de La Laguna en 1495.
Parte occidental de la Ladera de Martiánez. Foto A. Passaporte, coloreada por
Rafael Afonso Carrillo.
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El
Mencey Benitomo o Bencomo
Benitomo,
o Bencomo como ha pasado a la historia, era hijo del Mencey Tinerfe y a la muerte de su padre recibió en herencia la zona del Menceyato de Taoro,
que comprendía los terrenos situados en los actuales municipios de Puerto de la
Cruz, La Orotava, La Victoria de Acentejo, La Matanza de Acentejo, Los Realejos
y Santa Úrsula .
Mapa de los Menceyatos de
Tenerife durante la conquista. Al norte, en el centro y en verde oscuro, se
aprecia el territorio del Menceyato de Taoro. Tomado de Guanches, Wikipedia
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Es
digno de resaltar, que del mismo modo que existen numerosas noticias sobre los
menceyes así como de los guanches integrados en los llamados Bandos de Paces
(Adeje, Güímar, Abona y Anaga, excepción hecha del de Güímar, del que se tienen
menos referencias), en cambio de los guanches integrantes de los llamados Bandos
de Guerra, si las hay, son escasísimas, ya que, con carácter general, los
guanches que no murieron en el combate fueron apresados, pasaron a ser buena
presa del conquistador, y muchos de ellos fueron vendidos en los mercados de
esclavos, como veremos en una próxima crónica.
Algunos
de los que lograron sobrevivir no pudieron soportar el peso de la derrota y
la esclavitud y eligieron el suicidio. Un buen ejemplo de esto último, lo
tenemos en el caso conocido de Bentor [1], el último Mencey guanche, hijo y sucesor de Benitomo de Taoro, que según la tradición se suicidó arrojándose por
la zona conocida por El Lance, en la Villa de Los Realejos. Otros guanches se refugiaron
en las montañas de la isla y fueron conocidos como Guanches Alzados, de los que
tendremos ocasión de hablar en otra crónica.
En memoria de Bentor, se ha erigido en El
Lance una estatua con una placa en la que, después de la siguiente frase del
historiador realejero Viera y Clavijo: “Los
menceyes de Tenerife no habían conocido jamás la vileza de sujetarse a otros
hombres como ellos”, figura la siguiente leyenda: “Homenaje de la Villa de Los Realejos a Bentor, el último Mencey
guanche, el cual según la tradición, por no entregarse, se arrojó al vació
desde este lugar”.
Estatua
erigida en honor al Mencey Bentor en El Lance. Los Realejos
Placa
que figura al pie de la estatua de Bentor, en El Lance (Los Realejos)
Otro
personaje digno de mención que tuvo una acción destacada en la Batalla de
Acentejo, donde los guanches infringieron una severa derrota a los castellanos,
fue el Achimencey Chimenchia, más conocido como Tinguaro [2], un hermano (sólo
de padre) de Bencomo, que también falleció en el desigual enfrentamiento con
los castellanos en la anteriormente citada Batalla de La Laguna. En su honor se
levanta una estatua, realizada por el escultor Miguel Ángel Padilla, que se
encuentra instalada en La Matanza de Acentejo, en cuya base se halla una lápida con
la siguiente inscripción: “Esta escultura
se alza en homenaje al Achimencey Tinguaro, héroe guanche de la tierra de
Acentejo y símbolo de la nobleza, la valentía y el coraje de nuestro pueblo. La
Matanza de Acentejo.
Que su presencia como
guardián preserve nuestra paz y nuestro bienestar. En la Villa de La Matanza de
Acentejo, 1 de mayo de 2007”
Estatua en homenaje al Achimencey Tinguaro
(Chimenchia). La Matanza de Acentejo
Inscripcíón al pie de la estatua
del Achimencey Tinguaro.
Benitomo
es llamado El Rey Grande de Taoro [3] y fue el Mencey que capitaneando a los guanches
se enfrentó a los castellanos en la llamada Batalla de La Laguna, que tuvo
lugar en los alrededores de la actual zona de Gracia, el 14 de noviembre de
1945. Bencomo falleció en este combate, así como su hermanastro Chimenchia, que
ha pasado a la historia con el nombre de Tinguaro y un considerable número de
guanches, que plantaron batalla en campo abierto, con una enorme desigualdad de
medios, a las tropas castellanas.
El
historiador Elías Serra Rafols afirma que el auchón donde nació Benitomo, en el
municipio de Los Realejos, se localizaba entre los Barrancos de Godínez y La
Azadilla, y que este auchón podría situarse en la zona denominada actualmente
El Tanque de Arriba (Los Realejos) o en sus cercanías. Según el mismo
historiador, la residencia habitual del Gran Rey de Taoro, Benitomo, se encontraba durante la mayor parte del año en La Orotava, en el
límite con el actual municipio de Santa Úrsula, pues en una de las datas dada
es señalada como“… cuatro cayces de
tierra de sequero en Taoro, como pasamos de casa del Rey Benytomo, que se llama
el Aravtaba…” [3], y “…10 cahíces de sembradura que llaman los guanches
Tafuria cerca del auchón grande del Rey de Taoro…[4].
El
Mencey Bencomo o Benítomo. Candelaria
Es
tradición oral que Bencomo, si bien vivía casi todo el año en la zona de
Tamaide situada en el actual municipio
de Santa Úrsula, pasaba la temporada de verano en el Acantilado de Martiánez,
en el Puerto de la Cruz, probablemente por la mayor benignidad del clima en la
estación veraniega en esta zona y, además por la presencia de abundantes pastos
para el ganado caprino, en el espacio comprendido entre la Ladera de Martiánez
y el actual Jardín Botánico, un terreno que, después de la conquista de la isla
por los castellanos, se utilizó como zona de cultivo y que fue conocido con el
nombre Sancho Caballero, en referencia al nombre de uno de los más importantes
propietarios que tenían terrenos en la citada zona.
La
Cueva de los Siete Palacios
Uno
de los lugares ampliamente citado por todos los estudiosos del pasado aborigen
portuense, es la llamada Cueva de los Siete Palacios y existe un cierto
confusionismo con el nombre de esta cueva, ya que algunos estudiosos denominan
de manera parecida a otras cuevas diferentes existente en otras localidades.
Así,
el médico e investigador del pasado guanche Juan Bethencourt Alfonso en el Tomo
I del libro Historia del Pueblo Guanche,
en el Capítulo XI dedicado al “Vocabulario: Nombres propios de lugares”, cita “Chychymani” y el autor la sitúa como
sigue: “ La <<Cuesta de la
Florida>> que limita al este el Valle de la Orotava. En este cerro se
encuentra la <<Cueva de los siete palacios>> donde vivía el
achimencey Tinguaro en la época de la invasión española” [5]. Creo que debe
referirse a la que otros autores denominan como Cueva de los Palacios, que al
decir de éstos últimos fue la morada de Bencomo y que se halla en Tamaide,
Santa Úrsula.
Ladera y Playa de Martiánez, en la
zona de La Barranquera. Foto Marcos Baeza Carrillo,
coloreada por Rafael Afonso
Carrillo
Para
aumentar la confusión, la cueva donde según la tradición pasaba Bencomo parte de su
tiempo en el verano, suele ser denominada como Cueva de los Siete
Palacios y los autores la sitúan en el Acantilado de Martiánez en el Puerto de
la Cruz, hecho que por otra parte no es mencionado por D. Juan de Bethencourt
Alfonso en el libro citado.
A
la morada del rey Benitomo en el Acantilado de Martiánez, vamos a dedicarle los
siguientes comentarios de esta crónica, aprovechando para ello un artículo
escrito hace más de siglo y medio.
He
podido encontrar un artículo publicado en 1840 en el periódico El Isleño de
Santa Cruz de Tenerife sobre la citada Cueva de los Siete Palacios [6]. A
continuación y por su interés, reproduzco literalmente el artículo publicado en
Santa Cruz el 9 de enero de 1840 por un autor anónimo, puesto que no figura su
nombre ni al comienzo, ni al final del artículo, donde sólo aparece una X. El título del artículo es CUEVA DE LOS 7 PALACIOS y su contenido,
que reproduzco a continuación, es el siguiente:
”Es tradición muy
respetable en el ameno Valle de La Orotava, que su antiguo Mencey Bencomo
poseía dos habitaciones, una en la Ladera de Tamaide que ocupaba en las tres
épocas del año en que la naturaleza se ostenta con todas sus gracias, y la otra
en la escarpada costa del mismo Valle, conocida hoy con el nombre de Martiánez,
a la que se trasladaba en la estación de los fríos.
La primera de estas
sencillas moradas ya es conocida de nuestros lectores, por la exacta descripción
que hizo de ella el célebre Tabengor,
y se publicó en el número 78 de nuestro anterior periódico [7]. El dar una idea de la segunda es el
objetivo del presente artículo.
La punta horizontal que
sirve de asiento a la hermosa población del Puerto de la Orotava, se halla
coronada por la parte del NE con la elevada prominencia de Martiánez, cuya
extensa base se apoya en el encrespado océano, y subiendo en dirección casi
perpendicular, termina con la vista más occidental de La Paz, propiedad de la
antigua y respetable familia casa de Cólogan. En esta ladera, y entre las dos
líneas paralelas que forma el extremo más bajo del enunciado Jardín, y la
vereda que recorre, en sus dos terceras partes de altura, este promontorio, se
halla situada la Cueva de los Siete Palacios, mirando concretamente al Norte. Es
muy probable que en lo antiguo presentase su entrada un cómodo tránsito, pero
al presente la ruina de los siglos ha hecho su examen de un difícil y peligroso
acceso.
Cueva de los Siete Palacios,
situada en el Acantilado de Martiánez. Autor anónimo
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Bájase a ella por el
ángulo más occidental del Jardín de la Paz, en cuyo punto principia una vereda
bastante inclinada que conduce a la cueva. Apenas se empieza el descenso, se
cambia de dirección hacia la izquierda, que es hacia donde queda el Puerto de la
Orotava; después de bajar 14 o 15 brazas [8], se hace alto en una especie de terraplén
que naturalmente se forma allí, para aliviar al observador las angustias que le
causa un camino tan expuesto, por los horrorosos precipicios que tiene siempre
delante de su vista.
En esta meseta que
hemos hablado, principia la vereda con una pendiente más suave, y a poco rato
se entra en lo que se llama el andén.
Figúrese el lector un trozo de muralla de prodigiosa altura, que presente una
cornisa volada, de dos pies [9] de ancho, para dirigirse por ella a cierto punto: pues tal es el andén de que hablamos. No hay posición
más alarmante que la que presenta este difícil “paso” de 8 varas [10] de
longitud.
El explorador siente
sobre sus espaldas cosidas al risco que se eleva sobre su izquierda; ve debajo
de sus pies un abismo, que hace más terrible el choque de las olas del océano,
muda sus trémulas plantas sin atreverse a separarlas del suelo y lleno de
sobresalto y casi aturdido, llega a la puerta de la cueva. Ésta tiene de alto
cosa de 5 pies y 3 de ancho, y se halla
al mismo nivel del andén. Para
entrar en la cueva se baja un escalón de dos pies. Su piso es casi horizontal,
aunque se halla un poco elevado hacia el naciente, en donde forma una especie
de punta o rincón. Fuera de esta irregularidad, lo demás es casi de figura
circular, y en la parte de la derecha está una especie de nicho, que parece
haber sido labrado por los antiguos moradores de esta rústica estancia.
Su piso y sus paredes
son de tosca, y lo mismo la bóveda que forma su techo, aunque se ven algunas
incrustaciones naturales de piedras que forman varias puntas de diferentes
tamaños. Tal era la cueva de los 7
palacios en 1828.
No tenemos noticia de
que se hayan hallado en esta cueva momias de nuestros Guanches; aunque es muy
natural se sacaran de ella, en los tiempos inmediatos a la conquista, algunos
restos de los que fueron víctimas de la modorra, por huir de los brazos
amistosos de los propagadores de la ley evangélica". X
Del
tenor de las últimas palabras del anónimo autor del artículo, creo que puede
razonablemente desprenderse la existencia de una corriente de simpatía hacia
los guanches, y asimismo, de una velada crítica hacia la actuación de los
conquistadores españoles, que queda plasmada en la ironía del párrafo final
donde se afirma textualmente “por huir de
los brazos amistosos de los propagadores de la ley evangélica”.
Situación
de la Cueva de los Siete Palacios
El memorialista Melecio Hernández Pérez cita muy
brevemente la Cueva de los Siete Palacios en su libro Alrededor del Charco [11], afirmando:“Con perfil de viejos siglos alumbra la más antigua historia sucedida
en nuestro suelo y que tiene rango real, Bencomo, el Rey Grande, digno
descendiente del Gran Tinerfe tuvo dos habitaciones, una en la Ladera de
Tamaide, que ocupaba en las tres épocas del año en que la naturaleza se ostenta
con todas sus gracias, y la otra, en la escarpada costa del mismo Valle
conocida hoy con el nombre de Martiánez o <<Cueva de los Siete
Palacios>>, colgada sobre el mar, donde residía el mencey en la estación
invernal”.
Telesforo
Bravo en un trabajo publicado en 1999 en la revista La Ladera [12] hace une muy
escueta mención a esta cueva afirmando “La
Cueva de los Siete Palacios (un espacio con siete huecos no muy grandes) tenía
y puede que tenga aún huesos bajo una capa de estiércol”.
En un trabajo de prospección arqueológica realizado en
el litoral del antiguo Menceyato de Taoro, concretamente en los municipios de
Los Realejos, Puerto de la Cruz y La Orotava, los investigadores Alfredo
Mederos Martín y Gabriel Escribano Cobo, al describir los resultados obtenidos
en el Acantilado de Martiánez, mencionan la zona llamada Acantilado de
Martiánez VIII, del siguiente modo [13]:”Cueva
de habitación, situada a 55m sobre el nivel del mar, en la margen derecha del
Barranco de Martiánez, en la trasera del Centro Comercial Las Pirámides de
Martiánez, cuyo acceso exige técnicas de escalada al encontrarse colgada en el
acantilado, localizada durante el inventario arqueológico del Puerto de la
Cruz, tras descolgarse C. G. González unos 15m desde el Paseo Marítimo. Según
el inventario podría tratarse de la Cueva de los Siete Palacios, porque presenta
siete pequeñas cámaras en su interior. Está orientada a 280ºW, con una boca de
1,30m de longitud a la entrada, 1,40m de altura y unos 11m de profundidad,
ganando amplitud en el interior donde se alcanzan 6m de ancho y 2.20-2.75m de
altura. En superficie se documentó restos humanos, obsidiana y huesos de ovicaprinos.
El Acantilado de Martiánez, visto desde las
desaparecidas Piscinas de Martiánez. A la derecha del acantilado se sitúa la
Cueva de los Siete Palacios. Foto publicada por Agustín Miranda Armas
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En
un trabajo reciente sobre la Ladera de Martiánez publicado en 2011, Vicente
Valencia Afonso y Miguel Ángel Martín Díaz, [14], al mencionar los yacimientos
arqueológicos y etnográficos de la citada ladera, describen la zona denominada Laderas de Martiánez IX, del siguiente
modo:”Se localiza en el tracto superior
del Acantilado de Martiánez, a 10m de distancia en dirección sur del paseo
peatonal construido por el borde superior de Laderas de Martiánez. A esta cueva
se la conoce con el nombre de Cueva de
los Siete Palacios, por disponer en su interior de siete cámaras
independientes. En ella se han documentado restos esqueléticos humanos, óseos de
fauna terrestre, además de lascas de obsidiana. El emplazamiento se adecua al
modo de prácticas propias del mundo funerario guanche, en la que se eligen
cavidades que presenten un difícil acceso que favorezca la protección de sus
muertos”.
[1] La familia del Rey Bentor. Leopoldo de la
Rosa Olivera. Anuario de Estudios Atlánticos. Vol. 23, 1977.
[2] Historia del Pueblo Guanche, Tomo I. Juan Bethencourt Alfonso,
p 343. Ed. Francisco Lemus. La Laguna. 1991.
[3] Serra Ráfols, Elías (1978). Las Datas de
Tenerife (libros I al IV de datas originales). Instituto de Estudios Canarios.
La Laguna. Página 146.
[4] Moreno Fuentes, Francisca (1992). Las
Datas de Tenerife (libro primero de datas por testimonio). Instituto de
Estudios Canarios. La Laguna. Página 29.
[5] Historia
del Pueblo Guanche. Tomo I, p. 419.
[6] El Isleño, 9 de enero de 1940.Santa Cruz de Tenerife
[7] El Conservador, 24 de diciembre de 1839.
Se refiere al periódico El Conservador editado en Santa Cruz de Tenerife, que
desapareció y fue sustituido por El Isleño, aunque la empresa editora era la
misma. Este último era un periódico de tirada diaria, a excepción de los lunes.
La suscripción al periódico costaba 10 reales de vellón mensuales.
[8] Una braza equivale 1,852 metros, por lo que bajaron entre 25,9283
y 27,78 m, que redondeados son entre 26 y 28 metros.
[9] Un pie castellano equivalía
a 0,2786 metros, por lo que la
cueva tenía alrededor de 1,4 metros de alto y 0,84 m de alto.
[10] Una vara castellana equivalía a 0,836 m, por lo que el “paso” tenía alrededor de 6,5
metros
[11] Alrededor del Charco: Historia y Leyenda del Puerto de la Cruz. Melecio
Hernández Pérez. Ed. Idea. p.8, 1995.
[12] El Acantilado de Martiánez. Revista La Ladera de Martiánez, nº0.
Telesforo Bravo. 1999. Excmo. Ayuntamiento del Puerto de la Cruz.
[13] Prospección arqueológica del litoral del Menceyato de Taoro.
Municipios de Los Realejos, Puerto de la Cruz y La Orotava (Tenerife). Alfredo Mederos
Martín y Gabriel Escribano Cobo. Rev. Canarias Arqueológica, 16: 91-130, 2008.
[14] Modelo de adecuación y puesta en
valor de la Zona Arqueológica Laderas de Martiánez. Vicente Valencia
Afonso y Miguel Ángel Martín Díaz. Rev. Canarias Arqueológica, 19: 1-33,
2011.
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